‘Me siento frustrada, pero aquí seguimos’

Emprendedora de Santa Ana deberá cerrar su negocio y regresar a vender a las calles

María Pérez Ávila en su restaurante Chevita’s Juice and Bagels en Santa Ana.

María Pérez Ávila en su restaurante Chevita’s Juice and Bagels en Santa Ana.  Crédito: Fotos: Isaac Ceja | Impremedia

Después de 7 años con su negocio en Santa Ana, Chevita’s Juice and Bagels, María Pérez Ávila tendrá que cerrar sus puertas al no pagar $20,000 de alquiler atrasado.

La emprendedora no tiene esperanza de conseguir el dinero antes del plazo de tres días que le dio el propietario del local.

“Sientes que todo lo que hiciste se fue a la basura”, dijo Ávila. “Me siento frustrada y desilusionada pero aquí seguimos”.

Recientemente, una combinación de varias circunstancias afectó al negocio incluidos la pandemia de Ccovid en el 2020, pero la gota que derramó el vaso fue el cierre de las calles aledañas debido a la construcción en preparación para el nuevo tranvía llamado OC Streetcar.

La falta de clientes transitando por la calle Cuatro dejó a Ávila con alrededor de $50,000 en deuda de alquiler.

Las calles aún se sienten vacías y la emprendedora de 62 años dice que conoce a al menos 10 otros negocios con dueños latinos lidiando con deudas similares a la suya.

Maria Perez Avila posa para un retrato afuera de su restaurante Chevita’s Juice and Bagels en Santa Ana.

La emprendedora llegó a un acuerdo con el propietario de realizar pagos mensuales y le faltaban pagar $20,000, pero a principios de este mes, el edificio cambió de dueño y las cosas cambiaron.

Hace una semana, le dejaron un papel donde le informaron que tenía que pagar el dinero que debe en tres días o se tendría que ir el 19 de octubre.

“No tengo el dinero y no voy a buscar prestado porque de dónde voy a pagar”, explicó Ávila. “Lo que voy a hacer es llevarme a mi casa mis cosas y vender de allá como lo hacía antes”.

Sangre emprendedora
Ávila llegó al condado de Orange desde Acapulco en el año 2000 junto a uno de sus hijos mientras su esposo los esperaba.

Recién llegada, ella se acuerda de trabajar en un restaurante llamado El Festival donde era cocinera.
Cómo castigó por dejar la cocina sucia, Ávila junto con sus compañeros de trabajo se tuvieron que quedar hasta la una y media de la mañana sin paga.

Una vista de la calle del restaurante Chevita’s Juice and Bagels.

En ese momento la mexicana empezó a guardar dinero para poder empezar a trabajar por su propia cuenta.

“En la mañana vendía comida y en la tarde vendía tamales, plátano frito, esquites y champurrado todos los días”, relató

Poco a poco se convirtió en “la señora de los tamales” de la calle Cuatro gracias a su don de la charla.
Vendiendo comida por las noches en las calles de Santa Ana, Ávila recuerda que eran tiempos peligrosos, ya que una vez quedó atrapada en medio de un tiroteo y en otra ocasión fue atacada por un hombre.

Con el tiempo, empezó a ahorrar dinero para tener su propio local.

“Yo decía algún día voy a dejar de vender en la calle porque ya me han pasado varias cosas y me salió la oportunidad de aquí”, explicó Ávila.

Hubo días donde la fila se extendía hasta la puerta, pero cuando comenzó la construcción del OC Streetcar en el 2018 los clientes bajaron.

Ávila notó que todos los comerciantes en la calle Cuatro se quedaron sin hacer nada al ver las calles cerradas, pero ella empezó a unirlos para pedir apoyo de la ciudad de Santa Ana.

De acuerdo con un reporte del OC Register, decenas de comerciantes demandaron asistencia financiera del OCTA y de la ciudad de Santa Ana.

La ciudad luego ofreció $3 millones en subvenciones a más de 80 negocios afectados por la construcción que cerró calles y afectó la accesibilidad de estacionamientos entre otras cosas.

Según Ávila, ella recibió 20,000 dólares de la ciudad de Santa Ana alrededor del 2021 que utilizó para poder pagar su alquiler, pero que no fue suficiente para ponerse al día.

La emprendedora mantiene una sonrisa a pesar del cierre de su local.

“No quedó de mí de que no haya funcionado, sino todas las situaciones que se dieron”, dijo con calma.

Durante la última semana ha estado repartiendo su tarjeta para que los clientes la puedan contactar ya que Ávila se está preparando para vender y entregar su comida a domicilio o a los lugares de trabajo.

Además, ella está emocionada de poder vender guisados de nuevo como su sabroso caldo de res, menudo y pozole.

“Me siento ilusionada porque a mí me gusta estar en la calle”, dijo Ávila con una sonrisa.

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