“Para muchas familias, esta es la única comida del día”: el fuerte impacto en los niños del mayor salto de la pobreza en Argentina en 20 años
Más de la mitad de los argentinos vive bajo la línea de pobreza, incluyendo a 2 de cada 3 niños.
“Hace un tiempo que viene mal la cosa, los sueldos no alcanzan para comer, la ayuda estatal tampoco”, cuenta Noelia, de 38 años.
Ella y sus tres hijos se alimentan con la ayuda del comedor comunitario Pequeños valientes, en el barrio El Claro, en Benavídez, ubicado en el llamado segundo cordón del conurbano de Buenos Aires, la zona con más población del país y el mayor número de “villas miseria” o asentamientos informales.
“Menos mal que tenemos esto. A veces esta es nuestra única comida del día”, le dice a BBC Mundo, mientras espera su turno para llevarse un envase repleto de polenta y salsa de tomate.
María José Games, quien entrega la comida, fundó el comedor hace una década junto con un grupo de madres que trabajaban contra la violencia de género. Cuenta que en el último año el número de familias que vienen a pedir ayuda casi se duplicó.
“Después de la pandemia la situación había mejorado y ayudábamos a unas 70 familias. Pero en el último año se sumaron 60 más. Y hay otras en lista de espera, porque no damos abasto”, dice.
También afirma que varios están en la misma que Noelia: “Para muchas familias, esta es la única comida del día”.
“Los miércoles, que el comedor no abre, en casa comemos mate cocido con pan”, comenta Rosa, de 57 años, que también espera su turno para llevarse una porción de polenta.
Noelia, Rosa y sus familias son algunos de las casi 25 millones de personas que viven por debajo de la línea de pobreza en Argentina, según reveló recientemente un informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Las cifras, que midieron el primer semestre de 2024, muestran que en el país hay más argentinos pobres que no pobres: son casi el 53%, es decir: más de la mitad de la población.
Pero el dato más fuerte es que las peores tasas de pobreza e indigencia se dan entre los niños.
Más del 66% de los menores de 14 años es pobre, en otras palabras: 2 de cada 3.
Un informe publicado por Unicef Argentina en agosto pasado reveló que “cada día, un millón de niñas y niños se van a dormir sin cenar en el país”.
En tanto, un millón y medio saltean alguna comida durante el día.
Quienes sí acceden a comida, ya no pueden costear el precio de los alimentos más nutritivos.
“Ya no comemos carne. Comemos fideos con queso y ya está”, afirma Noelia.
Incluso los comedores, muchos de los cuales dependen de ayuda privada, ya no pueden ofrecer carne, verdura y fruta de manera diaria.
“El kilo de carne cuesta casi 10.000 pesos (10 dólares)”, dice José Cuello, quien coordina otro comedor, llamado Un Lugarcito, en un barrio a media hora de distancia. “Hoy un jornal de trabajo se paga 15.000“.
La malnutrición infantil está causando estragos en la salud de la población que representa el futuro de Argentina.
Norma Piazza, pediatra especializada en nutrición, dijo a la agencia Reuters que algunos niños estaban siendo hospitalizados con problemas neurológicos y convulsiones por deficiencia de vitaminas como la B12, algo asociado a la falta de consumo de carne.
“Estamos viendo casos de escorbuto, casos de lesiones oculares por deficiencia de vitamina A”, agregó en referencia al nutriente esencial que se halla en muchas verduras, frutas y lácteos.
“Estas cosas existían en América Central, África, Asia, pero nunca habíamos visto pacientes aquí con lesiones oculares debido a la falta de vitamina A”.
El mayor salto en 20 años
Las cifras del Indec muestran que la pobreza registró un salto enorme en los primeros seis meses de gobierno de Javier Milei, quien llegó al poder en diciembre pasado.
Aumentó más de 11 puntos desde el segundo semestre de 2023.
En la práctica, significa que más de 5 millones de personas cayeron en la pobreza en la primera mitad del año.
De ellas, 3 millones cayeron en la indigencia (es decir: no tienen suficiente para comer).
Se trata del mayor aumento de la pobreza de los últimos 20 años.
Aunque los índices venían en aumento en los últimos años como consecuencia de la larga recesión económica y de la creciente inflación, que lleva más de una década por encima del 25% anual y aceleró del 100% a más del 200% en 2023, el salto grande se dio en el primer trimestre de este año.
En solo tres meses, los precios aumentaron más del 50%.
El gobierno atribuyó esa aceleración de la inflación al gigante aumento del gasto público que llevó a cabo la administración kirchnerista el año anterior, durante la campaña electoral, para tratar de quedar en el poder.
Pero un factor determinante fue la devaluación de más del 50% del valor del peso que ordenó Milei apenas asumió, y la liberación casi total de precios y tarifas.
A la par, el gobierno ha llevado a cabo el mayor ajuste fiscal de la historia, reduciendo cerca de un tercio del gasto público.
Consultado sobre cuánta responsabilidad le corresponde al gobierno por los nuevos índices de pobreza, el ministro de Economía, Luis Caputo, dijo en una entrevista con el canal de noticias LN+: “A este gobierno, cero”.
“Nosotros salvamos que la pobreza no fuera muchísimo más alta”, aseguró.
Según los libertarios, las medidas que tomaron le permitieron al país evitar una nueva crisis hiperinflacionaria como la que padeció en 1989, que entonces duplicó las cifras de pobreza.
“Hoy estaríamos hablando de un 95% de pobres”, aseguró el propio Milei en una entrevista con la famosa presentadora televisiva Susana Giménez, una cifra que ha sido cuestionada por un gran número de economistas.
Pobres con trabajo
Los niveles de pobreza actuales solo fueron superados por los que se registraron tras la peor crisis que vivió Argentina, luego del estallido económico, político y social de diciembre de 2001.
La pobreza alcanzó el 65,6% en 2002, lo que constituyó un récord desde que el Indec comenzó a monitorear la evolución de este fenómeno, en 1988.
Al igual que ahora, muchos sufrieron el impacto de una fuerte depreciación del peso, que perdió tres cuartos de su valor en pocos meses.
Pero otra gran parte del fenómeno se debió al desempleo, que también fue récord, superando el 21%, lo que dejó sin sustento a millones de familias.
Ahora, en cambio, la desocupación es relativamente baja: 7,6% (aumentó 1,9 puntos en el primer semestre, a pesar de los temores de que el “ajustazo” de Milei podría llevar a índices mucho más preocupantes).
Por otra parte, en la actualidad los más vulnerables reciben toda una serie de ayudas económicas -“planes sociales”- que no existían hace dos décadas, y que justamente se empezaron a brindar como consecuencia de la crisis de 2001-2002.
¿Por qué entonces aumentó tanto la pobreza?
La explicación está en la caída del poder adquisitivo de los ingresos, que no se han mantenido a la par de la inflación, llevando a un fenómeno relativamente nuevo en este país: el de los trabajadores pobres.
Un problema agravado por el aumento del empleo informal -el sector con los ingresos más bajos- que hoy representa a cerca del 47% de los trabajadores, según cifras oficiales.
Si bien la pérdida del valor de los ingresos lleva años, se profundizó por la devaluación y el salto inflacionario del primer trimestre de este año.
Según el Instituto Gino Germani, dependiente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el 70% de los trabajadores no registrados quedaron por debajo de la línea de pobreza.
En tanto, el 30% de los asalariados en blanco -más de dos millones de personas- también son pobres.
“No recuerdo nunca en mi vida que un jornal de trabajo no alcance ni para comprar dos kilos de milanesas”, comentó a BBC Mundo José Cuello del comedor Un Lugarcito.
“No alcanza”
El gobierno afirma que las medidas que toma, en particular el drástico recorte del gasto público, buscan reducir la inflación, que es el principal motivo por el que los ingresos han perdido tanto valor.
Además, apuntan a incentivar el empleo privado, que está estancado hace más de una década, y reducir el estatal, que se convirtó en los últimos años en el principal generador de trabajo (y una importante carga para las arcas públicas).
Mientras llevan a cabo lo que el propio Milei ha definido como “el ajuste más grande de la historia de la humanidad”, las autoridades aseguran que han fortalecido las ayudas sociales para proteger a los más vulnerables.
Un informe publicado a finales de septiembre por el ministerio de Capital Humano -creado por el gobierno libertario para agrupar las excarteras de Trabajo, Educación, Desarrollo Social y Cultura- señaló que se realizaron fuertes aumentos en tres de los principales beneficios que reciben los más pobres:
- La Asignación Universal por Hijo: aumentó 374%
- La Prestación Alimentar (una tarjeta para comprar comida): aumentó 138%
- El Plan 1.000 Días (para niños en sus primeros tres años de vida): aumentó 1.323%
Según el gobierno, con estas ayudas se cubre el “97,7% de la canasta básica alimentaria”, que es la que determina el nivel de indigencia. Un porcentaje mucho mayor que con gobiernos anteriores.
Sin embargo, ese cálculo solo toma en cuenta las necesidades de un menor, y asumiendo que es hijo único.
Si uno toma una “familia tipo” (dos adultos y dos menores), la ayuda cubre el 50% del costo de los alimentos básicos para no ser indigente.
Y si hay más niños -como suele ocurrir en muchas familias de menores ingresos- el porcentaje se reduce aún más.
Gisela, de 31 años, tiene cinco hijos, y dice que, si bien la ayuda aumentó, los precios aumentaron mucho más.
“No alcanza”, afirma, mientras espera su envase con polenta. “Uno dice: ‘vos tenés la ayuda del Estado’. Sí, pero así como te ayudan te aumentan las cosas”.
Se refiere a la liberación general de precios, principalmente de los alimentos, que durante los gobiernos kirchneristas estuvieron regulados.
También al aumento de las tarifas: según el Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP), de la UBA, la canasta básica de servicios de luz, gas, agua y transporte para una familia tipo en el área metropolitana de Buenos Aires subió 370% desde que asumió Milei, más del doble que la inflación acumulada durante ese período.
Pero incluso dentro del espectro ideológico afín al gobierno hay cuestionamientos a la ayuda estatal.
“La democracia nos trajo libertad pero no progreso. Desde 1983 (fin de la dictadura), Argentina sumó 17 millones de personas: 14 millones de pobres y 3 millones de no pobres. Es decir que el 82% del crecimiento demográfico fue crecimiento de la pobreza”, sostiene un duro informe publicado por la Fundación Pensar, del expresidente Mauricio Macri, aliado de Milei.
El documento cuestiona la eficacia de los “planes sociales” y el empleo público como herramientas para reducir la pobreza.
A pesar de que la ayuda estatal “casi se triplicó” en los últimos 15 años, en la actualidad “es pobre 1 de cada 2 argentinos y 7 de cada 10 chicos”, sostiene.
También compara a Argentina, donde la pobreza se duplicó desde 2017, con otros países de la región que lograron reducir ese índice desde 2011, como Chile (-26%), El Salvador (-22%) y México (-18%).
“Esperanza”
Tras la publicación de los índices de pobreza, el gobierno apuntó a un dato esperanzador: el segundo trimestre mostró una mejoría con respecto al primero, una tendencia que -aseguran- continuará.
“Los distintos indicadores están mostrando que el piso de la economía se tocó entre abril y mayo y que de acá en adelante solo quedan buenas noticias”, aseguró el presidente a Susana Giménez, tres días después de que se conocieran las nuevas cifras del Indec.
Por su parte, el pasado domingo, Luis Caputo se mostró igual de optimista, en especial ante la caída de la inflación, que arrancó el año por arriba del 20% mensual y en septiembre cayó al 3,5%.
“En la medida en que hay menos inflación, hay más estabilidad, lo que genera mejores expectativas económicas. Argentina es un país rico en oportunidades, por lo que se debe brindar un marco macroeconómico estable, y las inversiones comienzan a llegar. Y ya lo estamos viendo”, aseguró.
El ministro pidió tener fe en que las cosas van a mejorar.
“A quienes la están pasando mal hoy, les digo que tengan más esperanza que nunca, que lo peor ya pasó y hoy ya podemos empezar a mostrar resultados”, dijo a LN+.
¿Tienen esperanza?, le preguntó este medio al grupo de mujeres esperando su comida en el barrio El Claro.
“Yo la verdad no, porque cada vez estamos peor”, respondió Gisela, mientras el resto movía la cabeza de lado a lado, indicando una respuesta negativa.
En el comedor Un Lugarcito le hice la misma pregunta a un grupo de niños.
¿Creen que van a estar mejor en el futuro, como dice el gobierno?
“Yo sí porque voy a ser narco”, respondió un chico de 12 años, uno de varios que abandonó la escuela porque “no entendía nada”.
Si bien la respuesta generó la carcajada de sus amigos, uno de los mayores del grupo aseguró, con toda seriedad, que en ese barrio vender drogas “es una buena salida laboral”.
Darle un futuro mejor a estos niños, criados por familias que en su gran mayoría dependen desde hace varias generaciones de la ayuda del Estado y de trabajos informales como las “changas” (trabajos ocasionales), es, sin dudas, el mayor desafío que hoy enfrenta Argentina.
Muchos del 56% de argentinos que votaron por Milei en diciembre pasado comparten su creencia de que, sin un cambio drástico, las cosas solo iban a empeorar.
Una encuesta realizada por la Universidad de San Andrés en julio pasado mostró que, si bien la mitad de los entrevistados (49%) sostenía que la situación del país había empeorado durante el primer semestre, un 43% creía que las cosas mejorarían.
Pero la caída en la imagen del presidente en las últimas encuestas sugiere que va aumentando el número de quienes empiezan a dudar si las duras medidas implementadas por el economista libertario cambiarán esta tendencia o si hundirán al país en un agujero aún más profundo.
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