Aumentan los casos de tos ferina: qué deben saber los padres

Los casos de tos ferina en EE.UU. se han multiplicado en 2023. Los CDC reportan 17.579 contagios, afectando a bebés y personas inmunocomprometidas

Aumentan los casos de tos ferina: qué deben saber los padres

La tos ferina es una enfermedad respiratoria que se transmite a través de las gotas liberadas al toser o estornudar.  Crédito: Krakenimages.com | Shutterstock

Estados Unidos enfrenta un aumento de casos de tos ferina, una infección respiratoria altamente contagiosa causada por la bacteria Bordetella pertussis. Según los datos más recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), hasta la semana del 5 de octubre se han reportado aproximadamente 17.579 casos en todo el país.

Esta cifra representa un aumento en comparación con los 3.962 casos registrados en el mismo periodo del año anterior, lo que equivale a un incremento de más de cinco veces en tan solo un año.

La mayor concentración de casos se ha observado en los estados del Atlántico Medio, aunque el aumento ha sido generalizado a nivel nacional. La tos ferina, también conocida como pertussis, es una enfermedad respiratoria que se transmite a través de las gotas liberadas al toser o estornudar.

Una vez que el patógeno ingresa en el cuerpo, afecta los cilios, estructuras que recubren las vías respiratorias y que, al verse dañadas, provocan inflamación en estas áreas, generando síntomas graves.

El Dr. Darien Sutton, corresponsal médico de ABC News, explicó en el programa Good Morning America que la tos ferina comienza con síntomas similares a los de un resfriado, tales como fiebre baja, secreción nasal y una tos leve.

Sin embargo, la gravedad aumenta conforme avanza la enfermedad. “Tras una o dos semanas, la tos ferina entra en una segunda fase mucho más peligrosa”, señaló Sutton. En esta etapa, los pacientes experimentan violentos episodios de tos que pueden llegar a dejarlos sin aliento, un síntoma distintivo de la enfermedad.

Los bebés son más vulnerables

Los bebés menores de un año son especialmente vulnerables, así como las personas con sistemas inmunitarios debilitados o con asma moderada a grave. En los lactantes, los síntomas pueden manifestarse de manera diferente; en lugar de la tos habitual, los bebés pueden presentar episodios de apnea, durante los cuales dejan de respirar.

Sutton subrayó la importancia de prestar atención a estos síntomas en los niños más pequeños debido al potencial de complicaciones graves.

El tratamiento para la tos ferina suele incluir antibióticos, pero su efectividad depende de un diagnóstico temprano. Según Sutton, los pacientes que llegan a urgencias con sospechas de tos ferina son evaluados para determinar si están al día con sus vacunas y si han estado en riesgo de exposición. El diagnóstico se confirma a través de análisis de sangre y técnicas de diagnóstico por imágenes, aunque la prueba definitiva es un hisopado nasofaríngeo que detecta la presencia de la bacteria.

Los CDC recalcan que la vacunación es la mejor defensa contra la tos ferina. El calendario de vacunación incluye una serie de cinco dosis de la vacuna DTaP (difteria, tétanos y tos ferina acelular) para los niños, administradas desde los dos meses de edad hasta el inicio de la escuela primaria, y una dosis de refuerzo para adolescentes alrededor del quinto o sexto grado.

Para los adultos, se recomienda una dosis de refuerzo de la vacuna Tdap cada diez años. Además, las mujeres embarazadas deben vacunarse durante el tercer trimestre para proteger a sus recién nacidos durante los primeros meses de vida, antes de que puedan recibir sus propias vacunas.

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