La emprendedora incansable

El recuerdo de su madre le permitió a Daisy Chávez luchar sin miedo y a no rendirse hasta alcanzar sus objetivos

Daisy Chávez, emprendedora.

Daisy Chávez, emprendedora. Crédito: Isaac Ceja | Impremedia

Uno de sus primeros recuerdos como emprendedora era atender a los clientes y lavar trastes a los 10 años de edad, cuando su madre Isabel Martínez Rogel vendía elotes y pozole, entre otros alimentos. 

En aquellos tiempos, Daisy Chávez admiraba lo luchadora que era su madre, pero nunca imaginó que esa fuerza y determinación de su progenitora le ayudaría a convertirse en toda una emprendedora en Estados Unidos.

“Todo se puede en esta vida, a veces queremos hacer algo y nos da miedo”, explicó Chávez. “Muchas personas me admiran porque yo soy muy aventada y eso me ha ayudado mucho”.

En Estados Unidos

A los 17 años, Chávez llegó a los Estados Unidos desde Acapulco, México, con una sola meta: ayudar a sus padres.

Su primer trabajo fue en una compañía de cortinas donde hizo ensamble de cortinas y también cocía.

Después de 5 años, la empresa cerró sus puertas y Chávez lanzó su propio negocio.

Mientras sus dos hijas estaban en la escuela, la emprendedora llevaba su camioneta llena de ropa lista para vender.

Cuando empezó, solo iba puerta a puerta en diferentes edificios de departamentos para vender ropa a sus amigas, pero poco a poco los clientes fueron aumentando.

Seis años después, Chávez abrió una tienda de vestidos y arreglos para eventos junto con una amiga donde aún tenía la oportunidad de vender su ropa.

En ese negocio duró solo 3 años ya que su hermano le dejó un salón de belleza.

El único problema, pensó, es que ella no tenía experiencia o licencia para cortar o peinar el cabello a nivel comercial, pero no se achicó y tomo el reto.

No obstante su empeño, al inicio no fue fácil. Chávez cuenta que un día parecía que todo se le venía abajo, las cosas no se daban como deseaba y estuvo a punto de tirar la toalla.

“Un día me hinqué y me puse a llorar, llorar y llorar”, dijo Chávez sobre esos momentos tan complicados que vivió. “Pero después me dije a mi misma, le tengo que echar ganas por mí. Mi hermano y mi hermana se han ido, pero yo estoy aquí”.

Lo que parecía un reto se convirtió en un estímulo. Chávez fue a la escuela, sacó su licencia de estilista y empezó a trabajar. No tardó mucho en encontrarle el gusto a su nueva profesión.

Tres décadas después, la emprendedora de ahora 54 años ha tenido más de 7 negocios en Santa Ana y sus alrededores, incluidos: una tienda de botas, barbería, salón de belleza, tienda de vestidos y tienda de arreglos, entre otros.

Ya con alguna experiencia en iniciar y atender negocios, además de su determinación, la emprendedora abrió dos negocios más: Canelo Boots y JR Barber Shop.

Ya encarrerada, el año pasado, la inmigrante abrió un negocio más: “JD Barber”, en la calle Main de Santa Ana. Y aunque le ha ido bien y se siente orgullosa de los negocios en los que ha participado y abierto, Chávez considera que este será su último negocio que inicie.

Una de las razones es que la pandemia le dificultó el negocio y ha sido muy complicado contratar empleados, al mismo tiempo que muchos de los clientes no han regresado.

Por otro lado y debido a las bajas ventas en su tienda de botas, solo abre tres veces a la semana, pero está pensando en cerrar ese negocio para concentrarse y fortalecer sus salones de belleza.

Chávez no tiene duda de que sus negocios volverán a florecer y agradece a la comunidad latina por el apoyo, ya que aunque en ocasiones se critica a la comunidad por no estar unida, a la hora de apoyar, si se solidarizan, explica.

“Pienso que si yo volviera a vender ropa como andaba en mi camión, la gente me apoyaría como lo hizo antes”, expresa. “Inclusive, creo que me iría mejor porque ahora tengo más cosas que ofrecer”.

Determinación y trabajo

A Chávez, el liderazgo siempre se le facilitó y le encanta ser su propia jefa, pero dice que todo lo que ha hecho requiere de determinación y trabajo.

“No tengamos miedo de emprender si estamos decididos a luchar y a sacrificarnos por nuestro objetivo”, dijo la emprendedora.

“El problema es que algunas personas dicen: ay, yo quiero hacer esto y aquello, pero están acostadas o están haciendo otras cosas que contradicen sus objetivos”.

Aunque Chávez no planea abrir otro negocio por ahora, sus planes no han terminado y ha decidido mejorar en forma seria su idioma inglés.

“Estoy viejita, pero todavía tengo mis metas y ahora quiero aprender inglés”, dijo la incansable emprendedora.

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