El adiós del alcalde de Los Ángeles Antonio Villaraigosa
El alcalde saliente agradece a la comunidad, casa a la primera pareja gay y se toma fotos en la Placita Olvera
Antonio Villaraigosa se despidió de la ciudad que gobernó desde 2005 con una maratónica “gira de agradecimiento” en la que destacó el logro que más le enorgullece (la reducción del crimen), pidió al siguiente alcalde seguir sus pasos y reiteró su anhelo de ser gobernador en unos años.
“Gracias por dejarme ser alcalde”, repitió una y otra vez en Wilmington, Chinatown, Hollywood, el Sur de Los Ángeles, Panorama City y muchos otros vecindarios que planeaba visitar en 24 horas. La madrugada de hoy sábado finalizaría el recorrido, el cual realiza a bordo de un autobús de pasajeros.
Una de las paradas fue la jefatura de la Policía de Los Ángeles (LAPD), la institución que más defendió su Gobierno, donde habló de los frutos por tener ahora más de 10 mil agentes en esa corporación, por diversificar su nómina, por inculcar el patrullaje comunitario y por desarrollar programas antipandillas que no involucraron operativos policiacos.
Ahí dejó este reto al siguiente alcalde, Eric Garcetti: haber reducido un 50% la tasa de delitos violentos y pandilleriles en ocho años. “La seguridad no pasó por accidente”, expresó Villaraigosa, quien indicó que parte de ello obedece a que —aún en medio de la crisis fiscal— invirtió en el LAPD.
“Los policías sí influyen […] En las diez ciudades más grandes de California, sólo en Los Ángeles bajaron los crímenes violentos”, subrayó el alcalde en su última conferencia de prensa con tal investidura.
Este domingo, en una ceremonia que se realizará en el costado oeste del edificio de la Alcaldía, le entregará el poder a Garcetti, quien gobernará la ciudad por cuatro años con la opción de reelegirse.
Charles Beck, jefe del LAPD, afirmó que Villaraigosa será recordado por su legado en la seguridad. “No ha habido otra época en la historia documentada en que el crimen ha bajado a este nivel”, señaló.
La despedida de Villaraigosa comenzó ayer por la madrugada. Vistiendo unos jeans y sin corbata, el funcionario se montó en un autobús para hacer su último recorrido oficial por la ciudad.
En la Placita Olvera, el sitio donde nació esta metrópoli, lo recibieron como una celebridad. “Nomás vine a darles las gracias a todos”, le expresó a la encargada de uno de los locales. “Este lugar es mucho mejor que hace ocho años”, afirmó el funcionario evocando la remodelación del lugar, que él impulsó.
No le faltaron solicitudes para tomarse fotos y hasta le pidieron un autógrafo. “Lo conozco por la tele y ahorita en persona”, celebró Reinalda Acosto, una sonorense de ochenta años que se le acercó para pedirle que pusiera su firma en una hoja de papel. Al regresar a su tierra, dijo ella, conservará el detalle.
En el puesto donde los turistas son fotografiados sobre un burro y con un sombrero de charro, el alcalde se coló en el recuerdo de las vacaciones de una familia de Texas. “Quiero estar en esa foto”, pidió.
Antes del mediodía, la voz de Villaraigosa se escuchaba cansada, pero no su espíritu.
“He trabajado al máximo, he dado todo lo que tengo en mi cuerpo y corazón. Quien me sigue puede hacer más porque hemos construido los cimientos en educación, en seguridad pública, combatiendo las emisiones de carbono al ambiente, en transporte, en crear trabajos, modernizando el aeropuerto”, dijo.
Villaraigosa reiteró que se afiliará a un laboratorio de ideas de una universidad, algo que le permitirá allanar el camino para contender por la gubernatura de California en 2018. “Han sido 20 años [como funcionario público], creo que es tiempo de reflexionar un poco y pensar en el futuro”, dijo.
El alcalde no perdió la oportunidad de rodearse de niños en distintos puntos de su “gira de agradecimiento”. En el salón de un club infantil del Sur de Los Ángeles, preguntó a chicos de raza negra si soñaban con ser alcaldes de esta ciudad. Menos de la mitad respondió que sí.
“¿Y presidente?”, siguió cuestionando Villaraigosa. Casi todos levantaron el brazo.