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Psicólogos revelan qué significa hablarle a las mascotas como si fueran humanos

Tener este tipo de contacto con las mascotas permite mantener una inteligencia emocional óptima y saludable

Dormir con las mascotas

Según expertos la interacción con animales disminuye el cortisol, la hormona del estrés. Crédito: Pexels

Cada vez más personas sostienen conversaciones con sus perros y gatos como si se tratara de interlocutores humanos. Lo que podría parecer un simple gesto de ternura ha despertado el interés de la psicología, que analiza lo que esta práctica revela sobre la personalidad y los vínculos emocionales.

Este comportamiento está relacionado con el antropomorfismo, es decir, la tendencia a atribuir características humanas a los animales. Según especialistas, hablar con las mascotas va más allá del cariño cotidiano: refleja empatía, imaginación activa e inteligencia emocional, elementos clave en la forma de relacionarse con el entorno.

Las personas que conversan con sus animales suelen mostrar una gran sensibilidad hacia lo que sucede a su alrededor. Reconocen emociones, reaccionan con cuidado ante ellas y brindan atención y afecto como parte natural de la convivencia. Este rasgo las convierte en individuos empáticos y atentos con los demás.

El hábito también supone un ejercicio de imaginación. A través de juegos, escenas o rutinas, los dueños integran a sus mascotas como un miembro más de la familia. Esta creatividad favorece entornos lúdicos que fortalecen los vínculos afectivos dentro del hogar y refuerzan la cercanía emocional.

Refuerza la inteligencia emocional

Los expertos destacan además su relación con la inteligencia emocional. Quienes mantienen este hábito tienden a expresar mejor sus sentimientos y a interpretar señales no verbales, como posturas o gestos. Así, la comunicación con los animales se convierte en un espejo de la capacidad de manejar y comprender emociones humanas.

El vínculo verbal suele estar acompañado de solidaridad y preocupación por el bienestar de otros seres vivos. Muchas de estas personas participan en actividades comunitarias, como el apoyo a refugios o campañas de adopción, extendiendo la empatía hacia un sentido de cooperación y responsabilidad social más amplio.

Conversar con los animales también refleja autenticidad. Quienes lo hacen priorizan vínculos genuinos sobre la aprobación social y muestran flexibilidad mental al adaptar su lenguaje sin temor al juicio. De esta manera, construyen relaciones auténticas y estables que trascienden las convenciones.

Otro rasgo identificado es la lealtad. La constancia en el trato con los animales demuestra un compromiso con las relaciones duraderas, proyectando valores de fidelidad tanto en la convivencia humana como en el vínculo con las mascotas.

La búsqueda de compañía constituye otro factor relevante. Este hábito ayuda a reducir la soledad, favorece la estabilidad psicológica y crea un espacio seguro de desahogo emocional. Para muchos, hablar con su mascota se convierte en una rutina de cuidado mutuo que fortalece la autoestima.

Los beneficios emocionales son claros: disminuye el estrés y la ansiedad, aumenta la sensación de seguridad y refuerza la conexión afectiva. Aunque los animales no respondan con palabras, sí lo hacen con gestos y tonos de voz, confirmando que la comunicación trasciende el lenguaje verbal.

Hablar con una mascota no es un acto extraño ni trivial. Es una práctica que refleja sensibilidad, creatividad y una forma distinta de relacionarse con el mundo. Cada palabra dirigida a un perro o un gato revela la necesidad de compañía y la capacidad de generar lazos afectivos auténticos.

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