Promesas que se pierden

El comienzo de un nuevo año se presta para juramentos que se los lleva el viento

Los objetivos trazados no solo deben ser realistas, sino fáciles de cumplir.

Los objetivos trazados no solo deben ser realistas, sino fáciles de cumplir. Crédito: Shutterstock

Al Grano

Como el pecador que va al confesionario y se arrepiente de forma pasajera hasta que la tentación lo atrape de nuevo, muchos planean propósitos al comenzar el año que pocas veces cumplen.

Tanto pedir y brindar para repetir el mismo escenario cada año: empezar y no terminar. Con perdón, pero eso es hipocresía. Eso es una pérdida de tiempo.

Embusteros aquellos que prometen dejar de fumar y en la primera oportunidad, escondidos en el baño o en el garaje, se ponen a humear el que llaman el último cigarrillo.

Mentirosos los que prometen bajar de peso, fingen estar haciendo curso de faquir frente a la familia para victimizarse y se escabullen en medio de la noche a la nevera para tragar toda la basura que soporta el estómago. O los que hacen un plan de ejercicios físicos diarios, pero que cuando suena el despertador mañanero, en seguida piden otro ratico para continuar durmiendo y más tarde no les alcanza el tiempo.

Falsos son todos aquellos que dan la palabra de salir de deudas y cuando pasan frente a una vitrina compran sin necesidad un par de zapatos, una cartera o un video juego que después dicen fue un regalo que les trajo un amigo secreto desconocido por todos.

Pero, peores son aquellos que se proponen ser buenas personas con los demás, y en la primera oportunidad conducen en las calles a la ofensiva, cerrándole el paso al chofer prudente que respeta a los otros ciudadanos, poniéndolo en el riesgo de un accidente.

O los que prometen ser jefes o colegas nobles y en enero llegan con más rencores a la oficina para desquitarse de los malos ratos que pasaron en las fiestas, en soledad, porque nadie los visitó huyéndole a su malhumor.

El padre de familia que promete ser menos machista y más cariñoso con sus hijos y esposa, o la mujer pusilánime que dice que no se dejará manipular de los demás, en especial de la “mejor amiga”, que por envidia le hace perder el amor de su vida.

Las amistades ladinas sobran, dando consejos para que los demás estén por debajo de su infelicidad.

Allá usted si, después de planear bajar de peso, destapa esa caja de chocolates Ferrero Rocher que le regaló la misma amiga insidiosa que la quiere ver obesa porque ella siempre lo será.

Allá usted, si desea seguir viviendo bajo las faldas de la madre, en vez de independizarse y formar un hogar.

Allá usted si prometió olvidar al novio o esposo maltratador y vuelve con él como animalito sumiso.

Allá usted si prefiere continuar siendo el jefe aborrecido por los subalternos que no soportan su mala actitud, el maltrato sicológico y la amenaza constante.

Allá usted si no se cambia a un trabajo en el cual lo dignifiquen y sigue yendo al empleo donde lo humillan y le pagan poco.

Los objetivos trazados no solo deben ser realistas, sino fáciles de cumplir. Establezca por qué y para qué. Busque apoyo, pero no de falsos amigos y, reitero, antes de hacer promesas, reflexione si tiene la capacidad para cumplir porque si no serán palabras al viento como todos los años.

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