Veracruz es un foco rojo no atendido
La tragedia de los asesinatos y secuestros no cesa en el estado
MÉXICO, D. F. La tragedia por la inseguridad que vive el estado de Veracruz (sureste) cayó sobre la familia Quevedo. Todo comenzó con el secuestro de Gerson, hermano del portero de la filial Sub 17 de los Tiburones Rojos, Alan Quevedo, quien todavía ayer estaba desaparecido.
Marisela Orozco, la madre, lo reconoció después de dos semanas del asesinato de Alan, la promesa deportiva de solo 15 años cosido a ráfagas de armas largas cuando se dirigía a buscar al hermano mayor por quien la familia había pagado un rescate.
En el ataque, ocurrido el 12 de marzo, murió también el yerno de Orozco, el taekwondoín Miguel Caldelas, a la manera de una víctima más de la delincuencia organizada que tomó Veracruz como un territorio de operaciones.
Gerson es parte del grupo de las 45 personas desaparecidas que se reportaron en el último trimestre en el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Y Alan otro expediente de los cien asesinatos dolosos y los 274 secuestros.
La cifra podría multiplicarse hasta el 90% que representan delitos no denunciados.
Desde 2010 han muerto 10 periodistas según reportes de la organización Artículo 19, entre ellos, Gregorio Jiménez quien realizaba investigaciones sobre tráfico de indocumentados.
Los inmigrantes centroamericanos son otro de los blancos favoritos de las células delictivas para secuestros, extorsiones y derecho de piso en Veracruz, donde cobran cien dólares a cada persona “sin papeles” que cruce el territorio como polizón en el tren de carga conocido como La Bestia.
De ellos, se desconoce el número de desaparecidos, muertos o abusados, excepto por los reportes que hacen organizaciones como el Movimiento Migrante Mesoamericano (M3) que señalan el asunto de que la situación en el estado “es cada día peor” frente a la contracampaña que realiza el gobernador César Duarte para negar los hechos.
“Está dando dinero a los albergues de migrantes para la manutención, sin embargo, consideramos que esa estrategia es muy perversa porque por un lado les da de comer y por otra permite que los ataquen”, destacó Marta Sánchez, coordinadora de M3.