Palestinos e israelíes aceptan prorrogar 24 horas más tregua
Mientras las partes palestinas e israelíes tratan de avanzar en una negociación indirecta para un cese al fuego permanente en la Franja de Gaza
A pesar de que no han logrado un avance concreto sobre un cese permanente en la Franja de Gaza, las partes israelíes y palestinas aceptaron “in extremis” la propuesta de Egipto de prolongar por 24 horas la tregua.
La prolongación de la tregua tiene como finalidad avanzar en las negociaciones indirectas que mantienen para alcanzar un cese al fuego permanente en la Franja de Gaza, zona que ha vivido una escalada de violencia desde el pasado 8 de julio, cuando el ejército de Israel lanzó su ofensiva militar contra el grupo extremista Hamás.
La noticia fue revelada a las 23:00 horas local por Izzat al Rasheq, miembro del movimiento islamista Hamás integrado en la delegación palestina desplazada a El Cairo, apenas una hora antes de que expirara la tregua previa de cinco días.
En un mensaje colgado en su pagina oficial de la red social “Facebook”, el representante del movimiento islamista confirmó que los heterogéneos grupos palestinos habían aceptado la sugerencia del mediador egipcio y expresó su confianza en que el pacto definitivo pueda ser alcanzado a lo largo del martes.
“Las facciones palestinas y Egipto han acordado extender el alto el fuego durante otras 24 horas para facilitar que las negociaciones puedan acabar en un acuerdo”, señaló.
Minutos después, el gobierno egipcio hizo pública la noticia y fue igualmente confirmada por una fuente oficial israelí no identificada y citada por diario progresista “Haaretz”, uno de los más prestigiosos de Israel.
La ofensiva militar israelí comenzó el pasado 8 de julio y en ella han muerto 2,016 palestinos, un 75% de ellos civiles, y 10,196 han sufrido heridas, algunas de ellas muy graves.
Entre los fallecidos, 541 son niños, 250 mujeres y 95 ancianos, precisó este lunes el ministerio de Salud en Gaza.
Durante las cinco semanas de hostilidades han muerto también 64 soldados israelíes en combates con milicianos palestinos y un civil israelí, un beduino y un trabajador asiático alcanzados por alguno de los más de tres mil cohetes lanzados por las milicias desde la Franja.
Esta tarde, y en medio de un ambiente que durante todo el día fluctuó desde el pesimismo al optimismo, Hamás reiteró que seguiría con la lucha a menos que sus demandas -el alivio progresivo del bloqueo israelí- se cumplieran.
Estas incluyen la exigencia de que la apertura de las fronteras, el puerto y el aeropuerto se comprometan al mismo tiempo que el cese permanente de las hostilidades, y no después como pretendía la última propuesta presentada por la mediación egipcia.
Israel, por su parte, sigue reiterando su demanda de que las milicias palestinas se desarmen, algo que incluso expertos israelíes creen inviable en estos momentos.
A parte de por los elementos más radicales de ambos bandos, que no quieren cesar los combates, israelíes y palestinos están igualmente presionados por la comunidad internacional, que desea el fin inmediato del conflicto armado.
Pocas horas antes de que se conociera la noticia, el pesimismo, la desconfianza y la resignación eran los sentimientos que predominan entre la población gazatí.
“Cuando terminó el primer alto el fuego, la gente salió a las calles a reemplazar algunas de las cosas que habían perdido. Pero ahora nadie se anima a comprar”, explicaba Isamil Omar, de 24 años, a la entrada de su comercio, vacío.
Su casa es una de las pocas construcciones que no han sido afectadas en el devastado barrio de Shuahiye, pero desde hace más de dos semanas se ha trasladado a Zeitun porque dice, “no quiere vivir en una zona fantasma” en la que no hay agua ni electricidad.
“Israel es como un hombre que se pasea por las calles golpeando a niños pequeños y nadie le puede parar… Y no podemos confiar en que Israel vaya a aceptar ninguna de nuestras propuestas”, asegura.
Tras un carrito cargado de mangos y peras, Ismail no albergaba más ilusiones que su tocayo.
“Esta es la situación normal en Gaza, no podemos hacer nada” se muestra resignado.
“No espero gran cosa de esto (las negociaciones)”. Parar con las muertes, abrir las fronteras. Queremos trabajos, una vida. Una vida normal, eso es a lo que aspiramos”, concluye mientras vuelve a servir a los clientes que se aproximan.
Y entre los escépticos, había quien se decidía por otra opción, y esa era la de la lucha.
Mahmud Abu Aoba aún estudia en la universidad pero su profesión es la de pescadero, afectado directamente por el debate sobre la construcción del un puerto marítimo con tráfico internacional, una de las peticiones prioritarias de Hamás.
“Esto (el puerto) nos daría más libertad, sin duda, pero no podemos esperar nada de Israel, porque ya hicieron promesas en el pasado que no cumplieron. Así que ya que no tenemos nada que perder, mejor continuar con la resistencia”, exponía con dureza junto al escaso pescado conseguido hoy en el mar.
“Mi amigo ha muerto, ¿y a quién le importa? Es sólo un número. Apoyo a los milicianos, que completen su batalla. Defenderé sus armas hasta la muerte. Quizá renueven el alto el fuego, pero no creo que por mucho tiempo”, apostilló.
Con información de EFE