¿Cómo se investiga un accidente aéreo como el del avión ruso caído en Egipto?
Los últimos reportes de investigadores franceses señalan que una "violenta y súbita" explosión causó la caída del vuelo de Metrojet. Pero, ¿cómo se avanza en estas hipótesis? ¿Cómo hacen los expertos para sacar conclusiones?
Los últimos informes sobre el avión ruso que se estrelló en Egipto la semana pasada indican que el siniestro “no se debió a fallos técnicos”.
Investigadores franceses le dijeron a la BBC que la caja negra recuperada del vuelo de Metrojet sugiere que existió una “violenta y súbita” explosión que habría causado su caída.
Y las autoridades británicas, que también investigan el caso, dijeron haber interceptado llamadas ente yihadistas que indicaban que se había colocado una bomba en la bodega de la nave antes del despegue.
Ya con anterioridad, grupos extremistas vinculados al autodenominado Estado Islámico se adjudican la autoría del atentado en contra del Airbus A321 que cubría la ruta entre la localidad turística de Sharm el-Sheikh y la ciudad rusa de San Petersburgo.
El avión se precipitó sobre la península de Sinaí, causando la muerte de las 224 personas a bordo.
Pero, ¿cómo se sabrá realmente qué ocurrió? ¿Cómo llevan adelante la investigación los expertos cuando se enfrentan a un escenario como éste?
¿Y cómo hacen para sacar conclusiones a partir de la evidencia que encuentran en el terreno?
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Los primeros datos
La primera prioridad es asegurar la escena de la tragedia antes de que los investigadores logren llegar hasta allí, la que es una labor de la policía local o los militares.
Aunque, a veces, la ubicación y la naturaleza del accidente hacen que esto sea complicado.
Los restos de la aeronave se esparcieron sobre cuatro hectáreas de terreno, a unos 1.550 metros de altura sobre la pendiente de un barranco rocoso.
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Ya luego, además de juntar evidencia, los investigadores a cargo de un siniestro de este tipo pedirán a la aerolínea que suministre copias de una serie de documentos, como el historial de mantenimiento o la lista de pasajeros.
También revisarán las comunicaciones entre la aeronave y los controladores aéreos, así como la información de las condiciones meteorológicas al momento del accidente.
Este proceso es aún más complicado cuando el accidente ocurre sobre aguas, como fue el caso del vuelo 447 de Air France, que se desplomó sobre el Atlántico mientras cubría la ruta Río de Janeiro-París, en junio de 2009.
Tomó casi dos años encontrar la caja negra y otro año más hasta que el informe de los investigadores finalmente fue publicado por la autoridad de la aviación francesa.
Las pistas en el fuselaje
Una vez que los investigadores están en condiciones de evaluar la evidencia física, tienen que mantenerse abiertos a cualquier posibilidad y no enfocarse de inmediato en una sola teoría que explique el accidente.
Pronto en la investigación, los restos del fuselaje pasarán a ensamblarse tanto como se pueda, generalmente en un recinto cubierto lo más cerca posible del lugar del accidente.
En el caso del atentado de Lockerbie, ocurrido en 1988 en Escocia, se llevaron las partes a una antigua base militar, donde se unieron “en dos dimensiones” apoyadas sobre el suelo; luego fueron trasladadas a la localidad de Farnborough, en Inglaterra, donde se pudo “reconstruir” el avión en 3D a partir de los trozos recuperados.
Además, claro, de la llamada caja negra y las grabadoras de voz de la cabina de pilotaje.
La evidencia humana
Los resultados de las autopsias que se hacen a los pasajeros y los miembros de la tripulación también pueden ayudar a deducir lo que sucedió a bordo.
Por ejemplo, el informe holandés sobre la caída del vuelo MH17 de Malaysian Airlines sobre Ucrania, ocurrido en julio de 2014, fue capaz de determinar la naturaleza del impacto en parte por el tipo de heridas que mostraban los cuerpos de la tripulación que estaba en la cabina de mando.
Después de la primera fase de búsqueda de datos en los cadáveres, por lo general ya es posible tener una línea de investigación clara sobre el proceso físico que hizo caer la nave. Por ejemplo, una explosión.
“En la mayoría de los casos, la evidencia de lo que ocurrió estará allí, en la escena del desastre. Pero entonces habrá que determinar las razones detrás de la evidencia”, dice Frank Taylor, investigador de accidentes aéreos que trabajó en el caso Lockerbie y ahora está retirado.
Según las leyes de algunos países, como Reino Unido, los investigadores del accidente tienen control sobre las pruebas por tanto tiempo como consideren necesario, pero en el proceso de investigación de causas es posible que otras agencias comiencen a intervenir.
Si los investigadores creen que han encontrado una falla de diseño o mantenimiento, pueden emitir recomendaciones inmediatas para tratar de prevenir problemas similares en otras aeronaves sin esperar a que esté listo el informe final.
A veces, como ocurrió el 11 de septiembre de 2001 durante los ataques a las Torres Gemelas y el Pentágono, es inmediatamente evidente que se trata de un atentado o un hecho criminal.
En ese caso, los fiscales y la policía normalmente abrirán investigaciones paralelas, haciendo una labor de inteligencia en busca de pistas para identificar a los responsables.