Editorial: Por la justicia independiente

El presidente Trump sigue actuando como si fuera un empresario en un juicio privado sin querer comprender el impacto que tienen sus expresiones.

El presidente Donald Trump.

No terminan los desafíos legales a la medida del presidente Crédito: Andrew Harrerr | EFE

Una de las diferencias entre la democracia estadounidense y algunos sistemas latinoamericanos es la independencia y el respeto al Poder Judicial. La división de los poderes que nos gobiernan da un sentido de estabilidad porque uno vigila al otro y existen recursos para lidiar cuando hay un comportamiento inadecuado. La justicia suele ser la última palabra.

Esto no quiere decir que la selección de jueces no sea política.

El partido que está en la Casa Blanca designa los jueces federales de acuerdo a la ideas del presidente y el Congreso los confirma o los rechaza. Los magistrados cuando pasan este proceso están de por vida en el cargo, sin tener que rendir cuentas a nadie sobre sus decisiones que pueden involucrar al Poder Legislativo y al Poder Ejecutivo.

Este es el caso de la orden presidencial que limita el ingreso de personas de siete países de mayoría musulmana cuya constitucionalidad que está siendo revisada por el Noveno Circuito Federal de Apelaciones. Es usual en estos casos que los presidentes defiendan diplomáticamente su argumento y esperen el resultado reafirmando la independencia judicial.

Con el presidente Donald Trump es distinto. El problema suele ser el que se repite, pero por eso no deja de ser serio. El mandatario sigue actuando como si fuera un empresario en un juicio privado sin querer comprender el impacto que tienen sus expresiones.

En la campaña Trump dijo que un magistrado que no fallaba en su favor el caso de la Universidad Trump era un juez “mexicano” que “lo odiaba” por su postura política. Hace una semana dijo que “un llamado juez” bloqueó su orden presidencial. Luego denunció al panel de Apelación que la politización de los tribunales pone en peligro la seguridad del país y los responsabilizó de cualquier atentado terrorista que ocurra en el país.

De ahí las expresiones del juez designado por el mismo Trump para la Suprema Corte de Justicia, Neil Gorsuch, que dijo que la crítica hacia los jueces es “descorazonante” y “desmoralizadora”. Demás está decir, que Trump atacó personalmente al senador demócrata que lo repitió, en vez de al nominado que lo hizo originalmente.

El nivel del discurso político se ha derrumbado desde la campaña presidencial. Los comentarios de Trump hacia los jueces son dignos de líderes autoritarios tercermundistas. Esos que quieren intimidar a los jueces en sitios en donde la independencia de los poderes es una ficción. Ese no es nuestro país.

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