Solalinde: Que el Nobel se fije en mí es un “trancazo” al Gobierno

Acepta que,tras 12 años de defender a los migrantes, se ha “radicalizado”, por el endurecimiento, la simulación “y ahora el cinismo de este Gobierno”

El padre Alejandro Solalinde.

El padre Alejandro Solalinde. Crédito: Archivo | EFE

México – quienes pasan por México en dirección a Estados Unidos, el fundador del albergue “Hermanos en el Camino” –ubicado en Ixtepec, Oaxaca– dice que fue con la población migrante con la que aprendió a diseccionar la violencia e impunidad que se viven en este país.

“Cuando empiezo a trabajar con ellos, y a no sólo verlos como víctimas, sino también a ver por qué eran víctimas y quiénes eran los victimarios, empecé a analizar la situación, y de ahí empecé a crecer como misionero, como activista o voz profética, y empecé a fortalecerme y a tener el valor de decirle a los poderosos, a los ricos, a los de arriba, a los victimarios, a decirles lo que estaban haciendo, y también defender a los migrantes y a las víctimas”, dice Solalinde, de 71 años.

“Pero en los últimos años he ido radicalizando mi discurso, ante el endurecimiento, la simulación y ahora el cinismo de este Gobierno”, agrega en entrevista.

Desde el sexenio pasado, caracterizado por el vertiginoso aumento en los asesinatos, secuestros y extorsiones, entre otros delitos, el sacerdote católico empezó a llamar la atención sobre la vulnerabilidad en la que el aumento de la delincuencia organizada –en la que implica a las autoridades– dejaba a la población migrante.

“A lo largo de su viaje, muchas de estas personas son víctimas de asaltos, agresiones físicas y sexuales, abusos de autoridad, extorsiones, secuestros cometidos por parte de bandas delictivas y de la delincuencia organizada y, también, por autoridades públicas como policías de los distintos niveles y agentes del Instituto Nacional de Migración”, dice la portada de la página electrónica del albergue.

Desde 2014, agrega, la aplicación del Programa Frontera Sur no sólo ha forzado a caminar a quienes antes llegaban a México en el tren de carga llamado “La Bestia”, sino que también “ha iniciado una cacería indiscriminada de migrantes, aumentando los riesgos del camino”.

El sacerdote ha mantenido sus críticas al sistema político y su trabajo de asistencia y defensa de migrantes pese a haber empezado a recibir amenazas desde 2008, cuando, de acuerdo con la organización Amnistía Internacional, un grupo de policías, habitantes y el alcalde de Ixtepec lo amagaron con prenderle fuego al albergue si no lo cerraba.

Ha acusado de “racismo” al Instituto Nacional de Migración mexicano y, en el sexenio actual, ha insistido en cuestionar la actuación del Gobierno federal en la investigación por la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.

“El Gobierno sabe muchas cosas; si está reteniendo la verdad, es su responsabilidad, hay que decirlo este: manejo ya se contaminó y su manejo no es de justicia, es político”, fue una de sus afirmaciones en 2014, año del crimen.

El pasado 10 de marzo, la prensa nacional difundió que el Comité Noruego había aceptado su nominación al Premio Nobel de la Paz, propuesta por la Universidad Autónoma del Estado de México, alma máter del presbítero.

Y por tratarse de una voz crítica del Gobierno federal mexicano, por la situación de crisis de derechos humanos que vive el país –donde ya decenas de miles de asesinatos impunes y más de 26 mil personas desaparecidas– y por la negativa de la actual administración para aceptarla, es que esa nominación, considera Solalinde, resulta un “golpe” para el Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto.

“El hecho de que el Comité del Nobel haya aceptado mi postulación para el Premio Nobel de la Paz es un golpe, es un trancazo para este Gobierno y para este sistema corrupto reconocido en todos lados, porque saben perfectamente que soy de las principales personas que están haciendo una crítica muy puntual y constantemente a este Gobierno”, dice en la entrevista.

“Es un reconocimiento también a la parte de México que está luchando por los derechos humanos contra esta crisis de derechos humanos que vivimos”, agrega.

El sacerdote identifica a las políticas económicas de las últimas décadas –caracterizadas por las privatizaciones y el bajo crecimiento– como parte de la crisis de derechos humanos y agrega que la elección federal de 2018 presenta una oportunidad para modificarlas.

“Estos años han servido para fomentar este modelo neoliberal capitalista que ha generado una gran miseria, una gran pobreza, una enorme desigualdad y también mucha violencia, porque desde Felipe Calderón a la fecha no ha parado la violencia”, dice en la entrevista.

“Entonces, no hay otra esperanza para nosotros que esperemos un cambio que nos han regateado los gobiernos panistas y los gobiernos priistas, tener nuestras expectativas en 2018, y espero que haya un cambio de verdad en el Gobierno y un nuevo modelo económico que empiece a generar una condición económica diferente, que se preocupe no de las limosnas, porque nuestros campesinos indígenas obreros y mujeres no necesitan limosnas: necesitan justicia; necesitan oportunidades”, agrega.

–¿Qué nos indican sobre México y sobre el mundo estos problemas de migración que hay?

–Estamos en una gran revolución. Estamos en un momento de transición. Este sistema neoliberal capitalista va en declive, no creo que vaya a durar mucho y pienso que hay muchas personas que están luchando por un modelo diferente; hay modelos diferentes, más equitativos, más justos, menos depredadores y menos ecocidas.

Pero, por otro lado, también estamos buscando un nueva visión de la humanidad, somos una segmentación, esa es la radiografía del momento: una fragmentación mundial, fragmentación regional y fragmentación de México, y tenemos que tener una visión más amplia de familia humana, de una familia donde de verdad nos reconozcamos unas y otras, unos y otros como familiares.

–¿Cómo explicaría la vinculación entre este modelo económico y esta crisis de derechos humanos?

–Estos poderes fácticos, capitalistas, pero también el Gobierno norteamericano que ha hecho sumiso al Gobierno de México; lo corrompió; corrompió a la clase política, y después ésta corrompió a una buena parte del pueblo. Ahora, estos gobiernos, los gobiernos panistas, pero también este Gobierno de Peña Nieto, estos años han servido para fomentar este modelo neoliberal capitalista que ha generado una gran miseria, una gran pobreza, una enorme desigualdad y también mucha violencia, porque desde Felipe Calderón a la fecha no ha parado la violencia.

Entonces, no hay otra esperanza para nosotros que esperemos un cambio que nos han regateado los gobiernos panistas y los gobiernos priistas, tener nuestras expectativas en 2018, y espero que haya un cambio de verdad en el Gobierno y un nuevo modelo económico que empiece a generar una condición económica diferente, que se preocupe no de las limosnas, porque nuestros campesinos indígenas obreros y mujeres no necesitan limosnas: necesitan justicia; necesitan oportunidades, oportunidades para trabajar y que se les pague justamente, no la miseria de cuatro dólares al día que ya quisiera que un político o un magistrado pudiera vivir con esa cantidad…

–¿A qué atribuye la negativa del Gobierno a aceptar que hay una crisis de derechos humanos, si diversas organizaciones internacionales la están señalando?

–Pues a que es un Gobierno cínico; pero, además de eso, a que tiene grandes intereses. El hecho de que el Comité Nobel haya aceptado mi postulación para el Premio Nobel de la Paz es un golpe, es un trancazo para este Gobierno y para este sistema corrupto, porque saben perfectamente que soy de las principales personas que están haciendo una crítica muy puntual, y constantemente a este Gobierno. La otra persona que yo diría que está haciendo esto es Andrés Manuel [López Obrador].

–¿Cree que esta postulación es una protección para defensores de derechos humanos que también son víctimas de hostigamiento en México?

–Yo creo que sí, que ya lo es. De mi parte, voy a estar abierto completamente a mis hermanos y hermanas que están defendiendo esos derechos. De hecho, lo estoy haciendo, cuando me invitan a algún lugar, estoy viendo y protegiendo a los activistas; por ejemplo, con la comunidad yaqui, en Sonora, voy a estar con ellos en unos días más y pienso continuar en la lucha. Y estoy visitando a presos políticos, les voy a dar mucha importancia, porque han sido metidos a la cárcel por políticos corruptos, poderosos, prepotentes.

Las cárceles, por ejemplo de Puebla, ahí está [el Gobernador, Rafael] Moreno Valle, con las cárceles llenas de activistas, o de indígenas o de defensores de derechos humanos, personas que en un momento dado no se prestaron a sus negocios, los tiene él así, en condiciones de hacinamiento y condiciones infrahumanas. Moreno Valle es un represor y por supuesto estaré visitando a las víctimas; también de Peña Nieto, porque ahí está una víctima de su poder, de su prepotencia, que es el doctor [Manuel] Mireles, que no le perdona que se haya sublevado contra su amigo Alfredo Castillo [ex Comisionado de la Presidencia en Michoacán], porque la ofensa es al propio Presidente, y eso no se lo perdona y lo tiene ahí en venganza por haberse sublevado, por no haberse sometido a los caprichos de Castillo.

–¿Qué futuro inmediato le ve a México, con las deportaciones?

–Yo estoy viendo ya que a esta situación crítica que vivimos, económica, política, de derechos humanos, habrá dos factores de la migración que van a golpear a México: uno, la merma en las remesas y, el otro, la llegada de migrantes que se fueron porque aquí no tuvieron oportunidades y ahora seguramente van a exigir oportunidades o, de lo contrario, estarán entrando al crimen organizado. Yo creo que es una presión extra para el Gobierno de México, que a ver cómo lo va a resolver, pero también va a ser un reto, para los cristianos, para los católicos, de dar acogida a estos hermanos y hermanas que están llegando y que necesitan de nuestro amor y de nuestro apoyo.
–¿Cuál debería ser la actitud de la sociedad mexicana?

–Simplemente aplicar su fe cristiana. Los católicos hemos sido muy buenos rezanderos, hemos sido muy buenos piadosos, queremos mucho a la Virgen, pero simplemente no hemos construido el templo social que ella nos pidió: un espacio donde ella puede mostrar, a través de nosotros, su ayuda, protección, amor y consuelo; esas cosas no las hemos dado. Nos conformamos con llevar una veladora, una flor a la Virgen de Guadalupe, una limosna, y no nos acordamos que tenemos ese compromiso de construir un templo, que es México, un México igualitario, un México justo, un México que, de veras, le responda a Dios con la fe y no nada más con los rezos.

–¿Dónde ubicaría el inicio de su vocación por el trabajo por los demás?

–Hace muchos años, cuando era seminarista, varios obispos, José Pablo Rovalo, Sergio Méndez Arceo, José Llaguno, Manuel Talamás, Bartolomé Carrasco, Samuel Ruiz, por supuesto, ellos me enseñaron muchas cosas. Yo me junté con ellos desde que era seminarista y les aprendí; aprendí el leer el magisterio de la iglesia desde el compromiso con los pobres. Y entonces, la lectura es diferente desde abajo a hacerla desde arriba. Entonces, de una manera muy importante fue cuando tengo que ir a la Mixteca Alta, yo queriendo y buscando ese lugar más pobre de la Republica Mexicana, encontré la Mixteca Alta, y los pobres me enseñaron muchas cosas muy importantes, y obviamente me invitaron a vivir el Evangelio de otra manera, a leer la vida de otra manera y a vivir de otra manera. Nunca fui tan pobre físicamente ni vi gente tan pobre, pero nunca fui tan rico como ahí y como con los migrantes.

Otro momento fue también con los migrantes, cuando empiezo a trabajar con ellos, y a verlos no sólo como víctimas, sino también a ver por qué eran las víctimas, y quiénes eran los victimarios, y empecé a analizar también toda la situación y ahí empecé a crecer como misionero, como activista o voz profética, y empecé a fortalecerme y a tener el valor de decirle a los poderosos, a los ricos, a los de arriba, a los victimarios, decirles lo que estaban haciendo y también defender a los migrantes y a la víctimas.

–¿Cuando fue esto?

–Eso fue hace 12 años, pero en los últimos años he ido radicalizando mi discurso ante el endurecimiento, la simulación y ahora el cinismo de este Gobierno.

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