Se busca nuevo gurú tecnológico
Con la muerte de Steve Jobs, se ha creado un gran vacío en Silicon Valley
La muerte de Steve Jobs supone la desaparición del principal referente y creador de tendencias de Silicon Valley, un centro neurálgico californiano de empresas tecnológicas que tiene desde hoy la difícil tarea de llenar el vacío dejado por el cofundador de Apple.
Una carrera sucesoria en la que ni Larry Page desde Google, ni Mark Zuckerberg en Facebook, ni la nueva cabeza visible de Apple, Tim Cook, o la veterana Meg Whitman, ahora en Hewlett-Packard, parecen estar en disposición para tomar el relevo.
Jobs fue para muchos un gurú, un visionario capaz de motivar a millones de personas a comprar sus productos gracias a su carisma y una filosofía que iba más allá del mero acabado de los dispositivos.
Su adiós supone una pérdida inmediata de influencia para Silicon Valley en el competitivo sector del software y el hardware a escala global que hasta ahora ha gravitado en torno a esa pequeña zona situada en los alrededores de San Francisco.
Jobs renunció al cargo de consejero delegado de Apple el 24 de agosto por su incapacidad para ejercer las labores en la dirección de la compañía, posiblemente ante un severo deterioro de su estado de salud, pero continuó en activo como presidente del consejo de administración.
Tras su fallecimiento este miércoles, a los 56 años, el futuro de la empresa del iPhone y iPad recayó completamente sobre los hombros de su reemplazo como consejero delegado, Tim Cook, uno de los hombres de confianza de Jobs a quien él recomendó para tomar las riendas de Apple.
Cook se encargó de la presentación del nuevo iPhone, el iPhone 4S, en un evento en la sede de la compañía de Cupertino que resultó decepcionante para numerosos analistas, que echaron en falta la habitual capacidad de Jobs, ausente del acto, para sorprender con los nuevos productos.
A pesar de los esfuerzos de Cook, es previsible que los próximos aciertos de Apple se atribuyan a la herencia dejada por Jobs, mientras que los fracasos recaerán en la nueva dirección de la empresa a la que se terminaría criticando por su incapacidad para estar a la altura de la obra del difunto líder de la compañía. Fuera de Apple parece lógico pensar en el cocreador de Google y consejero delegado de ese gigante de Internet, Larry Page, como el nuevo visionario de Silicon Valley.
Page, de 38 años, reúne muchas condiciones, encabeza una de las empresas tecnológicas más populares, con voluntad innovadora y con posición dominante en la web lo que le otorga una alta capacidad para influir sobre millones de personas en todo el planeta.
Sin embargo Page, que se puso al frente de la gestión de Google este año, es poco amigo de los eventos públicos y ha sido calificado como de introvertido, lo que hace complicado que sea capaz de generar la empatía que producía Steve Jobs. Page se queda incluso lejos del carisma de Eric Schmidt, quien durante la última década condujo la nave de Google.
Algo parecido se podría decir de Mark Zuckerberg, el talentoso joven de 27 años que supo convertir una red social de Internet, Facebook, en un negocio multimillonario.
Si bien Zuckerberg es más popular que Page -su vida ya fue objeto de una película, “The Social Network“-, adolece de habilidad comunicadora.
Zuckerberg considera a Jobs su “mentor” y tiene aún mucho camino por delante para mejorar, aunque la actividad de Facebook es mucho más limitada que la de Google o Apple, lo que restringe su capacidad para condicionar el futuro de la tecnología.
Más experiencia atesora Meg Whitman, exlíder de eBay y ahora cabeza visible de Hewlett-Packard (HP), compañía que atraviesa un momento complicado con problemas en su división de ordenadores y el fracaso de su área de negocio de telefonía móvil y tabletas informáticas.
Esa situación compromete la disposición actual de HP para ser el ejemplo a seguir en el valle del silicio.
Whitman fue candidata a gobernadora de California en 2010 y es carismática, aunque su perfil más empresarial que informático le resta atributos para encandilar a las masas.