‘Monseñor es un Santo’
Líderes centroamericanos esperan que la Iglesia Católica beatifique a Romero
Aunque todavía no se le ha beatificado, Monseñor Óscar Romero es considerado un Santo, en un aniversario más de su asesinato en San Salvador.
“Para nosotros ya es un Santo, aunque para la alta jerarquía de la iglesia, [beatificarlo] es algo controvertido”, expresó el sacerdote Scott Santorosa de la iglesia de Nuestra Señora Reina de Los Ángeles, en La Placita Olvera, de donde ayer salió un grupo de unos 50 salvadoreños en procesión hasta la iglesia Misión Dolores, ubicada en el área de Boyle Heigths donde se realizó una misa en su honor.
Santarosa comentó que espera que en algún momento el Papa Bendicto XVI – que ahora se encuentra de visita en México– haga el nombramiento, pero duda que eso llegue pronto.
“Es delicado, hay Santos que no son controversiales como Teresa de Calcuta… pero él lo es”, dijo. ” Hay muchas personas en contra todavía y nombrarlo Santo, sería juzgar negativamente a muchos que tenían el poder en su tiempo y que siguen teniendo ahora en el gobierno”.
Monseñor Óscar Romero fue asesinado un lunes 24 de marzo de 1980 mientras oficiaba una misa. Justo antes de la Consagración, una bala le destrozó el corazón y cayó en medio de la conmoción de los feligreses que se encontraban en la capilla del hospital de La Divina Providencia, en San Salvador.
A 32 años de esa tragedia y a 2,787 millas de distancia de donde ocurrió el asesinato, sus devotos en Los Ángeles lo recuerdan como el mártir de “la voz de los sin voz” y también a un Romero vivo.
“Mientras pensemos en él, mientras estemos aquí celebrándolo y mientras le hagamos oración, él no ha mueto, él sigue vivo”, expresó el salvadoreño, Julio Guevara, quien dejó su natal país en 1984 en medio de la guerra civil.
Antes de que la procesión saliera de la iglesia de la Placita, el sacerdote Richard Estrada, les dio la bendición y también recordó como ayer, en ese mismo lugar, recibieron la noticia más devastadora.
“Aquí mismo, hace 32 años, la gente se reunió incrédula de lo que había ocurrido, oraron y lloraron con profunda tristeza”, expresó el sacedorte.
Para Paula Ríos, la fecha significa un doble sufrimiento.
“Mi hermano fue asesinado cuando asistía al entierro de Monseñor”, expresa mientras se une a la procesión. “Para mi estos días son de mucho dolor”.
Monseñor Romero es para los salvadoreños más que un mártir. Trae a la mente los 12 años de terror de la guerra civil que se desató en ese país, en la que murieron miles de salvadoreños. Una guerra que concluyó con la firma de los acuerdos de paz en 1992.
“Yo dejé mi país, estaba amenzada de muerte, era una estudiante universitaria que estaba en contra de lo que pasaba”, recuerda con cierta nostalgia Etelvina Villalobos, que abandonó El Salvador hace 31 años.
“Los mensajes de Monseñor eran nuestra defensa, después de su muerte hubo mucha represalia y había que irse”, expresa Villalobos quien ahora es coordinadora de la Comunidad Salvadoreña en la Placita Olvera.
Monseñor Romero defendió los derechos civiles de los salvadoreños, con críticos discursos.
Un día antes de su asesinato había hecho un fuerte llamado al ejército salvadoreño, aquien dijo: “En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión”.
Pero su mensaje en favor de los más desprotegidos de entonces, es retomado ahora para hablar de las injusticias actuales.
“Con esta procesión estamos conmemorando también su visión”, expuso el sacerdote Santarosa. “Todavía hay injusticias y necesitamos motivarnos para hacer los cambios necesarios hoy en día, la lucha migratoria es una de ellas. Nuestro sistema está utilizando a muchos inmigrantes y no les da sus derechos”.
Hoy continuarán las celebraciones luctuosas. A las 5:00 p.m. se inaugurará Monseñor Romero Square, en la esquina de los bulevares Vermont y Pico, un espacio dedicado al mártir salvadoreño.