Llorar es muy sano
Las lágrimas desempeñan un importante papel en la eliminación de sustancias nocivas que se producen cuando estamos bajo los efectos del estrés.
¿Alguna vez has llorado de risa? El llanto no sólo aparece tras un evento triste, también puede después de un intenso rato de carcajadas, una experiencia que haya provocado un profundo enojo, placer o una terrible angustia, más allá de su origen, lo importante es que no se reprima y y no se asuma como una manifestación de poca fortaleza o extrema fragilidad.
“Es muy probable que la última vez que lloraste te sentiste agotado, pero seguramente también te sentiste mejor, pues el llanto es una clara forma de catarsis”, explica Magdalena Egozcué Romero, autora del libro Primeros Auxilios Psicológicos, de Editorial Paidós y agrega: “El doctor William Frey II descubrió que las lágrimas motivadas por una emoción contienen mayor concentración de proteínas y desempeñan un importante papel en la eliminación de las sustancias nocivas que se producen durante las diferentes fases del estrés”.
Si tenemos en frente a una persona, a quien queremos y además, nos interesa su bienestar, si rompe en llanto, no siempre sabemos qué hacer y buscamos en nuestra mente una frase que detenga sus lágrimas, porque pensamos equivocadamente que de esta forma le evitamos dolor, y sin embargo, la represión de sus emociones no es el camino más sano para que encuentre desahogo, paz o alivio.
La autora explica que el llanto constituye una parte importante del dolor y las penas, es una de las principales formas que tiene el cuerpo de liberar tensión y que existe una “estrecha relación entre represión del llanto, o una actitud negativa hacia él, con la aparición de enfermedades gastrointestinales como úlceras y colitis”.
Jonathan Rottenberg y Lauren M. Bylsma de la Universidad del Sur de Florida, investigaron y analizaron los testimonios detallados de más de tres mil personas que vivieron experiencias ligadas al llanto y probaron que los efectos beneficiosos de llorar dependen de cuándo, dónde y por qué lo hace cada individuo en particular, por lo que hay que poner de lado esas frases que de nada ayudan como: “Sé fuerte”, “lo que no te mata, te hace más fuerte” o “necesitas resistir”, y mejor utilizar algunas que propicien el desahogo como “tómate todo el tiempo que necesites para que hablemos” o ¿cómo te sientes?
Si le prestamos atención a esa persona y dedicamos sin distracciones, todos nuestros sentidos, no sólo encontrará desahogo, también un momento de consuelo.
Y en el caso que seamos nosotros quienes tenemos unos inevitables deseos por llorar, no hay que reprimirlos, alejemos de nuestra mente prejuicios sobre si esto es síntoma de una persona sin carácter, poca fortaleza espiritual o ‘sensible’ que no sabe manejar sus vida emocional; todos tenemos la libertad para llorar cuando lo necesitemos, y al hacerlo, si logramos exteriorizar lo que nos provoca ese estado de ánimo, así como verbalizar cada uno de nuestros pensamientos y daremos cause a lo que experimentamos y tendremos claro a todo aquello que nos conmueve al punto de sacarnos las lágrimas.
María Magdalena Egozcué Romero revela que: “Suprimir el llanto (conducta común a múltiples culturas y sociedades) nos lleva a inhibir la gama de emociones que experimentamos cuando nos sentimos heridos, con miedo, ansiedad, enojo, felicidad, etc. Necesitamos aprender a llorar”, y finaliza: “¿Por qué lloramos? La respuesta más pragmática es: Para continuar adelante con nuestra vida.”
Para leer:
• El arte de consolar, Val Walker, de Editorial Vergara.
• El duelo silente, etapas del proceso del duelo, Oscar Tovar, de Editorial Trillas.
“Conocerte a ti mismo, esculpe tu carácter”.
Bojorge@teleton.org.mx