Exigen visa de paso para migrantes

Actualmente alrededor de 250 mil centroamericanos cruzan el país clandestinamente a bordo del tren de carga, acosados por el crimen organizado

MÉXICO, D.F.- “Los delincuentes nos agarraron en Coatzacoalcos, nos golpearon, amarraron y pidieron el número telefónico y, a quienes no tenían, los llevaron a la orilla de un río, donde a uno de ellos lo despedazaron a machetazos y lo echaron a los cocodrilos”.

El testimonio recopilado en un albergue para migrantes en Saltillo, Coahuila (norte), sirvió como uno de los ejemplos más desgarradores que apoyan la exigencia de activistas para otorgar a centroamericanos una visa de paso, “transmigrante” que hoy se excluye del reglamento de la Ley de Migración.

Lo anterior fue narrado por el sacerdote Pedro Pantoja en el foro Balance Legislativo en Materia de Derechos Humanos: Avances y Retos, como un foco de atención: una extensión de tránsito por México sacaría a los inmigrantes de las rutas más vulnerables donde son atacados.

Previamente, Raúl Vera, obispo de la región de Saltillo, hizo un llamado a las autoridades para que reconsideren solicitar a guatemaltecos, salvadoreños, hondureños y nicaragüenses que comprueben “solvencia económica” para entrar al país.

“La Ley de Migración, en el artículo 72, habla de que existe una posibilidad de un visitante residente temporal, ¿cómo vamos a pedir que comprueben sus ingresos a esas personas que se cuelgan del tren”, ironizó.

Actualmente alrededor de 250 mil centroamericanos cruzan el país clandestinamente a bordo del tren de carga, acosados por el crimen organizado: entre 2008 y 2009 la Comisión Nacional de Derechos Humanos documentó en seis meses 10 mil secuestros.

Mauricio Farah, el investigador que realizó el estudio, calculó ayer que desde ese tiempo a la fecha pudieron haber ocurrido 80 mil plagios que no se registraron. “Si no le gusta esa cifra al Gobierno, digamos que 40 mil”.

Aún bajo esas circunstancias, Farah sostuvo una postura más moderada sobre las visas de paso. “Hay que pensar en la frontera con Estados Unidos para que los migrantes no se queden atorados ahí, arrojados a la violencia y la muerte”.

En otra opinión, el senador Ricardo García Cervantes, uno de los organizadores del evento, consideró que las condiciones están dadas para emitir un documento “de paso” que quite a México “el peso del horror” que vive el transmigrante.

“No podemos tapar el sol con un dedo”, dijo en entrevista con este diario. “Si los centroamericanos pudieran no cruzarían por nuestro país”.

Los defensores de los derechos humanos están en contra de la detención de migrantes: un documento de tránsito lo evitaría, dicen.

Tomás González, fundador del albergue “El 72”-nombre inspirado en el número de inmigrantes masacrados en San Fernando, Tamulipas, en 2010- detalló la experiencia de 75 indocumentados que fueron asaltados en enero pasado.

“Como víctimas, debieron de darles una visa humanitaria, pero lo que les dieron fue un últimatum: 30 días para abandonar el país, dijo el cura que trabaja en Tenosique, Tabasco, región limítrofe con Guatemala.

González se sumó a las voces que pidieron la desaparición o refundación del Instituto Nacional de Migración. “El encargado del instituto en Tenosigue era jefe de una banda de trata de personas centroamericanas y hoy está prófugo de la justicia”.

Experiencias de tolerancia en el tema como las del Distrito Federal avivan la fe en el visado de paso. El pasado 29 de marzo, el Gobierno publicó un reglamento que convierte a la Ciudad de México como el santuario migrante más grande del mundo.

A partir de esa fecha, quienes lleguen al Distrito Federal tendrán los mismos derechos que los capitalinos, incluso a servicios tan polémicos como el aborto, autorizado en las 12 primeras semanas de gestación. “Ellos son nuestros huéspedes”, dijo Rosa Márquez, autora de las medidas.

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