Reconocen actos de heroísmo de vecinos
Autoridades hacen homenaje a personas que han enfrentado a delincuentes
Cansado de la plaga del grafito en su vecindario, Robert Whitehead, de 44 años, decidió aquél 9 de marzo de 2006 poner un alto a los pandilleros que marcaban con plumón la casa de su vecino, en el área de West Valinda, en la ciudad de La Puente.
Desarmado y solitario, Whitehead pudo con uno de ellos, pero otro no dudó en matarlo a balazos.
Su asesinato no quedó impune y desató una gigantesca investigación que presionó a las bandas de La Puente y descubrió que al menos una tenía fuertes vínculos en el negocio del narcotráfico con la poderosa Mafia Mexicana, que opera desde las prisiones de California.
Por más de 15 meses, cientos de detectives de los condados de Los Ángeles, San Bernardino y Kern le siguieron los pasos a los sospechosos de participar en dicho homicidio, dos de los cuales fueron sentenciados a 21 años de cárcel. Así se detectó el lazo con La Eme.
El pandillero que asesinó a Whitehead murió baleado por otro pandillero, un años después del incidente.
Whitehead fue honrado póstumamente este miércoles por el procurador de Distrito, Steve Cooley, con el Premio al Ciudadano Valiente, una condecoración que se entrega a quienes realizan actos de valentía en ayuda de víctimas, para prevenir un delito, capturar sospechosos o asistir en el proceso penal.
La madre de Whitehead recibió el premio en una comida organizada por el Club Rotario de Pasadena.
Los actos heroicos de otras tres personas también fueron reconocidos por la Procuraduría del condado.
Se trata de John Gibbs, de 47 años y residente de Arcadia, quien fue baleado mientras trataba de detener al hombre que le arrebató el perro a una anciana; y Peter Aston, de 50 años y vecino de Pasadena, quien ayudó a una mujer que fue agredida sexualmente cuando caminaba por un camino apartado y colaboró en la detención del sospechoso.
También fue galardonado Jorge Zapata, de 37 años, cuyo automóvil fue atacado a balazos por dos pandilleros que lo siguieron en otro vehículo al darse cuenta que él pretendía denunciarlos por pintar grafito en un barrio de la ciudad de La Puente.
Un cristal roto por uno de los proyectiles hirió levemente a Zapata, quien logró escapar y reportar el hecho a las autoridades. “Yo los vi y me molestó muchísimo que estaban haciendo eso y en público”, comentó Zapata, en una breve entrevista con La Opinión.
“Andaban poniendo grafito en las paredes donde vivía mi familia”, recordó este residente de La Puente, quien por timidez pedía no hablar con la prensa.
Los atacantes de Zapata no negaron los cargos en su contra y fueron condenados a 25 años en prisión.
También los agresores de Gibbs y el hombre que fue seguido por Aston fueron llevados ante la justicia. Los primeros recibieron una condena conjunta de 36 años de cárcel; el segundo fue considerado culpable de intento de violación y fue sentenciado a permanecer cuatro años tras las rejas.