Sólo pido que no siga la impunidad a mi regreso: Solalinde
En una entrevista brindada antes de salir del país, el sacerdote expresa sus deseos.
MÉXICO, D.F. – Apenas puso un pie en el laberinto de pasillos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde partió hacia Chicago y el sacerdote Alejandro Solalinde, defensor de indocumentados, ya pensaba en su regreso, a pesar de seis amenazas de muerte en dos meses.
“A Dios primero y todo, a ti Señor primero y todo y voy adelante”, reza el fundador del albergue Nuestros Hermanos en el Camino en Ixtepec, Oaxaca, en la frontera sur de México.
Lejos de su proyecto, se encuentra a unos pasos del primer filtro de seguridad en entrevista con La Opinión y toca el nudo de un cordón que pende de su cuello para sujetar una pequeña cruz de madera con las extremidades orizontales ligeramente dobladas hacia el frente.
“Es un cristo que abraza, que se anticipa y acerca a Dios y este nudito significa la disponibilidad de Él y yo lo uso cuando estoy en peligro y a punto de tomar una decisión importante, como ahora que me voy y cuando regrese el 3 de julio”, afirma.
El cura volverá independientemente de las circunstancias de “terror” que lo han obligado a salir del país en un peregrinar entre dos continentes que pretende alejarlo del ambiente de trata de personas, narcotráfico y corrupción gubernamental “en alianza” contra los inmigrantes.
“Quisiera que a mi regreso hubiera menos xenofobia en Ixtepec, que el gobierno de Oaxaca controlara a los caciques y que el gobierno federal y el del estado hagan investigaciones de verdad y no haya impunidad”, fantasea, ruega, denuncia otra vez.