Chinatown vive un cambio más
El Chinatown de Los Ángeles no siempre fue un barrio chino, antes fue de franceses, italianos y croatas. Muchos residentes piensan que un nuevo Wal-Mart destruirá la esencia del barrio, aun cuando muchos chinos se mudan a Monterrey Park y le abren paso a los nuevos residentes latinos.
A primera vista, una gran tienda Wal-Mart quedaría fuera de lugar en medio de las antiguas boutiques de curiosidades, los pequeños restaurantes de dim sum y los coloridos faroles y pagodas que forman parte de uno de los barrios chinos más antiguos de los Estados Unidos.
Pero lo mismo ocurre con la iglesia católica que ofrece misas dominicales en croata. O la que ofrece misas en italiano. También vale la pena señalar la importante estatua de la heroína francesa Juana de Arco que se encuentra a pocos pasos de una de uno de los padres fundadores de la China moderna, Sun Yat-Sen.
Cuando a comienzos de este año Wal-Mart anunció sus planes de abrir una de sus tiendas en las inmediaciones de Chinatown, se desencadenaron señales de alarma en muchos lugares. El concejal de la zona logró con éxito que se prohibiera la instalación de tiendas de gran tamaño en el centro de la ciudad, aunque Wal-Mart pudo sortear este obstáculo al obtener sus permisos antes de que dicha ordenanza entrara en vigor. Varios propietarios de empresas, mientras tanto, manifestaron su inquietud de que Wal-Mart, conocido por sus precios económicos en todos los productos desde neumáticos a juguetes, podría provocar el cierre de sus tiendas y destruir el ambiente de la zona.
Lo que se pasó por alto en gran parte del debate fue que Chinatown no siempre fue un barrio chino. Con el paso del tiempo, la zona también albergó a la comunidad francesa e italiana, en lo que se conoció como Frenchtown y Little Italy, y una parte del vecindario también fue hogar de la comunidad croata. La iglesia católica croata St. Anthony’s comprueba la presencia de esta comunidad, que tiene 102 años de antigüedad y se encuentra a poca distancia de donde se ubicaría la tienda Wal-Mart.
Más recientemente, la población del Chinatown ha visto un aumento en la cantidad de latinos, que ahora representan aproximadamente una cuarta parte de los 11,000 residentes que viven en esta zona, la que tiene una extensión de una milla cuadrada.
Esta milla cuadrada representa fuertemente la famosa diversidad de la ciudad y su historia multicultural, señala la escritora Lisa Lee, de Los Ángeles, que ha tomado muchos elementos de la historia de su propia familia en Chinatown para sus libros como On Gold Mountain y Shanghai Girls, que fue un éxito de ventas en el año 2009.”Creo que como ciudad, no prestamos mucha atención a esa historia o a esa diversidad, pero una vez que la tapamos, desaparece para siempre”, agregó See, reconociendo que le inquieta el impacto que pueda tener una tienda genérica de Wal-Mart en esta zona de importante riqueza cultural en la que pasó muchas horas de su niñez jugando en la tienda de su familia.
El portavoz de Wal-Mart, Steve Restivo, dijo que la tienda no será uno de esos supercentros gigantescos típicos de la empresa, sino un “mercado del vecindario” mucho más pequeño, con aproximadamente una quinta parte del tamaño. Esos tipos de mercados venden generalmente alimentos frescos, frutas y verduras y otros artículos como productos farmacéuticos, comidas para llevar, artículos de papelería y productos secos.
También observó que la tienda, que está programada para abrir sus puertas el año próximo, se ubicará en un edificio que hace años que está vacío. Se eligió Chinatown, señaló Restivo, después de que Wal-Mart determinara que a la zona le faltaban tiendas que vendieran alimentos frescos.
Más allá del impacto de la tienda en el Chinatown, no sería la primera vez que la comunidad china del centro de la ciudad experimentara un cambio o se reestructurara.
El viejo Chinatown, como ahora se lo conoce, era en realidad el nuevo Chinatown cuando le dio la bienvenida al público el 25 de junio de 1938 con una fiesta de gala a la que asistieron, entre muchos otros, Anna Mae Wong, la estrella china-estadounidense de Hollywood.
Sin embargo, lo que a menudo se pasa por alto en los relatos sobre aquel día de inauguración es que el nuevo Chinatown se construyó desde sus cimientos para sustituir al viejo Chinatown, que se demolió para dar lugar a otro punto emblemático de Los Ángeles: la histórica Union Station.
El vecindario entero compuesto de miles de personas que ocupaban edificios repartidos en más de una docena de calles tuvieron que levantar campamento y mudarse al corazón de lo que en aquel entonces era Little Italy y Frenchtown.
“No tenían derechos de propiedad, con lo cual, era fácil trasladarlos”, señaló con sequedad Fenton Eng, administrador de la Sociedad Histórica China del Sur de California, agregando que todavía faltaban años para que se promulgaran leyes que autorizaran a los inmigrantes chinos a convertirse en ciudadanos estadounidenses y tener propiedad.
A medida que los chinos llegaron, los italianos y los franceses se fueron mudando, aunque quedaron algunos de sus vestigios, como la Iglesia Católica Italiana St. Peter’s y la estatua de Juana de Arco que se encuentra justo fuera de Pacific Alliance Medical Center, que hasta el año 1989 se conocía con el nombre de French Hospital.
Desde el mostrador de K. G. Louie’s, la gran boutique de curiosidades que su abuelo inauguró durante la celebración de 1938, Donald Liu se prepara para experimentar la llegada de otro cambio. La generación más joven de familias chinas como la suya, las que construyeron Chinatown, se están mudando a Monterrey Park y a otras zonas residenciales suburbanas con población de mayoría asiática ubicadas inmediatamente al este de Los Ángeles.
“Y veo más hispanos mudándose aquí, especialmente en la escuela cruzando la calle”, afirmó Liu, de 62 años, que todavía vive en Chinatown, mientras atendía la venta de unas pequeñas piezas talladas en jade y madera y otros souvenirs de Chinatown para los turistas.
Cruzando la calle, por el callejón conocido como Chung King Road hay todavía más cambios en marcha. Varias galerías de arte, algunas con buhardillas y en su mayoría con exhibiciones de obras contemporáneas de artistas no asiáticos, han ocupado el callejón durante los últimos 10 años.
“Se está convirtiendo lentamente en un tipo de comunidad de artistas aburguesados”, dijo Eng. Aunque a él, Liu y los demás que conocen la historia de la zona no creen que el vecindario pierda totalmente la herencia cultural china.
“Creo que continuará siendo el centro cultural chino de Los Ángeles”, señaló Liu. “Siempre que hay una manifestación o una celebración, es aquí donde se hace”.
Lo que a él y a los demás sí les preocupa es que Wal-Mart pueda provocar el cierre de muchas pequeñas empresas, como las tiendas diminutas de los inmigrantes de origen étnico chino que llegaron recientemente al país desde Vietnam, Tailandia y Camboya. Venden todo tipo de cosas, desde camisetas y CDs a ropa interior y zapatos económicos.
“Si Wal-Mart se instala, muchas tiendas pequeñas tendrán que cerrar sus puertas”, dijo Ocean Li, que gestiona una diminuta tienda de hierbas no muy lejos del lugar donde se ubicaría Wal-Mart. Jordan Ma, que tiene una pequeña tienda de regalos a la vuelta de la esquina del lugar donde se instalaría Wal-Mart, es de la misma opinión.
“Pero harán lo que quieran hacer”, dijo. “La gente no tiene voz”.
La Cámara de Comercio de Chinatown dio su apoyo al proyecto, señalando que Wal-Mart crearía muchos puestos de trabajo permanentes en la comunidad y también podría generar más tráfico para las tiendas vecinas.
“Yo personalmente no comparto la idea de que traerá personas nuevas a Chinatown o que ayudará a reavivar esta zona”, dijo See, cuya historia familiar en Chinatown se remonta al siglo XIX y cuyos parientes todavía son dueños de tiendas en Chinatown, aunque lejos del lugar elegido por Wal-Mart.
“Creo que cuando las personas van a un lugar como Wal-Mart o Costco, ese es su único destino, y cuando se retiran de esa tienda luego de hacer sus compras, están tan exhaustos que lo único que quieren volver a casa para tirarse a descansar en el sofá”, dice la autora.