La hora del ‘DREAM Act’
Ahora que la marea de inmigrantes indocumentados se ha invertido y un gran numero de ellos abandonan los Estados, urge actualizar la disfuncional ley de migración.
Y, aunque sea solo para hacer creer que realmente nos interesa, incluir y aprobar el programa bautizado como el “DREAM Act”, para legalizar a aquellos que viven en este país desde niños, hijos de padres indocumentados.
Recientemente miles de esos jóvenes se lanzaron a la calle con la petición de que ese “DREAM act” fuera aprobado. Es de lamentar que su petición no haya tenido suficientes votos en nuestro fosilizado Congreso para ser aprobada.
Esos jóvenes son un caso migratorio especial y merecen una atención especial también.
Esos niños, ahora jóvenes, han crecido y vivido aquí; algunos han sido voluntarios en el Ejercito americano, otros andan por ahí cargando el absurdo lastre de su problema migratorio.
Es un hecho que para esos jóvenes no hay otra patria mas que este país, pero para fines legales son solo indocumentados.
Y ese es su problema además de su temor a poder ser deportados.
¿A dónde? Al país de sus padres, que no es el suyo.
El riesgo existe, porque en los últimos años, bajo Bush y Obama, han sido deportados cerca de un millón de indocumentados, más como reacción política a críticas por el número de inmigrantes ilegales en el país y por necedad de un Congreso que se rehusa a sacar el proyecto de ley que hace tiempo tienen congelado.
Ese Congreso en el que republicanos y demócratas no son legisladores, sino enemigos, cuya función política no es buscar consensos ni soluciones sino oponerse a todo y lo hacen a conciencia.
Miles de jóvenes “americanos”, a quienes ese Congreso no deja serlo, han terminado una carrera o la están estudiando y lo que piden es poder quedarse aquí legalmente, lo que, además de ser de elemental justicia, permitiría aprovechar sus conocimientos e idealismo juvenil en bien del país, que es su patria.
Y como resultado de esa postura del Congreso del “no”, no reglamentamos migración y deportamos a miles y separamos familias, pero no resolvemos el problema de fondo solo dejamos correr agua bajo el puente.
Estas deportaciones, siendo legales, contienen una dosis de hipocresía. Nos molestaría, como líderes morales del mundo que pretendemos ser, que deportaciones de esas proporciones ocurrieran en otros países; de inmediato demandaríamos sanciones en las Naciones Unidas.
Si sucede aquí, no No tenemos por que predicar con el ejemplo.
El “DREAM Act” es no solo una acción humanitaria sino de justicia y de interés social. Lo que piden esos jóvenes es solo el legalizar su situación migratoria para poderse quedar aquí, aquí en su país.
En esto todos los políticos están en falta. Los demócratas no han cumplido su promesa de reglamentar migración y los republicanos han bloqueado cuantos intentos se han hecho.
Nuestro fallido Congreso debería, cuando menos, aprobar el “DREAM Act”, aunque dejen la reforma migratoria en el cajón de los eternos pendientes.
He entrevistado a dos alumnos de un Community College de Houston. Ellos son parte del grupo que solicita la aprobación del “DREAM Act” ; me pidieron no mencionar su nombre para evitarse problemas.
Uno de ellos, que llamaré Julián, tiene actualmente 21 años, fue traído por sus padres cuando tenia 2 y nunca ha salido de los Estados Unidos, ni puede hacerlo, por carecer de pasaporte o visa para volver al país que considera su patria.
Su colegio hace, dos veces al año, la “feria del empleo” a la que asisten empresas que buscan alumnos con capacidad y conocimientos para contratar algunos.
Julián ha sido entrevistado en repetidas ocasiones pero su contratación ha naufragado cuando los entrevistadores se dan cuenta de que, pese a su buen ingles y a sus altas calificaciones, es problema contratarlo por ser “indocumentado”.
Al otro lo llamaré Luis.
Su padre, ya fallecido, lo trajo de Honduras. Algo le contaron de una difícil travesía por México hasta llegar a los Estados Unidos.
Por muchos años no estuvo enterado de que sus padres carecían de documentos migratorios, recuerda si, cierto temor de su familia a las autoridades.
Le preocupa que ahora se le clasifique como indocumentado.
Para solucionar ese problema se presentó con reclutadores del Ejercito que fueron a su colegio, a quienes les pareció buen candidato.
Cuando les dijo que se enlistaba siempre y cuando eso resultara en la regularización de su status migratorio, le dijeron que era posible, pero que no se lo podían garantizar.
Ante ello optó por no enlistarse
Los políticos de todos los colores han venido hablando de buscar la forma de frenar la inmigración y de regularizar a nuestros indocumentados aplicándoles multas y limitaciones, pero solo ha sido palabrería política.
Si como dicen, el Presidente tiene interés en solucionar el problema de estos jóvenes, basta ordenar suspender las deportaciones de ese grupo hasta que se apruebe, si es que alguna vez se hace, el “DREAM Act” .
Sería lo civilizado
…Comentarios rodolfo.casparius@gmail.com Twitter: @RCasparius