Por culpa del tren
El plan para ver el desfile era ideal y simple: Abordar el tren de la línea Roja en Hollywood a las 11:30 de la mañana y después de 15 minutos por el pasillo subterráneo, llegar a la estación de la calle 7th. y Figueroa, con tiempo de sobra para buscar sombrita y alistar la garganta para gritarle a los reyes del hielo a su paso en el autobús que desfilaría con la Copa Stanley.
De norte a sur era un tren que derramaba entusiasmo, cargado de fanáticos con cámaras y camisas blanco y negro con la corona de los Kings en el pecho.
A bordo del tren, desconocidos intercambiaban conversaciones del último partido en el que su equipo se coronó campeón y terminaban chocando palmas en el aire.
Algunos se tomaban fotos, otros aplaudían cada vez que nuevas camisetas abordaban el tren.
“Pobres los que van a tener que pagar $25.00 por estacionamiento”, se le escuchó exclamar con sarcasmo a un individuo que se burlaba de los que no fueron tan astutos como él, y no pensaron en llegar en transporte público a este evento en el cual el LAPD anticipaba miles de fanáticos.
Pero el entusiasmo de estas personas fue desapareciendo poco a poco al ritmo que el tren fue disminuyendo la velocidad y finalmente se detuvo a pocos metros de la estación 7th. y Figueroa.
La sospecha que algo andaba mal fue confirmada al ver pasar corriendo al conductor del tren entre los pasillos oscuros y después de unos cinco minutos de espera vino el anuncio por el micrófono: “Damas y caballeros: me indican que hay un tren en mi camino y tenemos que regresar a la estación MacArthur para desviarnos?”
Mientras los pasajeros esperaban el movimiento, los segundos se volvieron minutos y los minutos parecían horas. Algunos miraban sus relojes que casi marcaban la hora del desfile, y más de uno se preguntó: “¿Qué onda con este tren?”
La paciencia llegó a su fin para un moreno que exclamó en voz alta las primeras groserías. Otro fan, optó por expresar su frustración ante una cámara de video en el techo del tren y les regaló el dedo de en medio.
“¡No puede ser!” exclamó una joven que llevaba una corona de plástico en el pelo. “¡Increíble, mi primera vez en el metro y voy en un tren sin rumbo!” comentó otro frustrado. Un pequeño escondió su cara en el pecho de su padre.
Finalmente el tren retrocedió y llegó la indicación de que todos los pasajeros tenían que bajarse del tren. Luego de unos minutos de espera, abordaron el otro tren que finalmente llegó a la estación 7th. y Figueroa a las 12:30, en el momento preciso en que desfilaba una flotilla de camiones amarillos que recogían la basura que dejó a su paso el bus en el que viajaban los jugadores. El desfile histórico había terminado.
José Ubaldo, vocero del Metro confirmó que uno de los trenes desapareció momentáneamente del radar y como precaución se tomó la decisión de interrumpir el tráfico, con lo que algunos trenes resultaron afectados. “Lo que pasó no es muy común, perdimos la señal de un tren y tomamos medidas de precaución para evitar una tragedia, la seguridad es lo primero”, comentó Ubaldo y aseguró que tuvieron una mañana muy atareada. “A pesar de ese pequeño inconveniente, todo lo demás fue perfecto”.
Pero para casi mil fanáticos que iban en ese tren, incluyendo este foto-reportero, la experiencia fue lo más lejano a la perfección, ya que dejó muchas fotos que desear, una anécdota y una gran ansiedad por regresar al timón.