Sobre nación y origen
La nacionalidad, en definitiva, es una identidad nata de la modernidad que difícilmente se transforma
El sábado 7 del corriente se llevó a cabo una pelea de Ultimate Fighting Championship (UFC) entre el campeón Anderson Silva y su contrincante Chael Sonnen.
Uno de los momentos importantes -que por cierto fue polemizado por los comentaristas y gente interesada en esta pelea- fueron los comentarios vertidos por Sonnen en torno a la nacionalidad de Silva.
“Anderson pretende que es de Brasil y, algunas veces, pretende también que no habla su propio idioma. Lo que quiero destacar es que [Anderson Silva] es un brasileño falso.”
Los comentarios candentes de Sonnen enfurecieron a Anderson Silva, a la comunidad brasileña en EEUU y la gente que vive en la tierra de Pelé.
La crítica de Sonnen a Anderson está relacionado con uno de los temas más importantes de las Ciencias Políticas: la nacionalidad.
La nacionalidad, a primera vista, parece un concepto muy fácil de entender, pero cuando uno se pone a analizarla, resulta complicada debido a los diversos procesos y cuestiones históricas que se entremezclan en el momento de discernirla.
Mi profesor de ciencias políticas, Dr. John Buckley, decía: “No hubo nacionalidad -en la forma cómo la conocemos hoy- antes de la construcción del Estado-Nación [país]”.
Para hacer entender su explicación, Dr. Buckley procedió en preguntar a dos de mis compañeros de clase con relación a su nacionalidad. El primero, un muchacho de raíces mexicanas, subrayó: “Soy mexicano-americano”. Y el otro, de ascendencia africana dijo: “Yo soy africano-americano”.
Seguidamente el Dr. Buckley expuso una situación hipotética para esclarecer el tema. “Si los dos van a estudiar a un país de Europa y su profesor les hace la misma pregunta, qué es lo que ustedes responderían”, recalcó.
El que decía que era mexicano-americano respondió que, “en esas circunstancias, yo creo que diría que soy americano.” El que decía que era africano-americano dijo lo mismo.
Según Buckley, la nacionalidad está relacionada al vínculo interno de una persona con el país en donde nació, se desarrolló y se realizó como individuo y ciudadano. Dicha relación está unificada, empero en forma relativa, por las costumbres, cultura, idioma, sistema político y en algunos casos la religión.
Así, la crítica de Sonnen a Silva sobre su nacionalidad fueron un dardo que se incrustó en su corazón. Los sentimientos de nacionalidad, de acuerdo al experimento de mi profesor, crecen cuando el individuo se aleja de su país de origen.
Al igual que Anderson Silva, muchos inmigrantes latinos, a pesar de vivir años en Estados Unidos y adquirir nacionalidad jurídica norteamericana todavía prefieren presentarse como nacionales de su país de origen.
La nacionalidad, en definitiva, es una identidad nata de la modernidad que difícilmente se transforma.