Anaheim: familia pide paz y Policía se justifica

La ciudad vive una tensa calma tras varios días de disturbios callejeros

Genevieve Huízar, madre de Manuel Díaz, mostró una hoja en la que su hijo describió sus deseos de cambiar de vida.

Genevieve Huízar, madre de Manuel Díaz, mostró una hoja en la que su hijo describió sus deseos de cambiar de vida. Crédito: Aurelia Ventura / La Opinión

ANAHEIM, California.- Un joven se acercó al altar que sobre la calle Anna, en el barrio latino de East Side, se ha colocado en honor a Manuel Díaz, el joven de 25 años que ahí mismo murió tras ser baleado por la policía el sábado 21 de julio y que ha generado protestas y disturbios en la ciudad.

El joven prendió una veladora y colocó un rosario junto a la imagen de la Virgen de Guadalupe. “Vine a pagarle respeto”, comentó ayer durante su visita al altar.

Dijo llamarse Alfonso Piña y haber conocido al difunto hace tres semanas en la cárcel, donde Manuel pagaba una condena por violación a su libertad condicional.

En el árbol contiguo al altar un grupo de jóvenes se pasaban de mano en mano la pipa de la que provenía el característico olor de la marihuana.

Uno de ellos dijo que Manuel no vivía en el barrio, pero que era conocido por todos como un joven inteligente, respetuoso, que ya había cumplido su “parole” y que no tenía problemas con la policía.

Cruzando la calle estaba José Gallardo, quien aseguró ser uno de los dos que la policía dice que corrió junto con Manuel esa tarde del sábado 21 de julio, cuando ahí mismo se celebraba una fiesta infantil.

“Yo estaba con Manuel en el pasillo cuando de pronto llegaron dos policías güeros, Manuel ya se iba y de pronto escuché los disparos, me acerqué y estaba tirado, con sangre en la cabeza, yo creo que ya estaba muerto y todavía así lo esposaron y lo empezaron a esculcar”, recordó Gallardo la escena.

La versión de Gallardo contrasta con el parte policíaco respecto a una persecución a pie y con el dicho del sindicato de policías de Anaheim de que Manuel escondía un objeto al frente de la cintura.

Ayer mismo Dana Douglas, abogada de la familia de Manuel que ha presentado una demanda por 50 millones de dólares, indicó que la versión policíaca es una fabricación mientras la madre, Genevieve Huízar, pedía paz a los residentes de Orange, que mantuvieran la calma y no cometieran actos de violencia.

“Por favor, detengan la violencia, eso no me va a regresar a mi hijo”, dijo la madre tras la noche de disturbios.

La señora Huízar defendió a su hijo y lo calificó de un buen muchacho que quería cambiar y casarse con su novia.

Mostró una hoja de papel en la que Manuel habría escrito: “Ama la vida. Cuando despiertes pon una sonrisa en tu rostro. Piensa sobre cómo Dios te ha dado otra oportunidad. Siempre ama la vida”.

La abogada señaló que Manuel no estaba metido en pandillas y sobre su supuesta desobediencia a los policías, indicó que los jóvenes aprenden a evadir ese tipo de encuentros por las experiencias pasadas de abuso de autoridad.

“Aquí hay un componente social, que es racial y económico”, dijo la abogada al explicar que en los vecindarios ricos los niños blancos no huyen de la policía porque no tienen ese temor que hay en los vecindarios pobres de latinos o afroamericanos.

La muerte de Manuel Díaz, quien a decir de la abogada Douglas fue por un balazo en la cabeza estilo ejecución, provocó que durante cuatro días consecutivos la comunidad latina saliera a manifestarse.

La última de las protestas ocurrida la tarde y noche del martes, terminó con la intervención policíaca lanzando gases lacrimógenos y balas de goma a la multitud que respondió con actos vandálicos.

Ayer mismo el jefe de la policía, John Welter, justificó ese operativo policíaco que concluyó en el arresto de 24 personas esa noche y aseguró que no permitirán más desobediencia civil violenta.

Parte de la violencia que se vivió esa noche le tocó a Yolanda Delgado, de 68 años de edad, quien intervino para detener a una adolescente que intentaba robar en el negocio T-Shirts Outlet.

La joven que fue sorprendida robando soltó un puñetazo a la señora y logró huir junto con un grupo de jóvenes que vandalizaban el centro comercial de la avenida Lincoln.

Ensangrentada de la boca y furiosa por lo que pasaba, la señora reclamaba que esa no era la forma de manifestarse en contra de la policía.

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