Muere perro que inspiró a Saramago para crear a “Encontrado”
Camoens inspiró al escritor para el personaje del mejor aliado del alfarero protagonista de su novela “La caverna”
Camoens, el perro de agua en el que José Saramago se inspiró para crear a Encontrado, el mejor aliado del alfarero protagonista de su novela “La caverna”, murió hoy en Lanzarote, según informó la viuda del escritor, Pilar del Río, en un emotivo texto publicado hoy en la web de la Fundación.
“Ha muerto Camoens, el perro que inspiró a Saramago”, titula Pilar del Río su despedida al animal, que llegó a su hogar de Lanzarote al mismo tiempo que el escritor conocía que había sido galardonado con el Premio Camoens (1995).
“Entra, has encontrado tu casa. Así llegó Camoens a la vida de José Saramago”, prosigue la viuda del Nobel sobre este perro, “dulce y noble”, que fue bautizado como el gran poeta portugués y que sufrió con desgarro la muerte del escritor en 2010.
El nobel y su esposa convivían con tres perros en su casa de Lanzarote- Pepe, un caniche con una mancha negra; Greta, una hembra Yorkshire; y Camoens, perro de agua, el único que vivía a día de hoy, y como sus compañeros, recogido de la calle.
“Cuando Camoens apareció por aquí, con su pelo negro y la exclusiva corbata blanca que lo distingue de cualquier otro ejemplar de la especie canina, todos los humanos de casa se pronunciaron sobre la supuesta raza del recién llegado- un caniche. Fui el único que dije que caniche no era, sino perro de agua portugués”, escribía en su blog el novelista en febrero de 2009.
En dicho texto, Saramago hablaba de este animal, de sus achaques por la edad, de sus compañeros Pepe y Greta (“que ya se fueron al paraíso de los perros”), y bromeaba con la coincidencia de que el presidente de Estados Unidos, Barak Obama había escogido a un perro de agua portugués para sus hijas. “Nuevos tiempo se avecinan”, apostillaba con ironía.
El autor se inspiró en este compañero para crear a Encontrado, el perro de honorable comportamiento que aparece -también de repente- en casa del alfarero Cipriano Algor, el protagonista de “La caverna” (2000).
Pero este no es el único caso en el que los canes son portadores de mensajes en los libros del Premio Nobel de Literatura 1998, pues en “Ensayo sobre la ceguera”, un perro bebe las lágrimas de una mujer, un hermoso momento del que se mostraba especialmente orgulloso el escritor.
En “El hombre duplicado”, Tomarctus salvará al protagonista de la novela, Tertuliano Maximo Afoso, y en “La balsa de piedra”, los cinco protagonistas encuentran a un perro que el escritor bautizó como Constante (entre otras opciones como Fiel, Piloto o Centinela), por su afán de acompañar a uno de los personajes hasta la tumba.
“Encuentro en los perros más humanidad que en los hombres”, afirmaba el autor portugués en 2003 en México, una de las ocasiones en las que habló largo y tendido de su relación con los canes, y el papel que estos han jugado en sus novelas.