Bowl se rinde a PixarEl Bolw se rinde a Pixar

El concierto que el Hollywood Bowl dedicado a los filmes de la compañía Pixar fue histórico.

La noche fue ciertamente mágica. El estreno mundial de Pixar in Concert el viernes en el Hollywood Bowl -la primera de las tres noches que concluyen hoy-, se convirtió no solo en una muestra de la extraordinaria importancia de la música en el cine en general y en el animado en particular, sino también en una de las veladas más entrañables y emotivas de la historia reciente del recinto angelino.

A lo largo de trece montajes que resumieron la impecable trayectoria artística de Pixar -antaño una compañía independiente, hoy propiedad de los estudios Disney-, los más de 13,000 espectadores que asistieron al espectáculo visual y musical tuvieron ocasión de recorrer la reciente memoria sonora de sus producciones, cuyas partituras han sido compuestas por tan solo cuatro músicos: Randy Newman, su sobrino Thomas Newman, Michael Giacchino y el compositor escocés Patrick Doyle.

Para la ocasión, Thomas Wilkins dirigió con su habitual (y aparente) sencillez y falta de pretenciosidad a la Orquesta del Hollywood Bowl (la mitad de cuyos miembros, citó el principal dirigente de Pixar, John Lasseter en su introducción, han colaborado desde Toy Story, en 1995, en la grabación de la manta sonora de sus películas).

No hay opción de elegir qué segmente fue el mejor de la velada, aunque se encontró a faltar alguna referencia a los maravillosos cortos que la compañía ha producido desde mediados de los años 80: si el emotivo y sobrecogedor prólogo de Up (cuyas imágenes volvieron a provocar los lloros de la audiencia, en un inicio de película que ha pasado ya a los anhales del séptimo arte), o las muy James Bond, Cars 2 o The Incredibles (cuya percusión y apuesta por la sección de viento dejaron con la boca abierta a los presentes), o la melódica y parisina Ratatouille…

Y quién podría olvidarse de la mención, a lo largo de la noche, a la trilogía Toy Story, a Finding Nemo (cuyas imágenes, replicadas en las pantallas del Bowl, siguen siendo arrebatadoras), a A Bug’s Life, a la primera entrega de Cars, a Monsters, Inc. y, por supuesto, a la maravillosa Wall-E.

Todo ello dejó claro que, además de obras maestras en el arte de la animación, (la mayoría de) los filmes Pixar son también excelentes piezas musicales, un elemento imprescindible de la historia y, en ocasiones, la historia por sí misma.

La sincronización entre la música del escenario y los montajes en la gran pantalla fue perfecta. La comunión entre las imágenes y las partituras, impecable. Y la conexión entre la Orquesta del Hollywood Bowl y los espectadores, impoluta.

Lo dicho: una de las noches más inolvidables vividas bajo las estrellas de Hollywood, que aún hoy tienen ocasión de disfrutar. No se lo pierdan.

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