Farsa la tregua en El Salvador

Especialistas dicen que el pacto entre maras no existe y que la violencia sigue

Miembros de la Mara Salvatrucha muestran sus cuerpos tatuados que hablan de su lealtad con la organización.

Miembros de la Mara Salvatrucha muestran sus cuerpos tatuados que hablan de su lealtad con la organización. Crédito: AP

LAS COLINAS, El Salvador.– Los alumnos desaparecieron un jueves y a la policía le llevó casi tres semanas descubrir la fosa común en las que los enterraron.

El 11 de julio, un investigador de la policía, que lucía una máscara de esquí para ocultar su identidad, desenterró a los muertos. Una de las madres se mantuvo de pie llorando a medida que se desenterraban los cuerpos junto con extraños indicios de comida y cubiertos.

El general David Munguia Payes, ministro de justicia y seguridad de El Salvador, afirmó que los asesinatos fueron obra de la Mara Salvatrucha, o MS-13, una de las dos pandillas salvadoreñas más famosas que visita habitualmente el patio de las escuelas para reclutar chicos, lo que frecuentemente hace a la fuerza. El investigador de la policía señaló las sobras de comida enterradas, indicio de que el reclutador de la pandilla MS-13 probablemente intentó persuadir a los chicos a unirse al grupo mediante el método usual: una gran comida con pastel y refrescos.

También agregó que cuando se resistieron, fueron apuñalados hasta morir.

Seis meses después que El Salvador lograra una tregua entre las dos pandillas rivales a fin de disminuir el enorme índice de homicidios del país, hay diferentes opiniones entre las autoridades que ponen en tela de juicio si la tregua realmente funciona.

En marzo, la pandilla MS-13 y su rival, Barrio 18, prometieron terminar las matanzas y los reclutamientos forzosos a cambio de mejores condiciones para los líderes de sus pandillas encarcelados, que manejan las operaciones delictivas desde la cárcel.

El gobierno transfirió a 30 cabecillas de cada pandilla de Zacatecoluca, una prisión de máxima seguridad que lleva el mote de “Zacatraz”, a cárceles de baja seguridad, desde donde impartían órdenes a sus subordinados en las calles, presuntamente para que mantuvieran la tregua.

Las pandillas, que también funcionan en Guatemala y Honduras, están buscando negociaciones para una tregua en esos países también.

Pero Carlos Ponce, experto en actividad delictiva de la Procuraduría General de El Salvador, considera que la tregua es una farsa.

“Son todas mentiras, las pandillas continúan funcionando, la gente continúa muriendo y desapareciendo, y las pandillas se vuelven cada vez más poderosas”, señaló.

El Ministerio de Seguridad y Justicia informa que los asesinatos en los primeros ocho meses del año 2012 ya bajaron más de 30%, a 1,894. En una gran parte, la oficina nacional del forense confirma dichas cifras, pero las dos entidades no concuerdan en la cantidad de personas que hay desaparecidas.

El ministro de seguridad afirma que hubo 335 personas desparecidas durante la primera mitad del año, pero el instituto de medicina legal señala que la cantidad correcta es 1,279.

“Esas cifras son muy extrañas”, señaló Ponce. “Dicen que disminuyó la cantidad de asesinatos, niegan la cantidad de desaparecidos, pero el caso de estos cinco estudiantes comprueba que todo sigue como siempre. Es muy probable que las pandillas estén adoptando nuevas maneras de funcionar”. En vez de dejar a las víctimas a plena luz, dijo, las esconden.

El ministro de justicia niega esta afirmación, diciendo que esas cifras se basan en casos de desaparecidos que fueron investigados, mientras que la oficina del forense cuenta todas las denuncias de personas desaparecidas, muchas de las cuales no fueron verificadas.

“En general, no hemos tenido un aumento. No podemos llevar un control estricto de las personas que figuran como desaparecidas porque las familias no retiran la denuncia una vez que la persona vuelve a aparecer”, afirmó Munguia Payes.

Se calcula que unos 50,000 salvadoreños pertenecen a pandillas callejeras, las que han aterrorizado a los ciudadanos y contribuido que a este pequeño país centroamericano de 6 millones de habitantes tenga uno de los índices de homicidio más altos del mundo, después de su vecino Honduras. Si bien el objetivo era disminuir la violencia, la tregua no se aplica a los casos de secuestro, extorsión o venta de drogas, las principales actividades de los delincuentes.

“Creo que esta tregua es realmente una farsa”, señaló Max Manwaring, profesor del Instituto de Estudios Estratégicos de US Army War College en Carlisle, Pennsylvania. “Las pandillas son las que controlan la situación, llevan años funcionando desde las cárceles. Las cárceles se han convertido en escuelas de especialización en el delito para los miembros de las pandillas y el gobierno actúa con total desesperación”.

Al igual que otras personas que siguen el experimento de la tregua en El Salvador, Manwaring tiene dudas sobre la cantidad de homicidios.

“No hay manera de contarlos. Ninguna manera. Hay muchos lugares donde las autoridades del gobierno no pueden ir a investigar los asesinatos porque son territorios bajo el control de las pandillas”.

En esta tregua Raúl Mijango actuó como mediador, un guerrillero en la guerra civil de El Salvador que duró 12 años y luego se convirtió en legislador. Al hablar con AP, dijo: “Algunos grupos intentan desacreditar la tregua, están matando a miembros de las pandillas para crear conflictos entre las pandillas. Decir que la cantidad de desaparecidos aumentó es un argumento que sostienen aquellos que quieren que la tregua fracase”.

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