Mayor seguridad a causa de la ‘ira’ Se extrema la seguridad por temor a nuevo ‘viernes de ira’

El pasado viernes murieron al menos 7 en una serie de disturbios

Seguidores de la organización Minhaj al-Qurán participaban ayer en una protesta por el video en Lahore, Pakistán.

Seguidores de la organización Minhaj al-Qurán participaban ayer en una protesta por el video en Lahore, Pakistán. Crédito: EFE

(EFE).- Las embajadas de Europa y Estados Unidos han extremado la seguridad por temor a un nuevo “viernes de la ira” en el mundo musulmán después de que el semanario satírico galo Charlie Hebdo publicara nuevas caricaturas del profeta Mahoma y la publicación alemana Titanic anunciase que hará lo propio.

El pasado viernes, día de oración comunitaria, al menos siete personas murieron y varias más resultaron heridas en una serie de disturbios que se desencadenaron en Túnez, Sudán y Líbano tras las protestas contra la difusión de un vídeo sobre la vida del profeta Mahoma considerado blasfemo.

Miles de indignados musulmanes abandonaron los patios de la mezquitas y se concentraron frente a las embajadas de EEUU en sus respectivos países, algunas de las cuales atacaron y trataron de asaltar.

Una forma de protesta que se ha repetido en numerosas ocasiones desde que hace 24 años Irán condenara a muerte al escritor británico de origen indio Salama Rushdie por su polémico libro “Los versos satánicos”.

Fue el ayatolá Rujola Jomeini quien el 14 de febrero de ese año, poco antes de morir, emitió una fatua (edicto religioso) en el que ponía precio a su cabeza. Más beligerantes e incisivas fueron las obras publicadas por la periodista italiana Oriana Fallaci, quien también hubo de sufrir la intransigencia de los radicales.

En 2002, poco después de los cruentos atentados del 11-S de 2001 en EEUU, la reportera sacó a la luz “La rabia y el orgullo”, en el que comparaba a los “hijos de Alá” con las ratas.

Dos años más tarde, Fallaci azuzó la pira inquisitorial con otra obra, “La fuerza de la razón”, criticada por aquellos que considera que existe una cruzada intelectual desde occidente contra los mahometanos.

Menor suerte tuvo el director de cine holandés Theo Van Gogh, apuñalado hasta la muerte por un joven musulmán marroquí el 2 de octubre de ese mismo año a causa de su documental “Sumisión”, en el que denunciaba la situación de la mujer en el mundo islámico.

Un año después, el 30 de septiembre de 2005, decenas de miles de musulmanes se echaron a las calles para protestar por la publicación en el diario conservador danés Jyllands Postem de una serie de caricaturas en las que se representaba a Mahoma con una bomba disimulada en el turbante.

Azuzadas por clérigos radicales suníes y chiíes, particularmente en Irán y Arabia Saudí, las protestas devinieron en asaltos a embajadas danesas en diversos lugares del planeta, que se repitieron durante dos años y segaron la vida de 48 personas.

El autor de las viñetas, Kurt Westergaard, se vio obligado a vivir desde entonces en clandestinidad, hecho que no evitó que en 2009 un joven musulmán penetrara en su domicilio y le amenazara con un hacha.

De la indignación de los más puristas no se ha librado ni el papa Benedicto XVI, quien hubo de precisar un discurso pronunciado en 2006 en la universidad alemana de Ratisbona en el que citaba al emperador bizantino Manuel II Paleólogo.

La cita, en la que aludía a la religión mahometana como “malvada e inhumana”, desató una oleada de ira que incluyó el asesinato de una monja italiana en Mogadiscio, capital de Somalia, y la quema de iglesias.

En 2007, el semanario “Charlie Hebdo” ya hubo de responder ante la justicia gala por una serie de caricaturas de Mahoma que convirtieron su sede en objetivo de los más radicales, aunque el tribunal la absolvió al considerar que los dibujos no atacaban a una comunidad en particular.

En diciembre de 2008, la alarma terrorista se disparó en Holanda después de que el diputado ultraderechista Geert Wilders produjera una película crítica con El Corán, difundida igualmente por internet.

En 2011, la espita de la indignación la abrieron dos pastores de una iglesia de Florida, Terry Jones y Wayne Sapp, que emitieron vídeo en el que se quemaba un Corán.

La divulgación de la cinta, unida a unas provocativas declaraciones de Jones, desencadenaron una serie de atentados y ataques que segaron la vida de varios estadounidenses y funcionarios de la ONU destacados en Afganistán.

En 20 de febrero de 2012, una foto en la que se podía observar a soldados estadounidense en la base de Bagram, en Afganistán, quemando ejemplares del Corán causaron graves protestas en las que murieron numerosas personas pese a las disculpas del presidente de EEUU, Barack Obama.

Cuatro meses después, Túnez fue escenario de otra movilización en contra una exposición de arte considerada ofensiva para el Islam, en la que pereció una persona, más de un centenar resultaron heridas y 160 detenidas.

El último de estos incidentes ocurrió el pasado 12 septiembre tras la divulgación en Internet de un vídeo burlesco sobre la vida de Mahoma.

En las protestas murieron una decena de personas, entre ellas el embajador estadounidense en Libia, Chris Stevens, primer jefe de misión norteamericano muerto en acto de servicio en Oriente Medio desde 1979.

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