Pudo haber sido guerra nuclear

Han transcurrido cinco décadas desde aquel amago nuclear entre Washington y Moscú

Un encuentro en septiembre de 1960 del líder cubano Fidel Castro (c), su canciller Raúl Roa (i), y  el ministro soviético Nikita Khrushchev.

Un encuentro en septiembre de 1960 del líder cubano Fidel Castro (c), su canciller Raúl Roa (i), y el ministro soviético Nikita Khrushchev. Crédito: AP

LA HABANA, Cuba.- En octubre de 1962 el mundo se vio al borde de un escenario apocalíptico durante 13 días cuando el presidente estadounidense John F. Kennedy trazó un límite simbólico en el Atlántico y advirtió de graves consecuencias si el entonces primer ministro soviético Nikita Jrushchev se atrevía a rebasarlo.

Un avión espía estadounidense U-2, que sobrevoló Cuba, había tomado fotografías de sitios donde se emplazaban misiles balísticos soviéticos que podían llevar ojivas nucleares a Estados Unidos, apenas a 144 kilómetros (90 millas). Fue el momento más tenso de la Guerra Fría y muchos temieron una guerra nuclear que habría aniquilado a la civilización.

Barcos soviéticos que portaban equipo nuclear se acercaron a la zona de “cuarentena” alrededor de Cuba pero dieron marcha atrás antes de cruzar la línea imaginaria.

“Nos estamos mirando a los ojos y creo que el otro acaba de parpadear”, dijo el secretario norteamericano de Estado, Dean Rusk, en una frase que se volvió famosa y que representó un aforismo de la crisis.

En las cinco décadas transcurridas desde aquel amago nuclear entre Washington y Moscú buena parte de lo que se conocía convencionalmente sobre la crisis de los misiles se ha desmentido, incluida la creencia común de que la política arriesgada de Kennedy fue lo que primó.

En la víspera del quintuagésimo aniversario de la crisis de los misiles en Cuba, los historiadores ahora dicen que una serie de concesiones mutuas más que un encaramiento temerario fue lo que resolvió la tensa situación. Añaden que tanto Washington como Moscú salieron vencedores de la situación y que la crisis duró mucho más de 13 días.

Documentos divulgados, relatos orales y testimonios de los encargados de tomar las decisiones sobre la confrontación han arrojado nueva información que, según expertos, proporciona algunas lecciones para los líderes enfrascados en crisis contemporáneas, como la que se vive en Siria, donde el presidente Bashar al Assad ha hecho caso omiso a las exigencias internacionales de cesar los ataques contra los civiles durante un levantamiento que ha dejado más de 32 mil muertos.

Hay otra crisis moderna sobre Irán, acusado por Occidente de desarrollar un programa de armas nucleares. En un discurso reciente ante Naciones Unidas, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, trazó una línea roja encima de una bomba dibujada en un trozo de cartón para dejar claro que no tolerará el que Teherán se haga de un arma atómica.

“Miren a Irán, al que suelo llamar la Crisis de los Misiles Cubanos pero en cámara lenta”, dijo Graham Allison, autor de un estudio novedoso sobre la toma de decisiones de los gobiernos, “Essence of Decision: Explaining the Cuban Missile Crisis”.

“Este mismo proceso sigue en la trayectoria actual e inexorable hacia una confrontación en que un presidente estadounidense tendrá que elegir entre atacar a Irán o evitar que se convierta en un Estado con armas nucleares, o bien tolerar que eso ocurra y confrontar después a un Estado con armas atómicas”, dijo Allison.

“La idea de Kennedy sería, ‘No hay que llegar al punto de confrontación’”, especuló. “Los riesgos de una catástrofe son inmensos”.

A continuación, algunas de las creencias comunes que han resultado mitos en torno de la crisis de los misiles cubanos:

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MITO: La crisis se resolvió con un triunfo de una actitud temeraria de Estados Unidos.

REALIDAD: Los historiadores dicen que la diplomacia fue en realidad la triunfadora al resolver el conflicto posterior al 14 de octubre, cuando se descubrieron los misiles.

Kennedy se resistió a las presiones de algunos asesores, quienes lo instaron a no ceder un palmo de terreno ante Moscú y a contemplar incluso la posibilidad de un ataque preventivo. En vez de ello, se involucró en un intenso trabajo diplomático detrás de bambalinas con los soviéticos, otros países y el secretario general de ONU.

El secretario de Justicia, Robert F. Kennedy, se reunió en secreto con el embajador soviético el 27 de octubre y tuvo con él un gesto de concordia. Washington rechazaría públicamente cualquier invasión de Cuba y Jrushchev retiraría los misiles de la isla. La oferta más convincente implicó que Kennedy retiraría los misiles nucleares Jupiter de las instalaciones estadounidenses en Turquía, cerca de la frontera soviética.

Fue una promesa conocida sólo por un puñado de asesores, y no se conoció sino hasta años después.

“A medida que se ha ampliado el registro histórico, la imagen del presidente determinado ha derivado en la del presidente que determinó llegar a una solución”, escribió el analista Peter Kornbluy, especializado en Cuba, en un artículo que publicó el número de Cigar Aficionado correspondiente a noviembre. Una copia del artículo fue entregada a The Associated Press por adelantado.

Empero, el mito de la temeridad persiste. En 2002, el entonces presidente George W. Bush destacó que la crisis de los misiles constituía una lección histórica sobre el triunfo de la firmeza, lo que justificaba una invasión preventiva de Irak.

“La historia más simple señala que Kennedy mantuvo una determinación de acero, enfrentó a Jrushchev hasta disuadirlo y eso fue todo”, dijo Allison, profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad John F. Kennedy y ex asesor de defensa en varios gobiernos demócratas y republicanos. “Si muestras la firmeza suficiente, el otro cederá eventualmente; ésa es en realidad la lección que se volvió parte de la mitología popular”.

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MITO: Washington ganó y Moscú perdió.

REALIDAD: Estados Unidos sí ganó, pero también lo hizo la Unión Soviética.

Los misiles Jupiter se describen a veces como casi obsoletos, pero se les había comenzado a producir apenas unos meses antes, y tenían plena capacidad de llegar a la Unión Soviética. Su retiro, junto con las garantías de Kennedy de no invadir Cuba, dio a Jrushchev suficientes razones para creer que no quedaría avergonzado, y un día después anunció el desmantelamiento inminente de las armas de ataque en Cuba.

Poco después, se instaló una línea telefónica de comunicación directa entre el presidente de Estados Unidos y el líder ruso, y ambas naciones abrieron discusiones que llevaron al Tratado de Prohibición Limitada de los Ensayos Nucleares y después al Tratado de No Proliferación de armas atómicas.

“La lección principal es que existe la necesidad de ceder algo, incluso cuando se enfrenta una crisis como esa”, dijo Robert Pastor, profesor de relaciones internacionales en la American University y ex asesor de seguridad nacional para América Latina, durante el mandato de Jimmy Carter.

Pastor dijo que sostuvo muchas discusiones sobre la crisis de misiles al paso de los años, con su suegro Robert McNamara, ya fallecido, quien fue secretario de la defensa de Kennedy. Pastor dijo que la política interna dificultó que Kennedy y los presidentes posteriores atendieran esa lección, como lo muestran los intentos que hizo el mandatario por mantener en secreto el acuerdo con Moscú.

Por ejemplo, el presidente Barack Obama enfrenta presiones considerables para mantener una postura intransigente hacia Cuba. Entre las discrepancias binacionales figura el embargo económico, las exigencias de un cambio político, un subcontratista del gobierno estadounidense encarcelado en la isla por presunto espionaje y cinco agentes cubanos de inteligencia que purgan largas condenas en Estados Unidos.

“Miren ahora las relaciones entre Estados Unidos y Cuba”, dijo Pastor. “No pienso que Obama considere siquiera concesiones porque es muy grande la presión sobre él que le reprocharía ‘Cediste ante los cubanos”’.

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MITO: Fue una confrontación en alta mar.

REALIDAD: Es cierto que la crisis de los misiles pasó por muchos momentos tensos. El 27 de octubre, un buque de guerra estadounidense soltó cargas explosivas hacia un submarino soviético que portaba armas nucleares, y los soviéticos derribaron un avión espía U-2 sobre territorio cubano. Fue “el día más oscuro y peligroso de la crisis”, consideró Kornbluh.

Pero el 22 de octubre, Kennedy anunció la cuarentena naval de Estados Unidos alrededor de la isla para impedir la llegada de más equipo militar. Jrushchev ordenó el regreso de los barcos que transportaban equipo nuclear al día siguiente, de acuerdo con el libro “One Minute to Midnight”, de Michael Dobbs. Esa publicación de 2008 se basó en documentos soviéticos a los que se tuvo acceso reciente.

Así, el 24 de octubre, cuando el secretario de Estado Rusk hizo su famosa declaración en la que supuestamente reaccionaba a datos de inteligencia actualizados, los barcos estaban ya a cientos de kilómetros y con destino a su país.

“Nunca ocurrió eso de que se miraran a los ojos”, dijo Kornbluh, analista del National Security Archive sobre Cuba. Esa organización ha trabajado durante décadas en busca de la revelación de documentos sobre la crisis de los misiles. “Esa confrontación nunca ocurrió”.

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MITO: Fue un éxito de las investigaciones de la CIA.

REALIDAD: Además de enterarse un día después del regreso de los buques soviéticos, la CIA se perdió de varios hechos clave que hubieran ayudado a que Kennedy y sus asesores manejaran mejor la crisis.

La CIA se enteró tarde de la presencia de los misiles balísticos en Cuba, que estaban ya en operación para cuando se informó a Kennedy de su existencia.

La agencia tampoco estuvo al tanto de otros misiles nucleares tácticos en Cuba, que podrían haberse emplazado para contrarrestar un ataque estadounidense. Los soviéticos habían colocado incluso misiles con ojivas nucleares en un risco cercano a la base naval estadounidense en Guantánamo, como preparativo para una invasión.

“Iban a pulverizar la base”, dijo Kornbluh.

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MITO: La crisis duró sólo 13 días.

REALIDAD: Este mito se ha perpetuado en parte por el título de las memorias póstumas de Robert F. Kennedy, “Thirteen Days” (Trece Días), así como por la película del mismo nombre, que estelarizó Kevin Costner en 2000.

De hecho, transcurrieron 13 días desde el 16 de octubre, cuando se informó a Kennedy sobre los misiles, hasta el 28 de ese mes, fecha en que los soviéticos anunciaron su retirada.

Pero la “Crisis de octubre”, como se conoce en Cuba, se prolongó por aproximadamente otro mes de tensión, en lo que Kornbluh ha llamado la “Extensión de noviembre”, cuando Washington y Moscú discutieron los detalles de cuáles armas exactamente serían retiradas.

La Unión Soviética tuvo también problemas para lidiar con Fidel Castro, de acuerdo con un documento del país europeo, revelado este mes por Svetlana Savranskaya, analista del National Security Archive para Rusia.

El viceprimer ministro Anastas Mikoyan Mikoyan viajó a Cuba el 2 de noviembre y pasó 20 días en tensas conversaciones con el presidente cubano, quien estaba disgustado por el hecho de que los soviéticos hubieran alcanzado un acuerdo sin consultarlo. Castro insistió sin éxito en mantener las armas nucleares tácticas de las que Estados Unidos no tenía conocimiento.

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