Lucha de activista se pagó con creces

Logró que no se recorten programas de vivienda llamados Sección 8

Margarita Rey tomó  la causa  contra  las entonces iniciativas  para recortar fondos a los programas de vivienda asequible.

Margarita Rey tomó la causa contra las entonces iniciativas para recortar fondos a los programas de vivienda asequible. Crédito: <copyrite>La Opinión - </copyrite><person> J. Emilio Flores< / person>

A sus 80 años Margarita Rey tiene mucho de qué presumir: un apartamento con una vista “de un millón de dólares”, su vida de mujer independiente, habla cinco idiomas y ha recorrido medio mundo.

Pero a Margarita lo que la llena de orgullo es un póster con unas uvas que varias décadas atrás le regaló César Chávez, el activista defensor de los derechos de los campesinos, con su firma estampada y un mensaje que dice “para mi amiga Margarita Rey”.

Margarita, quien marchó codo a codo con Chávez y fue delegada del movimiento campesino en el estado de Colorado, es ahora una de los 1,300 residentes que viven en Angelus Plaza, el complejo habitacional para personas de edad avanzada más grande del país, ubicado justo en el corazón de Los Angeles, en el área conocida como Bunker Hills.

El complejo de 1,100 unidades es operado por la organización no lucrativa Retirement Housing Foundation con subsidio federal para sus inquilinos, quienes pagan sólo el 30% del total de sus ingresos que, para la gran mayoría de ellos significa sólo el pago de seguro social suplementario (SSI).

“Llegué a acá cuando estaban los disturbios civiles por la golpiza a Rondney King”, recuerda. De eso han pasado ya casi 23 años.

Margarita llegó en silla de ruedas a la que había estado atada durante ocho años luego de que un conductor ebrio impactara de frente su vehículo. En el choque su madre murió casi instantáneamente.

“Desde que llegó dijo que dejaría la silla de ruedas y lo logró”, cuenta Lupe Aragón, administradora asistente de Angelus Plaza. “Todos los días iba a su terapia”.

No solo se levantó de la silla, sino que ahí mismo reanudó su activismo tomando la causa en contra de las entonces iniciativas del Departamento de Vivienda para recortar fondos a los programas de vivienda asequible conocidos como Sección 8.

“No sólo eso, logramos también que nos dieran servicios sociales en el mismo lugar donde vivimos”, dice. El alquiler promedio que pagan los residentes es de 245 dólares mensuales y hay una lista de espera de 2,300.

Los residentes del Angelus Plaza cuentan clases de danza, inglés como segundo idioma, o comptación. Tienen servicios de asistencia legal gratis, trabajores sociales y hasta una clínica con médicos voluntarios, además de su propia biblioteca.

Los residentes de Angelus Plaza viven a una cuadra de la Avenida Grand, donde los urbanizadores han invertido miles de millones de dólares construyendo edificios de condominios lujosos, museos, tiendas y restaurantes.

“Por aquí pasan 60 rutas de autobuses”, dice emocionada Margarita, quien apoyada en su andadera con frecuencia sale a comprar retazos de telas e hilos al área de los “callejones” para luego sentarse frente a su máquina de coser para armar colchas con diseños verdaderamente artísticos.

Las fotos de la guatemalteca Rigoberta Menchú junto a otra de un grupo de inmigrantes guatemaltecos en Chiapas, México, a donde ella fue enviada como misionera de paz, o los certificados de reconocimiento por su trabajo voluntario en diferentes causas, incluyendo su trabajo en Amnistía Internacional.

Junto al cuadro de Chávez hay otro que simplemente dice “Si buscas la paz, trabaja por la justicia”.

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