Una novela de espías y faldas

Crece escándalo tras renuncia de exjefe de la CIA, David Petraeus

En la foto los generales  John Allen, (izq.) y  David Petraeus, ambos implicados en el escándalo. Los acompaña Leon Panetta.

En la foto los generales John Allen, (izq.) y David Petraeus, ambos implicados en el escándalo. Los acompaña Leon Panetta. Crédito: AP

WASHINGTON, D.C.— El escándalo sexual que derribó al director de la CIA David Petraeus se amplió el martes para enredar al principal comandante de Estados Unidos en Afganistán, el general John Allen, en un repentino drama público que involucra a una persona de alta sociedad de Tampa, una rival celosa, una hermana gemela involucrada en una muy sucia disputa de custodia y correos electrónicos de flirteo.

La inverosímil historia “en ocasiones trágica y en otras absurda” podría tener grandes consecuencias, al ocurrir en un tramo crítico en el esfuerzo bélico en Afganistán y justo en momentos en que el presidente Barack Obama esperaba una transición tersa en su equipo de seguridad nacional.

Obama detuvo la nominación de Allen, actual comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, para que se convierta en el próximo jefe del Comando Estadounidense en Europa y como comandante de las fuerzas de la OTAN en ese continente después de que investigadores descubrieron más de 20,000 páginas de documentos y correos electrónicos que involucraban a Allen y la dama de sociedad de Tampa Jill Kelley. Parte del material fue catalogado como “flirteos”.

Allen, de 58 años, insistió en que no ha hecho nada incorrecto.

Kelley, de 37 años, quien se ha introducido en el centro de la escena social militar en Florida sin tener ninguna participación oficial, emergió como figura central en la historia aún en desarrollo que ha enredado a dos de los líderes militares más influyentes y respetados de la nación.

Conocida como una amiga cercana del jubilado general Petraeus, Kelley detonó la investigación del FBI que llevó a la caída del director de la CIA cuando ella se quejó de estar recibiendo correos electrónicos anónimos de hostigamiento. Estos resultaron haber sido escritos por la amante de Petraeus, Paula Broadwell, quien al parecer estaba celosa de la atención que otorgaba el general a Kelley. Petraeus admitió la aventura amorosa con Broadwell y renunció el viernes.

En el curso de la revisión de esa situación, investigadores federales se toparon con lo que funcionarios del Pentágono llamaron “comunicaciones inapropiadas” entre Allen y Kelley, ambos casadas.

Según un funcionario federal de alto rango, los correos electrónicos entre Allen y Kelley no eran sexualmente explícitos o incitantes, pero contenían nombres afectivos como “cariño” o “querida”. El funcionario señaló que aunque gran parte de la comunicación, incluida alguna de Allen a Kelley, era relativamente inofensiva, alguna otra podría ser interpretada como poco profesional y ocasionaría que una persona razonable prestara atención.

Ese funcionario, al igual que otros que describieron la investigación, solicitó permanecer en el anonimato debido a que no estaban autorizados a discutir la situación públicamente.

El FBI decidió entregar la información sobre Allen a las fuerzas armadas una vez que la agencia admitió que no contiene evidencia de un delito federal, según un funcionario judicial federal, quien también pidió no ser identificado por nombre. El adulterio, sin embargo, es un delito bajo el código de justicia militar.

Allen no fue suspendido de su cargo militar, aunque su promoción está detenida. La Casa Blanca decidirá pronto cuánta tropa permanecerá en Afganistán “y para qué propósitos” después de que la operación de combate encabezada por Estados Unidos termine en 2014. Allen ha proporcionado sus recomendaciones a la Casa Blanca y es crucial en esas discusiones.

El martes surgieron más argumentos secundarios en la historia con noticias de que tanto Allen como Petraeus escribieron cartas en septiembre a favor de la hermana gemela de Jill Kelley, Natalie Khawam, quien está involucrada en una sucia disputa de custodia. En 2011, un juez negó a Khawam la custodia de su hijo de tres años, diciendo que ella “parece carecer de aprecio o respeto alguno hacia la importancia de la honestidad e integridad en sus interacciones con su familia, empleadores y otros con quienes ha estado en contacto”.

Allen, en su carta, escribió sobre la “madurez, integridad y compromiso firme de Khawam para criar a su hijo”. Petraeus escribió que ha sido anfitrión de la familia Kelley y de Khawam y su hijo en la cena de Navidad, y describió una relación amorosa de ella con su hijo. Eso mostró lo cercano que han sido las familias Petraeus y Kelley.

Kelley fue un tipo de embajadora social del Comando Central de Estados Unidos en Tampa, organizando fiestas para Petraeus cuando fue comandante ahí de 2008 a 2010.

Tales amistades entre comandantes militares de alto rango y líderes sociales locales prominentes son comunes en cualquier base.

El caso de Petraeus ha conmocionado al Congreso. Varios legisladores consideran que se les debió haber informado antes sobre la investigación que ha estremecido la estructura de poder dentro de los cuerpos militares y de inteligencia.

El representante republicano Peter King, presidente de la Comisión de Seguridad Interna, consideró que las revelaciones más recientes sobre el caso se asemejan a “una tragedia griega”.

“Es trágico”, dijo King el martes a NBC. “Esto tiene en cierto modo los elementos de una película de Hollywood o de una novela barata”.

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