El mejor regalo: libertad

Reforma a la ley de Tres Delitos y Fuera cambiaría vida de un preso

Santos Reyes en la Prisión Estatal de Folsom, en el Norte de California, donde fue entrevistado. El crimen que le ganó una condena de  26 años a vida fue falsificar una firma en un examen de DMV.

Santos Reyes en la Prisión Estatal de Folsom, en el Norte de California, donde fue entrevistado. El crimen que le ganó una condena de 26 años a vida fue falsificar una firma en un examen de DMV. Crédito: CDCR

PRISIÓN ESTATAL DE FOLSOM.— Desde que el 6 de noviembre, los electores de California aprobaron abrumadoramente con el 69% de los votos, la Proposición 36 que reforma la ley Tres Delitos y Fuera, la sonrisa no se aparta del semblante de Santos Reyes.

Ya se sueña fuera de la prisión en la que ha estado16 años. Y su mayor deseo, revela ilusionado a La Opinión, es reunirse con su madre Elena Álvarez en México.

“Mi mamá tiene más de 70 años, y está enferma de cáncer”, dice Santos Reyes en una entrevista en la Prisión Estatal de Folsom, en el Norte de California, realizada pocos días antes de la Navidad. “No la veo desde 2006 cuando vino a una de mis apelaciones”, recuerda con voz triste.

Santos Reyes, el preso que ha sido el foco de atención de la lucha por echar abajo y reformar la ley Tres Delitos considera que está muy cerca de salir libre.

La reforma a la ley implica que solamente se apliquen sentencias de por vida a quienes hayan cometido delitos serios y violentos. Y contempla la revisión y resentencia de los presos condenados bajo esta legislación por delitos menores, como el caso de Reyes.

El Departamento de Prisiones de Calfiornia (CDCR) estima que 2,900 presos con tres delitos, califican para ser sentenciados de nuevo.

Su historia fue exhibida por las organizaciones que abogan por la derogación de la ley Tres Delitos aprobada en 1994, como un ejemplo de la severidad y castigo extremos para quienes han cometido crímenes no violentos ni serios y son condenado a pasar el resto de su vida tras las rejas.

Reyes, de 50 años, recibió en 1998 una sentencia de 26 años a vida. Su primer delito, en 1981, fue un robo en una residencia. Su segundo delito, en 1987: intento de robo a mano armada con una navaja en un estacionamiento. El tercer delito: usar la firma de su primo Miguel Soto al llenar una solicitud para sacar una licencia deconducir.

” El primer robo fue de un radio”, se defiende Reyes. “Habíamos ido varios amigos a celebrar a una casa, y uno de ellos se robó un radio. Y nos culparon a todos”.

Y del segundo incidente, se justifica también: “Estaba tratando de vender una navaja en un estacionamiento de un mall porque necesitaba deseperadamente dinero, pero una de las personas a las que me acerqué, pensó que la quería robar”.

Sobre el tercer delito explica que sólo quería ayudar a su primo a sacar la licencia de manejo, al hacerle el examen escrito porque no sabía escribir. Una empleada del Departamento de Motores y Vehículos (DMV) se dio cuenta de que trataba de copiar la firma, y lo denunció. Reyes aceptó su error.

Vestido impecablemente limpio, con la camisa de mezclilla azul que es el uniforme de los presos, Reyes rememora que a los pocos días de que los votantes aprobaran la reforma a la ley Tres Delitos, mandó la solicitud para que le revisaran su caso al defensor público de San Bernardino.

“Ya está en revisión mi expediente y espero que vuelvan a sentenciarme. Estoy casi seguro que voy a salir pronto porque me acreditarán el tiempo que ya he servido. Los casos están avanzando muy rápido, en pocos meses. Ya han salido dos desde que aprobó la ley”, cuenta emocionado.

Kenneth Corley fue el primer sentenciado a vida bajo la ley Tres Delitos en obtener su libertad a principios de diciembre, a menos de 30 días de que la legislación se aprobara. Esto fue posible porque la solicitud de revisión de su caso había sido sometida antes de que los votantes dijeran que sí a la reforma.

Desde la prisión, Reyes luchó al lado de la organización Familias para Enmendar la ley Tres Delitos y personajes como el fallecido excandidato a gobernador por el Partido Verde, Peter Camejo, para cambiar la dura legislación.

“¡Nunca perdí las esperanzas de que la ley se reformara o echara abajo!”, cuenta mientras a su alrededor, en la sala de visitas de la prisión, esposas, hijos y hermanos abrazan fuertemente una y otra vez a sus familiares presos.

“La reforma a la ley Tres Delitos es el mejor regalo que he podido recibir [en esta Navidad]”, confiesa contento.

Santos Reyes está indocumentado en el país desde los 16 años y sabe que apenas salga, será deportado.

“Podría pedir un juicio para que se reconsiderara mi estancia en el país. Mis siete hermanos están en este país. Aquí viven también cuatro hijos a los que no conozco y con quienes apenas he iniciado una relación a través de cartas. Pero la verdad, lo que más deseo es regresar a México y ver a mi madre”, platica.

¿Intentará regresar a los Estados Unidos?, se le pregunta.

“No, para nada”. Quiero establecerme en México. Me gradué aquí de la secundaria y he hecho varios cursos de capacitación. Trabajo en el taller donde se hacen las piezas dentales que necesitan los presos. Gano 50 dólares al mes. En México puedo trabajar haciendo dientes. Tengo también un primo dentista en Guadalajara que me puede ayudar”.

Santos Reyes revela que si hay algo que desea hacer al salir de prisión, además de ver a su madre, es comer pescado. “Aquí la comida es muy mala y no sabe las ganas que tengo de comer pescado y mariscos frescos”, cuenta mientras el tiempo de la visita se agota.

¿Cómo ha logrado sobrevivir aquí tantos años?, se le pregunta finalmente.

“Con mucha disciplina”, dice Reyes, deseando que el tiempo de la visita no termine. “Es la única manera”.

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