Sin palabras en tema migratorio
Hasta ahora, el gobernador Rick Perry y los republicanos que controlan la legislatura estatal no han dicho nada al respecto
AUSTIN, Texas. Con casi dos millones de inmigrantes indocumentados y una larga frontera que comparte con México, Texas tiene más en juego que la mayoría de los estados en los renovados esfuerzos por reformar el sistema de inmigración del país.
Pero hasta ahora, el gobernador Rick Perry y los republicanos que controlan la legislatura estatal no han dicho nada en el debate.
No están reviviendo las decenas de contenciosas propuestas de ley de inmigración que alborotaron la legislatura estatal en el 2011. No se están presentando en programas televisivos ni de radio a fin de hablar del plan del presidente Barack Obama para regularizar la situación de los inmigrantes no autorizados. Ni siquiera están mencionando la palabra “inmigración”.
Cuando Perry pronunció su Informe al Estado recientemente su primero desde su fallida candidatura presidencial notablemente ausente de su discurso de 37 minutos estuvo una mención al tema.
El silencio evidencia el repentino cambio de dirección en el asunto desde los comicios de noviembre, en los que los hispanos votaron a favor de los demócratas por un margen de casi 3-1 y crearon un poderoso incentivo para que los republicanos cambien su política hacia ese creciente grupo.
En el Congreso, los republicanos han suavizado su oposición a la idea de crear una vía para la naturalización de inmigrantes que se encuentran sin permiso en el país, y un grupo bipartidista de negociadores en el Senado dio a conocer una propuesta que incluye precisamente esos planes.
Pero en Texas, líderes republicanos se encuentran atrapados entre su respaldo tradicional residentes que se sienten invadidos por inmigrantes no autorizados y una creciente población hispana. Las minorías representaron casi nueve de cada 10 nuevos residentes en Texas en el último decenio.