Dolientes afirman que Chávez “se ve lindo, como dormido”
El pueblo le devuelve al Comandante el amor que él les dio en vida
CARACAS, Venezuela – Cientos de personas permanecían en fila y avanzaban esta mañana lentamente para dar su último adiós al mandatario Hugo Chávez, cuyos restos son velados en la Academia Militar de Caracas.
Aunque oficialmente no se ha indicado dónde será sepultado el mandatario, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, dijo anoche en un mensaje de Twitter que se sumaba a los simpatizantes de Chávez que querían que sus restos fueran depositados en el Panteón Nacional, un edificio del centro de la ciudad, donde también están los de Simón Bolívar, prócer de la independencia venezolana.
“Me sumo a la mayoría del pueblo venezolano q pide a nuestro Comandante en el Panteón Nacional, desde la AN haremos todo para q así sea”, tuiteó Cabello.
El paso de simpatizantes de Chávez frente a su ataúd comenzó el miércoles por la noche y se extendió toda la noche y seguía esta mañana, según indicó la televisora oficial.
Agustina Mesia viajó desde la ciudad central de Valencia por su propia cuenta y con un solo objetivo.
“Lo vi”, dijo sonriente Mesia, de 61 años, una jubilada del sistema de metro de Valencia, a 150 kilómetros al suroeste de Caracas, tras salir anoche del velorio de Chávez.
“Ahora estoy más tranquila… lloré mucho, pero ahora que lo vi me quedo más tranquila, se ve lindo, como dormido“, añadió tras abandonar el recinto de la Academia Militar, al oeste de Caracas, donde es velado el presidente, quien falleció el pasado 5 de marzo tras padecer dos años de cáncer.
Mesia, de pantalones de mezclilla, blusa y gorro de rojo intenso, tanto como el del maquillaje de sus labios, es una de las miles de personas que se desplazaron por su cuenta hasta Caracas desde ciudades como Valencia y Barquisimeto, en el oeste del país, en una movilización espontánea sin precedentes y para dar su último adiós a quien fue por 14 años su presidente.
La manifestación contrastó con otros eventos del pasado del propio Chávez, donde la bien aceitada “maquinaria” de su partido desplazaba a miles de simpatizantes en buses para que asistieran a actos o votaran en una elección.
Pero esto fue diferente.
El cortejo fúnebre callejero que llevó los restos de Chávez hasta la Academia fue “la expresión legítima por la desaparición de una figura con la que se sienten profundamente identificados” muchos venezolanos, dijo en diálogo telefónico la historiadora, Inés Quintero.
El cortejo y las honras al dirigente venezolano, que tenía 58 años, inundaron la calles del centro y oeste capitalino al día siguiente de su fallecimiento para acompañarlo en su recorrido desde el Hospital Militar hasta la Academia, en cuyo vasto patio principal se graduó como subteniente del Ejército oficial en 1975.
Mesia y miles de personas más debieron esperar bajo el ardiente sol para pasar sólo unos segundos frente al ataúd abierto y donde se puede observar, dijo, a Chávez de uniforme militar verde y su característica boina roja, con la banda tricolor presidencial cruzándole el pecho.
Los restos del mandatario permanecerán en la Academia hasta mañana viernes.
Fuera de la Academia, ya fuera de pie en la fila o recostadas sobre los verdes pastos y jardines que decoran el amplio complejo militar, miles de personas aguardaban en fila con la esperanza de poder pasar por unos segundos frente al féretro del dirigente y mirar su rostro.
Varias más andaban de un lado a otro sin saber bien dónde formarse o intentando conseguir una botella de agua o algo de comida.
Sobre la calle, anoche permanecía estacionada la carroza fúnebre gris que transportó el féretro de Chávez en un cortejo que tomó casi siete horas para recorrer ocho kilómetros desde el hospital donde falleció hasta la Academia.
“Aquí es donde venía Chávez”, dijo una mujer al detenerse frente a la carroza para recoger algunos pétalos que quedaron como rastro de las flores acompañaron el ataúd. “Esta es la funeraria donde vino el comandante”, repitió a otra mujer que la acompañaba.
Mientras los miles se impacientaban para poder entrar, algunos otros comenzaban a salir después de haberse despedido del dirigente venezolano.
Ender Sandoval, un técnico en seguridad eléctrica de 34 años, dijo haber sentido “gran tristeza” al ver a quien calificó como “el segundo Bolívar”, por el prócer de la independencia venezolana Simón Bolívar.
“Lástima que Dios no le dio al menos seis años más de vida”, dijo el hombre que llegó desde el Valle del Tuy, al suroeste de Caracas, y espero más de cinco horas para poder pasar al salón y poder ver al mandatario.
Dijo que “estaba bonito, como sonriendo” en su féretro. “Se le veía con sus labios pronunciados y su cara de hombre recio”.
Pero Carolina Rujano, una ama de casa de 30 años, dijo al salir de la Academia sentir “mal, mal” luego de haber visto a Chávez. “No nos esperábamos ver a nuestro presidente estar ahí”, comentó. Dijo que lo vio “como dormido”, ataviado con su chaqueta militar y una boina roja.