No más pajaritos en el aire

Hay miedo y disgusto en Venezuela condimentado por las ideas nada ingeniosas ni graciosas de Maduro

La hija del expresidente Chávez, Maria Gabriela, y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, colocan la banda presidencial a Nicolás Maduro.

La hija del expresidente Chávez, Maria Gabriela, y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, colocan la banda presidencial a Nicolás Maduro. Crédito: AP

Al grano

Tratando de mostrarse ingenioso, Nicolás Maduro le dijo a los venezolanos que “su papá” Hugo Chávez, a quien él asegura le descifró el alma, se reencarnó en forma de pajarito y se le apareció. Con una seguridad pasmosa, dijo que el pichón le silbó y en sus trinos le brindó apoyo.

Su alucinación rayó en la demencia lo que le quitó partidarios al chavismo, fenómeno que ya ocurría desde la muerte de su líder. Por eso pusieron a funcionar el aparato del fraude, que lo usaron en el pasado.

Hay que recordarles a los neófitos y a los que ignoran adrede las bribonadas de los chavistas, que ellos usurparon los poderes públicos, manipulando la constitución y las leyes para atornillarse al poder, intimidando o comprando a los burócratas que por miedo o interés se rindieron a sus pies, sin importarles que Venezuela caía en manos de pícaros.

Observando desde afuera, lo que ocurrió es lo mejor que le pudo haber pasado a la nación, porque jamás a Henrique Capriles lo hubiesen dejado gobernar y tal vez ni siquiera vivir. La violencia estaba planeada estratégicamente por militares chavistas, asesorados por extranjeros cubanos que llegaron a Venezuela a mandar con ínfulas imperialistas.

Por otra parte, es mejor que haya pasado lo que pasó, porque el sistema chavista en manos de Maduro y con la ambición desmedida del golpista Diosdado Cabello y sus secuaces, se caerá por sí solo.

Un pueblo con hambre, armado, avivado por incendiarios y muchos con espíritu delincuencial alimentado por un gobierno ilegal, es más peligroso que cien Chávez, 200 Cabellos, 1,000 Maduros y la propia dictadura castrista junta. El proletariado enfurecido se volverá en contra de los tiranos.

Maduro, asustado por lo que ve: un pueblo rabioso y ricos y pobres descontentos (no todos comen cuento comunista), le echa la culpa al candidato opositor Capriles y a los medios de comunicación de ser responsables de los muertos y heridos en la protesta del lunes 15 de abril, cuando muchos venezolanos saben que fueron las milicias bolivarianas.

No podemos negar que el chavismo sigue teniendo apoyo popular, en algunos casos por ingenuidad, en otros por ignorancia o resentimiento y los más ladinos por ambición.

Lo que vive Venezuela hoy: el caos, el miedo y el disgusto de la gente, condimentado por las ideas nada ingeniosas ni graciosas de Maduro, quien intenta sin éxito emular a Chávez, lo capitalizará el teniente Diosdado Cabello, que agazapado en su sillón napoleónico de la Asamblea Nacional en Caracas, planea reemplazar a quien él sabe se meterá zancadilla solito.

En un arrebato de arrogancia y soberbia, en lo que analistas ven como un golpe de Estado a la Asamblea elegida por los ciudadanos, Cabello instigó para que golpearan a un opositor y mandó a callar a otros diputados, como lo hacía el comandante Fidel, actuando de manera dictatorial, cuando se supone que ese escenario es donde el pueblo se expresa libremente y donde la democracia debiera servir para debatir ideas y proyectos en beneficio de los ciudadanos.

Que no le pinten más pajaritos en el aire a los venezolanos con el chavismo porque ya se acabó el alpiste para alimentarlos.

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