Maduro y su laberinto

El nuevo presidente tiene desafíos de toda índole que lo pondrán a prueba

El nuevo presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

El nuevo presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Crédito: EFE

Venezuela

Lo que se desea para Venezuela es un desarrollo donde todos puedan participar, que se traduzca en incremento de oportunidades por medio del empleo productivo. Un desarrollo equitativo en lo social, sostenible en lo económico, sustentable en lo ecológico y que cuente con instituciones eficientes y eficaces. Es en ese contexto que se establecen los criterios de estos planteamientos.

Es allí en donde se enraízan, para Nicolás Maduro, los principales retos que se le plantean.

Uno de los aspectos a encarar es el duro panorama de la economía. Aún cuando sea difícil de creer, a pesar de la inundación de dólares producto de la exportación del petróleo, la deuda externa y la interna no han dejado de crecer en Venezuela. Ese es uno de los riesgos del “populismo de las dádivas” que ha caracterizado al gobierno venezolano.

La deuda externa rondaría los 110,000 millones de dólares, en tanto que la deuda interna ascendería a unos 40,000 millones. Total: 150,000 millones que constituye la hipoteca del país. Además, está presente la carestía cotidiana de alimentos básicos: granos, harina, aceite. Por si esto no fuera poco, una inflación que no baja de dos dígitos; se estima que la misma puede ascender a un 27%para fines de este año. Una de las inflaciones más altas del mundo.

Otro frente que desafía a Maduro es la comunidad internacional. Por supuesto que los gobiernos que dependen del apoyo financiero de Caracas se han apresurado a reconocer al proclamado Presidente Electo. Pero no todos son como España que en medio de su crisis tiene que sacrificar dignidades.

Un tercer problema para el nuevo gobierno, es la situación interna. Hay un partido oficial dividido. Las corrientes de Maduro y de Diosdado Cabello parecen estar en una tregua temporal, mientras los militares y al influencia cubana también tienen un papel al parecer muy importante. También en lo interno hay una oposición política que ha demostrado que el chavismo no es ya una fuerza hegemónica, una presencia invencible.

Finalmente hay un reto adicional. Quizá el más importante. Es Maduro en sí mismo. Al parecer su mente no cuenta con muchos instrumentos, y desde luego se requiere de ideas, de rodearse de un buen equipo de trabajo y de planes específicos. Allí está el ejemplo del ex–Presidente de Brasil Inacio Lula Da Silva. Un caso que ilustra cómo un trabajador puede ser un presidente que promueve el desarrollo y una lucha sostenible contra la pobreza.

Sabiéndose débil y que desde un inicio el nuevo gobierno comienza en posición de déficit político, la gran amenaza es que las bravuconadas de los dirigentes se traduzcan cada vez más en acciones represivas. Algo típico de las dictaduras. Al respecto resuenan las palabras del Presidente de la Asamblea Diosdado Cabello: “Chávez era el muro. Él contenía las ideas alocadas que nosotros teníamos”. Ahora el muro es un pasado del cual se trata de obtener créditos políticos. Es de esperar que el escenario venezolano no continúe cobrándose en tragedias, el costo de una legitimidad política cuestionada.

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