Marchas en Chicago a favor de los indocumentados
La marcha de Chicago para celebrar el Día del Trabajo, en la que participaron cientos de personas se escuchó el reclamo de que los indocumentados para que sean escuchados en la negociación de la reforma migratoria.
Con banderas, pancartas y tambores, los manifestantes comenzaron su recorrido en el Parque Unión, en el suroeste de la ciudad y terminaron en la Plaza Federal, en el centro.
Entre los abanderados había varios niños como Saúl Arellano, de 14 años, cuya madre Elvira se convirtió en el símbolo de la lucha de los indocumentados al resistir durante un año en Chicago una orden de deportación.
Arellano fue protegida por una iglesia metodista hasta que fue deportada en agosto de 2007, cuando abandonó el santuario y viajó a Los Ángeles.
Igualmente participó Rosalba Valdéz, de 13 años, autora del corrido “Se llevaron a mi padre” que dedicó al presidente, Barack Obama.
Desde 2006, el primero de mayo se marcha en Chicago en demanda de derechos para los inmigrantes y este año el tema de la reforma que se negocia en el Congreso acaparó los discursos.
Durante el acto en la Plaza Federal, el congresista demócrata por Illinois, Richard Durbin, dijo que “la lucha apenas ha comenzado” y aunque se ha “avanzado mucho, todavía queda mucho por hacer”.
El integrante del llamado “Grupo de los ocho” senadores demócratas y republicanos que negociaron el contenido de la futura ley llamó a “trabajar juntos para mantener unidas a las familias”.
Pero las familias, activistas y grupos proinmigrantes manifestaron cierto recelo por las negociaciones de la reforma, que no tienen en cuenta la opinión de los indocumentados.
“Es una negociación política que no atiende las necesidades de los trabajadores”, dijo Jorge Mújica, organizador de marchas proinmigrantes multitudinarias realizadas en el pasado en Chicago.
El pastor anglicano y activista José Landaverde opinó a su vez que “lo ofrecido hasta el momento es un insulto a la comunidad inmigrante”.
A su vez, Emma Lozano, del movimiento La Familia Unida, exigió que la reforma se centre en la unificación familiar.
“Los legisladores deben escucharnos y avanzar sin prisa para no cometer errores. En lo preliminar hay cosas absurdas, como exigir trabajo de tiempo completo a los indocumentados para ser elegibles”, dijo en una entrevista.
“Qué va a suceder con las amas de casa que no trabajan. ¿Las van a deportar a todas?”, se preguntó.
Dina Almayero, que tiene un hijo ciudadano, deseó una solución inmediata, pues tiene prevista su deportación el próximo 7 de mayo.
Artemio Arreola, de la Coalición de Illinois para los Derechos de Inmigrantes y Refugiados, señaló que, con la marcha, se buscaba enviar un mensaje claro a los legisladores para que “legalicen a todos los indocumentados y detengan las deportaciones”.
Para la activista comunitaria Rossy Carrasco, el fin inmediato de las deportaciones daría tranquilidad a las familias y “después los legisladores tendrán el tiempo que necesiten para negociar una legalización para todos”.
Emma Lozano dijo que el niño Saúl Arellano, quien vive actualmente en Michoacán con su madre, trajo cartas al presidente, Barack Obama, escritas por otros menores ciudadanos estadounidenses como él que están radicados en México, con sus padres deportados.
Esas cartas, que serán entregadas el 28 de mayo en la Casa Blanca y el Congreso, piden que la reforma incluya algún mecanismo para que los padres de hijos ciudadanos que han sido deportados puedan regresar a Estados Unidos.
“El presidente Obama tiene corazón y nos va a escuchar”, dijo Saúl, quien sueña con ver a su madre cruzar legalmente la frontera de regreso a EE.UU.