Oxígeno para Madero

Gustavo Madero (PAN) y  Jesús Zambrano (PRD) en una conferencia de prensa.

Gustavo Madero (PAN) y Jesús Zambrano (PRD) en una conferencia de prensa. Crédito: Archivo / Notimex

México

La capitulación del PRI y su candidato al gobierno de Baja California, Fernando Castro Trenti, selló una jornada electoral el 7 de julio que ese partido no esperaba —ni creía cuando los expertos les anticipaban que no habría el carro completo que soñaban—, y que el líder nacional del PAN, Gustavo Madero, esperaba con ansiedad. En el balance, fue el partido que más avanzó cualitativamente de todos y, con ello, Madero obtuvo el oxígeno que necesitaba para poder enfrentar el embate de senadores afines al calderonismo, la intromisión del grupo de siete ex gobernadores que criticaron su liderazgo, y los golpes con los que la extrema derecha panista quería subordinarlo. Si está feliz, como lo está, tiene razones para ello.

Los saldos del 7 de julio, cuando se pusieron en juego más de dos mil puestos de elección popular en 14 estados—y una diputación federal que se repuso en Sonora, el estado 15 que tuvo contienda electoral—, le dio la gubernatura en Baja California al PAN y, de acuerdo con los datos del PREP, le arrebató la mayoría legislativa al PRI y a la izquierda en Baja California, Oaxaca y Puebla. Las elecciones a este nivel son las más importantes, porque los congresos son lo que proporcionan la gobernabilidad o, en caso de conflicto, generan inestabilidad para los gobernantes.

El PAN pasó de 52 diputados locales que tenía en esas 14 entidades, a 82, con un promedio de 30.4% del voto. Este porcentaje se da porque tuvo un pésimo desempeño en Durango e Hidalgo, donde no obtuvo ninguna victoria, o resultados magros en Quintana Roo (ganó sólo una diputación), Chihuahua, Sinaloa, Veracruz y Zacatecas (donde logró cuatro diputaciones en cada congreso). En donde ganó, lo hizo en forma contundente, como en Puebla, con el 88.5%; Baja California con 58.8%; y Oaxaca con 56%, mientras que en otras entidades como Aguascalientes y Tlaxcala tuvo una buena actuación, al conquistar el 33.3% y 31.6% de las diputaciones, respectivamente.

El PAN de Madero entregó una de las mejores cuentas de la última década, al darse esta jornada en el contexto de la debacle panista en las elecciones presidenciales del año pasado, donde fueron arrumbados, pese a ser el partido en el poder, al tercer lugar como fuerza política nacional.

Estas elecciones eran interpretadas únicamente como el obstáculo que tenía que superar Madero si no quería ser descabezado como líder del partido, después del enfrentamiento abierto con 23 senadores leales a Ernesto Cordero que se rebelaron ante la destitución de quien era el coordinador, con lo que se generó una de las crisis públicas más profundas –aunque no la única- que ha tenido el partido. “No importa cuál sea el resultado electoral, Madero no sobrevivirá”, aseguraban afines a Cordero antes de las elecciones.

Hoy en día, esa sentencia no parece sostenerse a raíz de los resultados. De 14 presidencias municipales en juego, mantuvo Puebla y Oaxaca, pero le quitó al PRI las alcaldías de Aguascalientes, Mexicali, Saltillo y Tlaxcala. A nivel municipal, el PAN incrementó su presencia 10.1%, al pasar de 267 a 294 municipios bajo su control. Con todo este avance, confirmó comobastiones a Baja California y Puebla, y sentó las bases para buscar la recuperación de las gubernaturas en Aguascalientes y Tlaxcala, y amenazar al PRI en Coahuila y a la izquierda en Oaxaca. El total de votantes panistas se elevó de nueve millones 190 mil 334, a 12 millones 797 mil 321, que significa un avance de 39.2%.

Madero ganó tiempo, pero no la batalla dentro del PAN. Para el 10 de agosto está programada la reanudación de la Asamblea Nacional que revisará los estatutos —para definir el método deselección del presidente del partido y los consejeros nacionales—, pero hasta esta semana no estaba asegurado el quórum. El oxígeno a Madero se le va a acabar rápido si no aprovecha los resultados electorales para consolidar su posición dentro del partido y poder manejar la sucesión en el liderazgo o su reelección. En juego hay más que eso, la siguiente estación electoral de 2015, cuando se renueve toda la Cámara de Diputados, y las elecciones de siete gobernadores ese año y 10 en 2016, donde sólo tres no serán contra priistas. A partir de ahí comenzará lasucesión presidencial, y si Madero capitaliza el 7 de julio, el oxígeno habrá sido una nueva vida y habrá orientado la búsqueda por la recuperación de la Presidencia para 2018.

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