Plácido Domingo regresó triunfal

El tenor fue aclamado en Viena tras su breve enfermedad

Plácido Domingo (izq.) y  la soprano  Anna Netrebko ayer durante un ensayo de 'Juana de Arco'.

Plácido Domingo (izq.) y la soprano Anna Netrebko ayer durante un ensayo de 'Juana de Arco'. Crédito: EFE

SALZBURGO, Austria.— El tenor español Plácido Domingo reconoció tras reaparecer ayer, recuperado de una embolia pulmonar, en un papel que puso en pie el exigente Festival de Salzburgo, que la música es su mejor terapia: “La pasión que ponemos en esto nos da fuerza”.

“Estoy muy emocionado, muy feliz, porque el susto que me llevé fue ‘regular'”, explicó Domingo, tras su vuelta a un escenario para dar vida al Giacomo de la Juana de Arco de Giuseppe Verdi.

“Somos tan afortunados de hacer esto, que no es trabajo: es un ‘hobby’ cuando lo haces con toda la energía”, declaró un Domingo conmovido por el recibimiento que le brindó un público entregado.

“Creo que estoy bien, me siento bien”, agregó sobre su estado de salud, tras haber sido hospitalizado una semana en Madrid por la embolia que sufrió el pasado ocho de julio.

Pese a la recuperación, de lo sucedido en julio le queda un poso de “tristeza” por no haber actuado en Madrid, donde tenía previsto actuar en la ópera Il Postino, de Daniel Catán, aunque cree que en septiembre podría tener un hueco para volver a la capital de España.

En Salzburgo, cuando se habla de Domingo, las palabras de los melómanos se convierten en un torrente de elogios para describir su incansable compromiso con la música, su energía y su pasión.

Un compromiso que se subraya aún más cuando el maestro recalca: “Yo voy a seguir cantando hasta que Dios quiera”.

La fascinación y simpatía del público fue un bien apreciable ayer en su reaparición en la prestigiosa Felsenreitschule de Salzburgo, donde un público en pie brindó una cálida y larga ovación al maestro.

Los melómanos que abarrotaron el espacio, el principal escenario del festival, sabían bien que esta era una función especial para el cantante y desde el principio le arroparon con claras muestras de simpatía para premiar su inagotable amor a la música.

El tenor madrileño, de 72 años, reapareció con sus capacidades vocálicas recuperadas y con la misma energía y pasión que ha derrochado en sus cinco décadas en el mundo del canto lírico.

Domingo da una simple receta para tanta fuerza y energía: “El amor a la música”.

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