Reforma migratoria más allá del Senado
Inmigración
En su reciente conferencia de prensa, justo antes de salir de vacaciones, el presidente Obama sugirió que si los republicanos realmente están comprometidos con una reforma migratoria deberían considerar y aprobar el proyecto de inmigración que aprobó el Senado en junio. No obstante, según el propio presidente, “el reto ahora mismo no es que no haya una mayoría de miembros de la Cámara, como hay una mayoría de miembros del Senado, que no estén preparados a apoyar este proyecto de ley. El problema es la política interna del caucus republicano”.
El presidente tiene razón. La mayoría de los republicanos no apoyan el proyecto del Senado. Pero el tratar de implicar que eso demuestra que los republicanos no quieren atender este importante tema, es sencillamente falso y es otro esfuerzo más por el presidente para usar el tema exclusivamente para fines políticos.
¿Por qué deben lo republicanos de la Cámara considerar el proyecto del Senado? Después de todo, el Senado demócrata continuamente ignora los proyectos que pasa la Cámara republicana.
La Cámara y el Senado son dos cuerpos iguales dentro del poder legislativo. Lo que hace el Senado no obliga a la Cámara y vice versa, y esto es más evidente aún cuando, como hoy, cada cámara está controlada por un partido distinto.
El presidente actúa como si el proceso legislativo hubiera terminado una vez el Senado validó el consenso al que llegó la “pandilla” bipartidista de ocho senadores. Pero nadie puede esperar que el consenso al que llegaron ocho senadores controle todo el debate en un Congreso con 535 miembros.
Para aprobar legislación sobre un tema tan complejo y controvertible como el de la inmigración se necesita negociar un consenso mucho más amplio entre ambos partidos y ambas cámaras, tomando en cuenta la diversidad de puntos de vista de un grupo mayor de miembros. No nos debe sorprender, sin embargo, que el presidente no entienda esto, considerando que desde el comienzo de su administración, este ha demostrado una incapacidad para forjar consensos amplios en Washington para atender el sinnúmero de retos que enfrenta la nación.
Por otra parte, aunque la mayoría republicana de la Cámara ha descartado considerar el proyecto senatorial, la Cámara sí ha estado activamente debatiendo el tema de la inmigración de una manera integral durante los pasados meses. De hecho, los comités de lo Judicial y Seguridad Interna han comenzado a aprobar una serie de proyectos para consideración del pleno de la Cámara. Más aún, el liderato republicano ya ha dicho que cuando regresen del receso de agosto, consideraran medidas que permitan la legalización de los indocumentados.
El presidente también asume —y así nos lo dejo saber en la conferencia de prensa— que el proyecto del Senado es casi perfecto, que trata adecuadamente todos los aspectos del problema que ameritan atención. “El proyecto del Senado”, declaró, “realmente mejora la situación en cada uno de los temas que ellos [los republicanos] dicen que les preocupan”.
Sin embargo, esto tampoco es cierto. Aunque yo apoyé el proyecto del Senado porque era lo mejor que se podía aprobar en dicho cuerpo, debo admitir que este tiene serias deficiencias que deben ser corregidas.
Quizás el problema más grande del proyecto del Senado es que no atiende seriamente la necesidad que tiene nuestra economía de trabajadores extranjeros. El programa de trabajadores temporales no agrícolas que se incluyo en el proyecto del Senado es tan pequeño que es prácticamente irrelevante. Una vez plenamente implantado, después del 2020, a penas proveería 200,000 visas anualmente para aquellos que quieran venir del extranjero a trabajar y solo 15,000 al año para trabajadores en el sector de la construcción. Estos números no son realistas. Nuestra economía necesita muchos más trabajadores cada año.
Los republicanos de la Cámara entienden que esto es un problema y por eso los congresistas Raúl Labrador de Idaho y Ted Poe de Texas están trabajando en un proyecto de ley que crearía un programa de trabajadores más amplio que el del Senado, que se ajuste a las necesidades del mercado. Es evidente que si no hay suficientes visas para los trabajadores extranjeros que nuestra economía requiere, estos seguirían entrando al país ilegalmente y en breve volveríamos a tener una comunidad de indocumentados.
Si el presidente estuviera tan interesado en que se apruebe una reforma migratoria, le daría espacio a la Cámara republicana para decidir como quiere proceder con este tema. Su insistencia en que se considere el proyecto del Senado no abona en nada a crear un ambiente positivo en el que ambos lados se sientan que sus respectivos puntos de vista están siendo considerados. Todo lo contrario: lo único que logra es antagonizar a los republicanos y poner en riesgo el que se apruebe un proyecto de reforma.