La ‘Bestia’ herida
Así quedó el tren de carga conocido como La Bestia cuando ocho de los doce vagones que integraban el tren se volcaron en el sureste de México, en el estado de Tabasco, con un saldo de once migrantes hondureños fallecidos.
En el techo de los vagones viajaban unos 400 indocumentados.
El tren de carga es conocido en toda la región porque lo abordan los sin papeles en su intento por atravesar México y alcanzar la frontera con Estados Unidos.
Es difícil saber con exactitud cuántas personas atraviesan la frontera mexicana rumbo al norte, pero la última cifra oficial, de mayo de 2011, calculaba unas 140,000 al año, en su mayoría procedentes de Guatemala, Honduras y El Salvador.
El viaje comienza al sur, a orillas del río Suchiate, frontera natural entre Guatemala y México. Después Tapachula, Tenosique. Más adelante Veracruz, Tamaulipas, Reynosa. Y ya en la frontera norte, Nogales y Tijuana.
En cuanto se llega a la parte mexicana. Ante la falta de recursos materiales y por la cacería que lanzan los agentes mexicanos del Instituto Nacional de Migración (INM) en las carreteras del país, con decenas de retenes, los migrantes se ven obligados a utilizar la línea ferroviaria. Viajan entre vagones y sobre los techos, sin luz y con hambre.
Una travesía que entraña riesgos de toda clase: desde asaltos violentos a accidentes en las vías, abusos sexuales y, cada vez más, secuestros y muertes a manos de organizaciones criminales en territorio mexicano
La experiencia cotidiana que viven miles de migrantes no regulares al cruzar México es un drama amplio y suficientemente documentado.
Hay un informe de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) de México que dice: Entre septiembre de 2008 y febrero de 2009, casi 10,000 emigrantes centroamericanos que trataban de llegar a Estados Unidos fueron secuestrados a su paso por territorio mexicano.
Muchos de ellos fueron capturados en grupos, bajados de los vagones de tren y confinados en casas de seguridad. El rescate fluctuaba entre los 1,500 y los 5,000 dólares.
Las mujeres migrantes, las más vulnerables, las mas desprotegidas. Es rara la que se salva de ser violada.
Muchas de estas jóvenes, guatemaltecas, salvadoreñas, hondureñas, se inyectan antes de subirse al tren un anticonceptivo conocido como Depo-Provera. Le llaman “la inyección anti-México”. Impide la ovulación durante tres meses y de esa manera, si son violadas, evitan al menos quedarse embarazadas.
Pero además viene lo de las vías. El tren, un enorme convoy de grandes vagones, es una máquina que mata y mutila migrantes todos los días.
A lo largo del camino existen casas de acogida para supervivientes mutilados de “La Bestia”. El más famoso se encuentra en Tapachula y se llama Jesús el Buen Pastor. Allí conviven migrantes que sufrieron caídas y amputaciones en el camino, y que milagrosamente sobrevivieron
El padre Alejandro Solalinde, defensor de los derechos humanos, señaló como responsable de las muertes provocadas por el descarrilamiento de La Bestia a la indolencia del Gobierno mexicano, que nunca tomó acciones para dar a los indocumentados otras opciones para trasladarse sin tener que arriesgar su vida.
A pesar de que todos los legisladores de todos los partidos políticos aprobaron por consenso —en febrero de 2011— la propuesta de dar una visa humanitaria o un permiso temporal de tránsito a los indocumentados, las autoridades la ignoraron.
La principal responsabilidad del Estado mexicano es velar por la seguridad e integridad de las personas que transitan por su territorio, independientemente de su estatus migratorio, dijo el religioso. “Pero salta a la vista que el gobierno de México sigue haciendo un trabajo de contención, de muralla, por su obsesión de quedar bien con Estados unidos con su famosa seguridad.”
Es decir, México tiene que detener a los migrantes centroamericanos pues así conviene y son las instrucciones de Estados Unidos. Por eso utiliza el mismo expediente, las inhumanas deportaciones, las detenciones, la persecución.
Está haciendo el trabajo sucio”, escribe Ana María Aragonés en La Jornada. “Aun cuando se aprobó una ley de migración cuyo eje gira en torno a la no criminalización de los migrantes, la realidad es que en los hechos es letra muerta, pues se sigue criminalizando a los migrantes, siguen las autoridades coludidas con los criminales para extorsionarlos y torturarlos con total impunidad, son esos mismos policías los que atacan los albergues de migrantes, actos prohibidos por la ley, así como las redadas de esas corporaciones, que también están sancionadas por la ley de migración.
Y para mayor escarnio,continúa, el Instituto Nacional de Migración anunció que sus agentes seguirán participando en la detención de indocumentados y traficantes de personas por igual.”
Al descarrilarse La Bestia, advirtió Solalinde,los migrantes buscarán nuevas rutas para seguir su camino hacia el norte, pero exponiéndose aún más a nuevos riesgos. “Deberían darles permisos de 180 días para que no tengan que tomar rutas peligrosas, que ya no tengan que andar en tren”, consideró.