Cómo ganarle a Mayweather

Floyd Mayweather Jr. golpea a Oscar de la Hoya en la pelea en que lo venció por decisión dividida al mexicano-estadounidense en mayo del 2007.

Floyd Mayweather Jr. golpea a Oscar de la Hoya en la pelea en que lo venció por decisión dividida al mexicano-estadounidense en mayo del 2007. Crédito: AP

Hay una palabra clave que define, aclara, resuelve, absuelve y sentencia. Y usted puede decirla en francés, griego, inglés, latín o en español. Mejor si la dice en mexicano.

Presión.

Con todo lo que ha corrido de tinta, de buenos criterios, verborrea barata, opiniones centradas y babosadas en el entorno de la pelea entre Floyd Mayweather y Saúl “Canelo” Álvarez, en la que basicamente no se da ninguna opción de victoria al azteca, justo es romper un sable con una opinión a contrapelo de la gran mayoría.

Es cierto que técnicamente Mayweather parece perfecto. Que es un prodigio físico. Que combina como nadie la experiencia y la inteligencia sobre un cuadrilátro para dictar los combates.

Bueno, también es cierto que por momentos parece invisible y que hasta ahora ha sido invencible.

Todo eso es verdad.

Pero ya tiene 36 años.

También es verdad que “Canelo” Álvarez luce inexperto y que con 23 años, no ha tocado techo en su carrera para plantar cara a los mejores, pero lo real es que está citado esta noche ante el mejor libra por libra y que ha insistido en esta larga travesía promocional en que le va a ganar al díscolo y talentoso “Money man”.

Presión, es la palabra. Visto que no son comparables en sus calidades boxísticas, Álvarez y su esquina tienen que hacer prevalecer su ventaja, [única ventaja] para dar un batalla digna por la victoria.

Fortaleza. Potencia. Oxígeno. Ventaja física. Pelean en su categoría. Superwelter, aunque pactaran 152 libras, y puede encontrar a un Mayweather menos movil que otras veces.

Es un mago de la defensa, sí, pero ya tiene 36 años.

“Canelo” va encontrar una vía abierta para ir a buscarlo, pero no para boxear con él, sino para atacarlo de campana a campana. Para eso se preparó.

Presión. No acoso improductivo para que él se luzca. Presión los tres minutos de cada asalto.

Entonces Mayweather, bailando y corriendo, va a capear el temporal de los primeros tres asaltos.

Y seguro llegará ileso a la mitad del combate. Pero si el pecoso jalisciense se acuerda que hay trece años de diferencia a su favor y que los años dan sabiduría a la par que dan vejez y rebajan facultades físicas, entonces, se lo va a creer y en la segunda mitad del combate va a tener su oportunidad.

Si y solo si, pone presión de principio a fin.

Debe recordar que pelea en su categoría y que Mayweather, peleando contra superwelters, nunca brilló, y que fue un boxedador corriente por más que en esas dos noches ante De la Hoya y Cotto, haya facturado 100 millones.

Es verdad que Mayweather le ganó a Miguel Cotto y “Canelo” al hermano de Cotto. Y, pero aún, que Mayweather le ganó a Ricky Hatton y “Canelo” al hermano de Hatton, pero el mexicano tiene el hambre, la ambición y el sueño.

Todos los grandes boxeadores perdieron alguna vez.

No le podía ganar Spinks a Alí, pero le ganó. No era posible que le ganara Frankie Randhal a JC Chávez, pero hizo la machada de borrar los 89 victorias sin derrota del mito de Culiacán y lo dejó sin invicto y sin título.

Y si uno con 23 años, en la noche más grande de su vida, no se deja la piel (y lo demás) para treparse a lo más alto, entonces es que no lo merece.

Lo obvio es que gane Mayweather por decisión unánime una pelea que puede no ser una gran pelea. Lo lógico es una victoria del dueño de casa, a su estilo, después de correr toda la noche, pero… sí existe una manera de ganarle a Mayweather y regalarle el disgusto más grande de su vida.

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