Lila Downs ofreció velada magistral en LA (fotos)

La cantante y Carla Morrison deleitaron el domingo por la noche a miles de angelinos en el Greek Theatre.

La presentación de Lila Downs fue parte de su tour 'Pecados y Milagros'.

La presentación de Lila Downs fue parte de su tour 'Pecados y Milagros'. Crédito: René Miranda / Especial para La Opinión

Cuando un artista tiene más de lo esencial, no necesita demasiado sobre el escenario para entretener, seducir y complacer al público.

Lila Downs (Tlaxiaco, México, 1968) y Carla Morrison (Tecate, México, 1986) son un ejemplo de ello.

Dos mujeres con estilos muy particulares, pero que convergen en su calidad vocal y los acompañamientos musicales.

El domingo por la noche ofrecieron un recital ante un Greek Theatre al que llegaron casi seis mil seguidores de ambas artistas, pero sobre todo de Downs.

Por lo regular, quien abre un concierto es el artistas menos conocido —que podría ser el caso de Morrison en Estados Unidos— y al que menos espacio se le da en las reseñas. Pero en este caso es diferente porque su cualidad y calidad fueron el protagónico en ambas.

Tanto, que casi para finalizar el concierto, Downs sorprendió a la audiencia con la interpretación de Paloma negra —un tema tan popular del compositor José Alfredo Jiménez que en la voz de la oxaqueña retoma otros bríos— acompañada de Morrison y musicalizada por el Mariachi Los Camperos de Nati Cano.

El público lo agradeció. Fue ver como un tema ranchero, recreado musical y vocalmente por Lila y su banda La Milagrosa, obtenía un plus con el estilo alternativo y esa voz de matices muy peculiares de Morrison.

Mientras Carla Morrison, ganadora de dos Latin Grammy, interpretó sus temas más conocidos como Compatir, con su habitual estilo desgarrador, Lila Downs, ganadora de un Grammy y varios Latin Grammy, ofreció una presentación de variedades rítmicas y emocionales.

La oaxaqueña abrió con el tema Mezcalito, una cumbia con la que hace homenaje a la bebida de su tierra y en la que no tuvo obstáculo de brindar con el público y darle un buen trago a la enorme botella de mezcal que llevó al escenario.

Hace tiempo que Downs no se presentaba con todo su show en Los Ángeles, había tenido presentaciones en alguna universidad pero no en un lugar de gran capacidad.

Con ese tema, Downs arrancó los primeros aplausos de una audiencia, en su mayoría latina, pero también, evidentemente de muchos angloamericanos, un mercado en el que, desde el inicio de su carrera, logró llamar la atención no sólo por los altos registros de su voz, también por su autenticidad y su orgullo de mostrar sus raíces indígenas oaxaqueñas.

Eso la colocó poco a poco en el gusto de un público que no entendía sus canciones, pero sentía su música y que Downs entre pieza y pieza ofrecía una pequeña reseña de ellas en su segunda lengua: inglés.

La cantante de las trenzas y vestidos típicos —que muchos la relacionaban con la pintora mexicana Frida Khalo—, se ganó la admiración de un puñado de latinos y angloamericanos en este país, luego la de los europeos y posteriormente la de los mexicanos, su país, al que conquistó hasta lograr ser una de las artistas más queridas y admiradas.

Por eso el domingo por la noche, aunque hubo público que le pedía hacer más referencias en español, Downs lo hizo casi todo en inglés y cantó también en ese idioma.

Otro tema fue I Would Never, que Downs dedica a la comunidad inmigrante que radica en este país; al tiempo que lo cantaba, aparecían imágenes de gente trabajando en el campo y de rostros aclamando una reforma migratoria, tal como horas antes de su presentación, miles de personas había hecho con una marcha en el centro de Los Ángeles.

Downs repasó casi todos los temas del disco que más glorias le ha dado —y la razón de su tour—, Pecados y Milagros. Todo fluyó con ecléctica tonalidad de ritmos, pasando por canciones desgarradores como Cruz de olvido —que dedicó a Chavela Vargas—, la rica Cumbia del mole y la ranchera Tacha la teibolera.

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