Se agudizan problemas de los republicanos en EEUU
El partido enfrenta una fuerte caída en las encuestas y una división interna
Washington — Un año después de perder unos comicios presidenciales que muchos republicanos creían poder ganar, su partido está presumiblemente peor que antes: mientras se esfuerza por controlar las tensiones entre el ala del Tea Party y la línea central, experimenta una caída en la aprobación pública a niveles récord.
Poco después que Mitt Romney perdió ante el presidente Barack Obama, el Comité Nacional Republicano recomendó un solo cambio de política: apoyar una reforma inmigratoria con la esperanza de conquistar el voto hispano.
El consiguiente proyecto de inmigración ahora languidece descuidado en la Cámara de Representantes con mayoría republicana. La mayor preocupación para muchos líderes del partido es la brecha creciente entre los republicanos orientados a los negocios y el ala más ideológica. Los dos bandos se acusan mutuamente de fallas de cálculo al impedir aumentar el tope de endeudamiento nacional y provocar el cierre parcial de las operaciones del gobierno, consideradas como un gran motivo de bochorno para los republicanos.
Pero sus tribulaciones no acaban aquí.
Las encuestas muestran que el candidato republicano está rezagado en una puja para la gobernación de Virginia que tradicionalmente suele ganar un republicano. Y a nivel nacional es difícil recordar cuándo el partido se vio tan acéfalo. Romney ha vuelto a la vida privada. Algunos astros potenciales han tropezado, como le ocurrió al senador Marco Rubio, de la Florida, cuando enfureció a los activistas conservadores al promover el proyecto de inmigración en el Senado.
El líder de la minoría en la cámara alta, Mitch McConnell, está preocupado por su intento de reelección en Kentucky, flanqueado por un desafiante republicano del Tea Party a la derecha y por un demócrata bien aceptado por el público a la izquierda.
En la Cámara de Representantes, el titular John Boehner afianzó el respaldo que le dan sus colegas republicanos sólo al permitirles votar contra un plan bipartidista que buscaba impedir que el gobierno federal incumpliera sus pagos.
La legislación, que también permitió reanudar las actividades del gobierno, fue aprobada en gran medida con votos demócratas. No es precisamente el tipo de victoria que un líder republicano ostenta con orgullo.
En esta situación problemática, muchos veteranos del partido esperan que los conservadores radicales reduzcan sus diferencias con los miembros más pragmáticos antes de las elecciones legislativas del año próximo y la campaña presidencial del 2016.
“Si no hallamos terreno común y nos alineamos en el mismo bando, vamos a tener dos años muy duros y desagradables”, pronosticó Sara Taylor Fagen, que fungió como directora de asuntos políticos en la Casa Blanca del presidente George W. Bush.
Fagen reconoció que arrecian las tensiones entre los republicanos orientados hacia los negocios y los partidarios del Tea Party, muchos de los cuales se negaron a elevar el límite de la deuda nacional a menos que los demócratas aceptaran demandas políticamente inaceptables. Así, plantearon la posibilidad de una mora de pagos que habría perjudicado gravemente a la economía.
Pero será difícil cerrar la brecha entre las dos facciones, agregó Fagen. “No creo que se estén comunicando”.
Para John Ullyot, ex asistente del Senado de los republicanos moderados, “la verdadera pérdida de esta última batalla ha sido la separación entre los republicanos pro-empresa y los que éstos consideran rebeldes, que según ellos están arrastrando el partido al precipicio”.
Muchos donantes, agregó, “están empezando a retener toda contribución por ahora hasta que el partido resuelva cómo hacer frente a estos republicanos” rebeldes.