Joven se gana la vida tocando música en tiendas de LA

Un joven de 27 años que quedó sin empleo ahora toca "para pagar la renta y por amor a la música"

Julián Porte canta afuera de una tienda en Whittier para ganarse el dinero para pagar su renta.

Julián Porte canta afuera de una tienda en Whittier para ganarse el dinero para pagar su renta. Crédito: Isaías Alvarado / La Opinión

Muchos músicos que han dejado huella empezaron desde abajo y Julián Porte quiere ser uno de ellos. Por supuesto, esto no fue planeado: la crisis lo dejó sin empleo y fuera de la universidad, por eso, cada tarde, él trae sus melodías a tiendas del este del condado de Los Ángeles.

Los mini-conciertos de Porte, de 27 años y nacido en la ciudad de Whittier, se acompañan del sonido de los carritos que chocan al unirse y del abrir y cerrar de las puertas automáticas de los establecimientos. Así, entre el ajetreo de las compras, se puede escuchar su guitarra, armónica y voz.

“Tocando para pagar la renta y por amor a la música”, se lee en un desgastado cartel que coloca dentro de la funda de su lira, donde caen billetes y monedas. La gente, dice, es generosa y le da unos $80 dólares en sólo tres horas, todo lo que necesita este joven para sobrevivir y seguir soñando.

“Sólo quiero vender mi música y vivir modestamente, no quiero ser famoso ni estar en revistas”, señala el hijo de una zacatecana y un alemán. Él aprendió a tocar la guitarra hace seis años y desde hace uno formó una banda, Levitation Room, que ya tiene un demo con cinco canciones al estilo de The Beatles.

Porte compone la mayoría de los temas, que hablan de política, amor, la gente y sus dificultades. Su vida bien podría inspirar una melodía quizás al triste ritmo del blues: Desde hace un tiempo ha dormido en el estudio de grabación que renta su banda en East LA, sin poder regresar a estudiar inglés y música en el colegio comunitario Río Hondo. Tampoco ha encontrado un empleo formal. Antes de convertirse en un músico callejero trabajó como oficinista, electricista y en bodegas.

“La guitarra es como una extensión de mi persona”, comenta este chaval antes de entonar una canción. Tiene la voz dulce, como la de esos cantantes de los años 60, y la armónica le da un toque campirano.

Los billetes caen a sus pies con la melodía. Unos niños sonríen al verlo; algunos adultos lo ignoran. Pero él sigue en lo suyo. En esta plaza de Whittier lo conocen bien (sobre todo un guardia que lo corre si lo ve de viernes a domingo). Un hombre se acerca para saludarlo y dejarle un dólar. Porte le presume que está siendo entrevistado y aquel sonríe: “él está viviendo el sueño”, comenta.

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