El aporte inmigrante
La ciudad de Detroit tiene una fórmula para solucionar sus problemas que la llevaron a la bancarrota: la inmigración.
El gobernador de Michigan, el republicano Rick Snyder, halló que la mejor manera para atraer gente a la ciudad y revitalizarla es solicitar la llegada de extranjeros. Para ese fin, Snyder pidió al Gobierno federal que separe 50 mil visas en un período de cinco años del tipo EB-2 para que llegue a esa metrópolis que se haya en la bancarrota. Al mismo tiempo, Snyder quiere lograr que las decenas de miles de estudiantes extranjeros inscriptos en colegios y universidades de Michigan se queden en el estado después de graduarse.
La solicitud del gobernador sorprendió a las autoridades federales, ya que el otorgamiento de este tipo de visa, para profesionales con títulos o individuos con una capacidad excepcional en el campo de las artes, ciencias o negocios, no esta ligado a una región específica del país.
No es raro que la inmigración sea vista como una fuerza positiva para impulsar el renacimiento de una ciudad. La ética de trabajo y el espíritu empresarial del inmigrante es reconocido por el gobernador, quien asegura que por cada trabajo que tiene un inmigrante, se crean 2.5 empleos para los ciudadanos.
Es cierto que el énfasis de Snyder es por un inmigrante especializado, aunque las necesidades económicas de Estados Unidos no se limitan a estos. Es necesario una mano de obra joven para que ayude con sus contribuciones a los jubilados, una base impositiva que aporte con su consumo y una fuerza estable laboral para hacer las labores que nadie quiere hacer. Todo esto también ayuda a Estados Unidos y sus ciudades como Detroit.
El aporte de los inmigrantes es reconocido por diversas industrias y a través de numerosos estudios imparciales. Solo falta que la mayoría republicana de la Cámara Baja tome conciencia de esta contribución real para dejar atrás los estereotipos negativos que bloquean una reforma integral de inmigración.
