TV: ni sana ni educativa
Burbujas
No soy crítico de televisión. ¡Dios me libre! Soy solo uno de tantos que piensan que la televisión debe ser un entretenimiento sano, informativo y educativo.
Por supuesto que tengo contrato con una de las compañías de cable que me cobran una “x” cantidad a cambio de miles de opciones de programas llenos de anuncios que los patrocinadores pagan gustosamente para que sean transmitidos en los programas de interés para nosotros los televidentes. Evidentemente, entre más audiencia tenga un programa más caros serán los comerciales para los anunciantes y a nosotros los televidentes solo nos queda el ver esos anuncios, soportando algunos verdaderamente malos.
Independientemente de las excepcionales personalidades que se han desarrollado en la televisión de habla hispana, que es la única a la que voy a referirme en el día de hoy, no seria nada malo que alguien revisara los anuncios que salen al aire para que el castellano que se use sea el correcto.
De un tiempo para acá, parece ser que los dueños de negocios, con tal de aparecer en la televisión, o por ahorrarse ciertos costos, son los actores en sus propios anuncios, sin tener ni la facilidad de dicción, ni los conocimientos de lo que pudiera ser efectivo ante los televidentes. Si nos preguntaran, se darían cuenta de la mala opinión que tenemos de sus comerciales.
Yo me pregunto: ¿por qué los que venden automóviles usados siempre tienen que gritar? Como si el hacerlo mejorara la calidad de sus productos.
También cuestiono ¿por qué al editar los anuncios encadenados, en ocasiones nos tocan cambios de volumen que nos obligan a estar manipulando el “control” para regular lo que la televisora debería haber regulado?
Entiendo que los anuncios son parte de los diferentes canales o televisoras, pero también la compañía de cable se involucra en el tema y me parece un tanto absurdo que nuestro pago como suscriptores no ayude a minimizar la necesidad de los comerciales. Una oferta de televisión filtrada de comerciales sería muy interesante de explorar como negocio. De seguro habrá suscriptores a quienes les interesaría Eso en cuanto a los anuncios se refiere.
Otro asunto que nos afecta a los suscriptores es el manipuleo de los eventos de manera que las transmisiones no se puedan ver “en vivo”, en ocasiones ofreciéndolos contra un pago adicional. Desafortunadamente esto no solo se da con eventos únicos, sino que hasta partidos regulares del futbol mexicano se han dejado de transmitir a la hora normal y en su lugar nos han puesto un programa de horas y horas de OVNI y de extraterrestres.
Es una tristeza que paguemos por un cable que no respeta ni siquiera sus propios horarios y a quien al parecer interesa muy poco la opinión de sus millones de televidentes.
Independientemente de todo lo dicho, y de seguro los mil comentarios que cada uno de mis lectores tienen al respecto, creo que la televisión en español, la producida y transmitida en los EEUU ha perdido la pista, o nunca la ha sabido, de la importancia e influencia que tiene sobre los muchos millones de latinos que vivimos en este país. Los contenidos de sus programas dejan mucho que desear.
Estamos hundidos en un maratón de telenovelas, algunas con actuaciones muy buenas, y otras que son verdaderos “churros”. Y no creo poder rescatar mucho de la infinidad de programas de concursos que actualmente invaden la televisión.
Se salvan del naufragio airosamente algunos de los noticieros y entrevistas como las que hacen Jorge Ramos y Maria Elena Salinas. A Jorge lo hemos visto desde muy jovencito crecer en la televisión en Español, hasta convertirse en uno de los pocos periodistas televisivos con que contamos en los EEUU.
¿Y la parte educativa de la televisión? Me preocupa lo que se ofrece para los niños y jóvenes de la comunidad latina. Yo he hecho el experimento, le suplico que lo haga usted también: pregunte a los jóvenes qué es lo que han aprendido en la televisión en español en los Estados Unidos en los últimos meses, y llegarán de seguro, a lo mismo que me han dicho decenas de jóvenes que yo he entrevistado en Houston: la respuesta es NADA.
Y la regulación de horarios con respecto al contenido parece haberse relajado. No basta con anunciar que los distintos programas tienen una clasificación para saber si son aptos para menores y si su contenido es adecuado para los niños. Desafortunadamente, pese a ello, muchos de los programas llegan a ser vistos por quienes no debieran, dado las horas en que se transmiten.
La televisión debiera ser instrumento de integración de la actualmente dividida comunidad latina. Es necesario que haya programas que muestren lo mejor de nuestros países, lo mejor de nuestras costumbres, lo mejor de nuestra música y lo mejor de lo que somos.
El compromiso de las televisoras con la cultura es muy necesario y tiene el gran reto para los productores de hacer programas interesantes que puedan intercalar en la barra de programación con sus otros programas.
La televisión es un instrumento publico concesionado con una responsabilidad social informadora y educadora, queramos o no. No se trata de sustituir ni a los padres ni a las escuelas, pero si debería servir como un complemento a la formación de las futuras generaciones.