La liberación de Bergdahl
El intercambio de prisioneros es un evento común en los conflictos armados, como lo es el de Afganistán. También puede verse la liberación del sargento Bowe Bergdahl como un chantaje exitoso en el cual se libera un soldado a cambio de altos jerarcas del Talibán detenidos en Guantánamo. En realidad, este caso no es blanco y negro.
Es muy fácil ragasrse las vestiduras y acusar a la Casa Blanca de debilitar la imagen de Estados Unidos y poner en riesgo la vida de otros estadounidenses con esta negociación. Pero la verdad es que la reputación mundial estadounidense no pudo estar más por el suelo que con la administración de George W. Bush, cuyas acciones ayudaron a la expansión regional de AlQuaeda.
El pasado da perspectiva, especialmente cuando arrecian las críticas, entremezclándose el cuestionamiento válido de una acción ejecutiva con ramificaciones internacionales con la politiquería electoral de atacar a la administración, ya sea por el Obamacare, por la atención a los veteranos o por liberar a Bergdahl.
Todo vale para elección de noviembre.
Más allá de las especulaciones, lo cierto es que hubo una oportunidad para liberar un soldado estadounidense que estuvo cautivo por cinco años y esta fue aprovechada por el presidente Obama. El mandatario actuó bajo el compromiso tácito que tiene la nación con sus soldados, de rescatarlos en vez de dejarlos abandonados a su suerte. Hizo lo correcto. Con seguridad muchos padres de soldados se sintieron aliviados.
Con Bergdahl liberado se podrá discutir, y eso cabe al Pentágono, qué hizo que el sargento terminara en manos del Talibán. Se podrá debatir si la Casa Blanca violó la ley al no informar con tiempo al Congreso, algo que le sirve a los republicanos para su narrativa electoral de que el presidente incumple las leyes.
Este intercambio tiene aspectos preocupantes, como el peligro que pueden significar los talibanes liberados. Pero el cumplimiento del compromiso de nuestro país de rescatar a sus soldados capturados es una prerrogativa importante y necesaria del Presidente como Comandante en Jefe, y Obama la utilizó oportunamente.