La crisis de los niños
Migración
“Nunca dejes que se desperdicie una buena crisis”
Winston Churchill
Una gran crisis humanitaria se vive actualmente en la frontera con México, particularmente en Texas. Aproximadamente 52,000 menores de edad han sido detenidos en ese Estado cruzando sólos la frontera desde octubre pasado. En la actualidad la mayoría de estos jóvenes se encuentran viviendo en bodegas que han sido adecuadas para albergarlos, en la espera de ver a un juez de inmigración que determine su destino.
Pero como una crisis de esta naturaleza no se puede desperdiciar, los republicanos la han aprovechado para darle la estocada final a la moribunda reforma migratoria, para atacar al Presidente Obama por la medida administrativa de acción diferida dictada en el 2012 a favor de los llamados “soñadores”.
El representante republicano por California, Darrel Issa, circuló entre sus colegas la semana pasada, una carta solicitando al Presidente Obama la cancelación del programa y la deportación de los 550,000 jóvenes immigrantes no autorizados que se acogieron al beneficio de la acción diferida. Según el congresista, el incremento actual de la inmigración ilegal de menores de edad se debe a la expectativa de los nuevos immigrantes de recibir un estatus legal bajo DACA.
Issa se olvida que la medida no es retroactiva y que requiere que los solicitantes hayan estado físicamente en los Estados Unidos de por menos el 15 de junio de 2007.
A Issa no le importa tampoco que en realidad este incremento tiene que ver con el alto grado de violencia que padecen en estos días los países como Honduras, El Salvador y Guatemala; ni que esto no es como se pretende asegurar, un fenómeno actual ni exclusivo de Los Estados Unidos.
La ola migratoria de menores de edad se inició en realidad el 2011, es decir mucho antes de la implementación de la acción diferida; y ha afectado no sólo a Los Estados Unidos, sino que ha ocurrido por igual en otros países como México, Panamá, Costa Rica y Nicaragua.
Mientras lo razonable sería buscar las causas de esta ola migratoria de menores de edad desde Centroamérica y ayudar a los países involucrados a resolver sus problemas estructurales para evitar estas salidas masivas, a Issa no se le ocurre nada mejor que pedir la expulsión de unos pocos cientos de miles de jóvenes que han probado ser un aporte positivo a la sociedad estadounidense.
El futuro de los 52,000 niños y jóvenes que han emigrado recientemente es impredecible. Están en manos de los jueces y las autoridades migratorias. Estas vidas no valen nada para gente como Darrel Issa, que prefiere aprovechar una crisis humanitaria para impulsar una agenda partidista y ganar un par de escaños en el Congreso, aunque eso signifique jugar con decenas de miles de menores que deberían ser tratados como refugiados… y, de refilón destruir otro medio millón de hogares en los Estados Unidos.
Viva la politiquería, al diablo el sentido común y la justicia.