Es un asunto de respeto

El partido republicano está en manos de extremistas como Steve King y Ted Cruz

Leí con especial agrado la carta enviada a la sección Tribuna del público por el señor Raúl Gallo en la que con algo de certeza me califica como “anti republicano”. Y digo con algo de certeza porque puedo decir en mi favor que con la misma energía con la que ahora critico a los republicanos, he criticado en el pasado a los demócratas y muy especialmente al presidente Obama.

Concuerdo con el señor Gallo cuando señala que los hispanos deberíamos acercarnos más a los republicanos, el único problema es que no nos dejan.

Creo fervientemente en lo que decía el ex-presidente Ronald Reagan que los hispanos compartimos muchos valores con el Partido Republicano. Pero esto que dijo Reagan tendría vigencia si nos refirieramos a los republicanos de hace 30 años, no a los republicanos que controlan el partido ahora.

No se trata de que todos los republicanos sean malos. El inconveniente es en en el hecho de que los republicanos moderados están en un estado de invernación, no levantan cabeza, no defienden su espacio, no levantan su voz. El partido esta en manos de extremistas como Steve King y Ted Cruz.

Así como leí la carta del señor Gallo, leí el artículo de doña Esther Cepeda, quien con muy buen criterio señala que los hispanos no somos un grupo monolítico y que la inmigración no es el único problema que nos preocupa. De hecho creo que hay temas que encabezan nuestra agenda como la educación, la salud, la economía, etc. Pero el asunto no es si a los hispanos solo nos interese el tema migratorio, si no que es un tema utilizado por ambos partidos políticos para movilizar a sus bases y por tanto toma relevancia. La única diferencia es que del lado demócrata no estamos observando actos concretos para marginalizar a nuestra gente. El que se vote para expulsar a un puñado de jóvenes exitosos por un delito que cometieron sus padres es un acto irracional, absurdo, inhumano y contrario a la justicia. Y si a eso le suma la retórica de odio, a la que estamos sometidos todos los días, el asunto se vuelve inevitable.

Analicemos lo que pasó la semana pasada con el encuentro entre Erika Andiola y Steve King. Sin duda los titulares se los llevó King, pero me resulta mucho más relevante lo dicho por Rand Paul en una radio de Iowa, cuando se le preguntó porqué había salido en veloz carrera cuando Erika Andiola se presentó: “No estoy interesado en ser grabado y regañado por gente que violó las leyes”. ¡Este es supuestamente un republicano moderado!

Es muy posible que me equivoque pero si hay que apostarle, pongo todas mis fichas a que esta conducta del Partido Republicano les va a costar muy caro en el futuro. Lejos está el 44% y 40% de votos hispanos a favor de Bush; el 31% de McCain y me atrevería a asegurar que hasta el 27% de Romney. No es un asunto de leyes o ideológía, es un asunto de respeto, y eso es lo que no estamos recibiendo de los políticos, muy particularmente de los republicanos.

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