Editorial: La depresión de Robin Williams

Hay que superar el estigma de la enfermedad que afecta a millones de personas

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Muchas veces la muerte de un famoso sirve para llamar la atención sobre un problema, o una enfermedad. Este es el caso del suicidio del actor Robin Williams y la depresión.

Esta enfermedad mental afectó por lo menos a 16 millones de adultos en el año 2012, según el Instituto Nacional de Salud Mental. Lo que era antes conocido como el mal de la tristeza hoy es una enfermedad reconocida que es tratable con medicinas y terapia.

No obstante, pese a la creciente cantidad de personas que tienen los síntomas de la depresión, esta permanece como una enfermedad que ya sea por el temor a un estigma social o desconocimiento, no recibe la atención adecuada.

Dentro de la comunidad latina esta situación se agudiza. Numerosos estudios señalan que en muchas ocasiones hay una reticencia cultural a optar por un médico antes de buscar otras alternativas espirituales. Cuando deciden recurrir a un especialista, otra vez surgen las diferencias culturales.

Esta no es una gripe que cura cualquier médico. Los especialistas dicen que es necesario comprender la cultura del paciente y el impacto que tiene el tratamiento en él. El problema es que sólo hay 29 profesionales de la salud mental latinos por cada 100,000 hispanos en Estados Unidos comparado con 173 no latinos por cada 100,000 que no son hispanos.

Por otra parte, en nuestra sociedad hay un prejuicio hacia la enfermedad mental, como si fuera un problema de carácter y personalidad. Un machismo malentendido hace que muchos hombres no reconozcan los síntomas, lo que suele llevar al abuso de drogas y hasta al suicidio.

La depresión especialmente tiene un impacto duro en el círculo familiar que primero no sabe cómo reaccionar y después debe convivir ayudando a la lucha interna del paciente.

El tratamiento a la enfermedad mental en general ha sido relegado, por eso hoy a falta de tratamientos accesibles las cárceles se han convertido trágicamente en el hospedaje de personas que deberían en un tratamiento fuera de un reclusorio.

La tragedia de Williams muestra que ni el dinero ni la fama previenen esta enfermedad, todos estamos expuestos a ella. No es lo mismo estar triste o nostálgico que deprimido. Es importante saber reconocer los síntomas para tomar acción, estar junto y brindar apoyo a ese ser querido cuando lo necesita.

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